Amame o Destruyeme

CAPÍTULO II

LUCIA

 

Observo distraídamente por la ventana mientras el avión termina su aterrizaje. Alex a mi lado no ha parado de criticar la incompetencia-según él-de las azafatas. Ruedo los ojos por quita vez en el día.

Es insoportable.

Y te casaras con él.

Gracias por el recordatorio conciencia.

-¿Me estas escuchando?-pregunta indignado Alex mientras bajamos del avión.

Ups.

-Sí.

No.

Al parecer se da cuenta de mi pequeña mentira ya que rueda los ojos y como el idiota que es no se puede mantener en silencio sin sus comentarios ácidos.

-Cada vez entiendo más porque Mathew no te quiere dejar a cargo de su empresa y necesita casarte con alguien, no eres más que una cara bonita-comenta con arrogancia antes de dejarme completamente sola en el área de abordaje.

Resoplo.

Imbécil.

Camino rápidamente hasta llegar a la entrada del aeropuerto donde nos espera Rick-escolta de mi padre-con las maletas ya en el auto. Si no fuera porque él está aquí Alex ya se hubiera ido dejado como el caballero que es.

-Señorita-saluda con una pequeña sonrisa abriendo la puerta del auto.

-Hola Rick-respondo y entro al auto. Alex también entra sin siquiera dirigirle la mirada. Rick cierra la puerta y sube al asiento de piloto. Informa por el auricular que comenzaremos a movernos antes de encender el auto y emprender camino hacia la mansión Evans.

Suspiro y vuelvo a perderme en mis pensamientos.

Creo que jamás pensé que mi padre me permitiría regresar a esta ciudad donde viví los mejores años de mi vida. Y tengo la sospecha de que lo hizo solo porque los padres de Alex se empeñaron en querer celebrar nuestra boda aquí.

Boda.

Por conveniencia, como todo lo que representa pertenecer a la clase social “elite”, son más las cosas que se hacen por dinero que por amor.  

Y mi boda no es la excepción. Digamos que es el cierre de un gran negocio entre los Brown y Evans.

La unión que todos esperan.

Bienvenidos a la aristocracia.

Algo clásico de la sociedad “elite” donde las esposas e hijas solo somos unas caras bonitas. Donde los hombres nos ven “incapaces” de llevar un negocio acabo y nos exhiben como trofeos. Los padres subastan a sus hijas y las venden al mejor negociante que tengan sin importar a quien se la están entregando.

Somos ricos, al final del día en nuestras cuentas hay más de cien millones de dólares y aun así no tenemos libertad. No podemos decidir sobre nuestras vidas. Solo tenemos que sonreír, caminar con elegancia, mantenernos en forma, arregladas, complacientes siempre, no decir groserías y ser esposas de…madres de…

Y sobre todo aguantar infidelidades.

Ser mujeres sin identidad propia.

Algo patético para el siglo en el que vivimos.

Pero esta es mi realidad.

-Mis padres quieren que vayamos a una cena donde podremos anunciar oficialmente nuestro compromiso-comenta Alex sin despegar la vista de su teléfono.

No hay tiempo que perder al parecer.

Suspiro.

-Está bien-es lo único que digo y nos volvemos a sumir en aquel silencio hasta llegar a la mansión.

Realmente Alex y yo no tenemos absolutamente nada en común.

Nos conocimos hace un año y medio en una de las conferencias de mi padre. Nos caímos mal desde el momento en el que nos presentaron. Alex es demasiado engreído, prepotente, grosero y machista para mi gusto pero nuestros padres tenían otros planes para nosotros. Nos obligaron a salir durante varios meses hasta que por presión él se declaró, yo acepte y tuve la esperanza de que con el tiempo nos llegáramos a llevar por lo menos bien pero no fue así.

Su cerebro es del tamaño de un maní.

Y quizás yo soy demasiado tosca con él.

Pero no lo puedo evitar.

Duramos así durante un año entero hasta que hace un par de semanas nuestros padres llegaron a la conclusión de que era hora de pasar al siguiente nivel.

Y nos comprometimos.

Romanticismo ¿no?

Ahora, estamos llegando al lugar que me trajo tantas sonrisas como lágrimas, donde vive o vivía el chico que alguna vez robo mi corazón, al que le hice una promesa que no pude cumplir.

Del cual tengo que mantenerme lejos.

Por su bien.

Por mi bien.

Vaya mierda.

-Hemos llegado-anuncia Rick abriendo la puerta de mi lado. Bajo del auto, después Alex y toma mi mano para luego fingir una sonrisa.

-Que comience el show-murmura para luego emprender camino hacia la entrada conmigo a su lado.




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