Ámame

Capítulo 29: Ryan.

Capítulo 29

Ryan

 

Muevo la pierna, impaciente, mirando mi teléfono. Envié un mensaje a Dawn hace unos minutos, porque soy un desesperado y extraño ver su cara, y no he recibido respuesta suya. Quiero creer que su falta de respuesta se debe a que aún necesita tiempo, pero mi vena fatalista me dice constantemente que ella ya no quiere volver. No le hago caso la mayoría del tiempo, pero mi inseguridad por sus sentimientos hacia mí provoca que me aterrorice cada que pienso en ello.

Me pregunto, ¿no me extraña?

Hace tan solo tres días desde la última vez que la vi y mi corazón está hecho un guijarro, a la espera de noticias suyas. Intento tranquilizarme, pero nada de lo que me digo o hago es suficiente para sentirme mejor. Tengo este mal presentimiento de que algo malo va a suceder, y eso que nunca he sido una persona supersticiosa. Tal vez se deba a otra cosa, algo que pasará con mi familia o con el álbum, no necesariamente tiene que ver con Dawn y Ryder, sin embargo, el sentimiento crece cuando pienso en ella y eso tiene que significar algo.

O puede que solo esté siendo paranoico, el miedo a que se aleje completamente de mí hablando a través de mi cuerpo.

Mi móvil se ilumina y lo tomo de inmediato, abriendo el mensaje que ha llegado. Pero no es Dawn, es Gina.

Maldigo por lo bajo, recriminándome no haber visto el nombre en la pantalla antes de abrirlo.

 

Gina Matteo:

¿Algún día hablaremos de lo que pasó entre nosotros? No es justo que me tengas esperando por ti.

 

Puede dejar de esperar, no voy a hablar con ella.

El móvil vibra en mi mano, anunciando otro mensaje de Gina. Se dio cuenta que abrí el mensaje y lo he leído.

 

Gina Matteo:

¡Lo has visto! ¿Me responderás o solo pasarás de mí como lo haces siempre?

 

Elijo la segunda opción, gracias.

Vacío la conversación con ella, que se trata de mensajes de su parte que no he contestado, y me levanto del sofá.

He tomado una decisión; Dawn ha tenido el tiempo suficiente para serenarse, es tiempo de que vaya a buscarla.

Espero no estar cometiendo un error.

Tomo las llaves de uno de mis autos y salgo del apartamento, avisando a Phil que iré a buscar a Dawn, que esté atento por si necesito su ayuda de alguna forma. Bajo al estacionamiento, aprieto el botón de desbloqueo de las llaves del auto y las luces del más alejado se encienden. Cruzo el estacionamiento, ignorando las llamadas que entran a mi móvil. Ya sea Phil o Gina, no me van a detener ahora. Subo al auto y lanzo el teléfono al asiento trasero, negándome a tener una distracción.

Las calles de la ciudad a esta hora están atestadas y me habría gustado traer a Omar o Dominic conmigo, ellos saben qué calles secundarias tomar para llegar más rápido a cualquier destino. Tardo un total de una hora y media en llegar al barrio donde Dawn reside, los atascos en las avenidas están horribles y empezó a llover, para colmo de males. Miro a ambos lados en el cruce de una intersección y me paso un semáforo en rojo, espero que ningún oficial me haya visto. En la calle de Dawn, bajo la velocidad hasta detenerme frente a su edificio y me quedo allí, observando.

¿Hice lo correcto al venir?

Espero que sí, no quiero que me batee por insistente.

Ya estoy aquí, no puedo echarme para atrás en último momento.

Saco las llaves de la ignición, me aseguro que todas las ventanas estén arriba y bajo del auto, poniendo mi chaqueta sobre mi cabeza para no mojarme tanto. Como cosa rara ‒nótese el sarcasmo‒, no hay nadie vigilando la puerta de ingreso al edificio. Aquí la seguridad es nula. Subo las escaleras de dos en dos, apresurado por llegar a mi destino. A mitad del camino, las luces parpadean y la ansiedad me inunda. Dawn ha de estar aterrorizada porque la electricidad puede irse en cualquier momento con esta lluvia. Al llegar a su piso, recorro el pasillo a zancadas hasta encontrarme frente a su puerta y no lo pienso dos veces antes de tocar.

Pasan segundos cuando se escuchan pasos viniendo hacia la puerta. Esta se abre y aparece Ryder, sonriendo cuando me ve.

—¡Ryan! —grita y salta sobre mí, tambaleándome.

—Hola, campeón. —Lo cargo en brazos y miro a sus ojos—. ¿Cómo estás?

—Triste —responde, haciendo un puchero. Frunzo el ceño.

—¿Por qué?

—Primero —alza un dedo—, no habías venido a visitarme. Segundo —alza otro dedo—, mamá se fue de viaje.

Mi ceño se profundiza.

—¿Cómo que de viaje?

—Pues, tomó una maleta con su ropa y se fue al aero-aeropuerto. —Se encoge de hombros—. Dijo que iba a arreglar un par de cosas en Birmin-Birmingham.

¿Dawn ha ido a Birmingham? ¿A qué?



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En el texto hay: musica, amor, dinero

Editado: 24.04.2022

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