Ámame otra vez

3. ¿Pronto veré a mi papá?

Regresar a ese país no era la mejor decisión de todas, pero por las consecuencias de su pasado debía hacerlo y más porque la situación lo ameritaba. 

Cinco años habían pasado desde la última vez que pisó ese país y sus métodos de escapar se agotaron desde que supo todo lo que se estaba llevando a cabo. Supo, en ese momento, que había perdido al hombre que amaba cuando vio que se casó con alguien que sin duda alguna era mucho mejor que ella en todo el sentido de la palabra, una mujer que lo acompañó desde que lo abandonó.

— ¡Abuelo! —gritó su hijo Jadiel, corriendo hacia su padre Damon—. ¡Te extrañé!

— Hola, Jadiel —Damon se agachó un poco para abrazar a su nieto—. ¿Cómo estás, pequeño?

— Estoy bien, abuelo —Jadiel lo abrazó con fuerza—. Mamá me dijo que nos vamos a quedar a vivir aquí para siempre —su hijo saltó feliz—, pero voy a extrañar a mis amigos en Rusia.

— Verás que aquí encontrarás a nuevos amigos, pequeño —Damon sacudió su cabeza—. ¿En dónde está mi nieta? —bromeó, rodeando el cuerpo de su hija—. ¿Princesa?

— ¿Tienes dinero? —preguntó Jasha, y Damon puso los ojos en blanco—. No es broma, quiero dinero. Si no, no me saludes.

— Esta sacó todo del padre —chasqueó la lengua—. Hola, hija. Lamento no saludarte —la abrazó, y ella correspondió el abrazo—. Ya has crecido tanto en estos diez años que pierdo la cuenta de que ya no eres mi niña.

— Y tú te vuelves más anciano cada día, papá —besó su mejilla—. Los niños están bien, y Tahir vendrá en los próximos días a la ciudad. Tiene que terminar de organizar unos pendientes para el traslado de la empresa.

Damon la vio con seriedad cuando mencionó ese nombre, y ella se encogió de hombros, debía aceptar eso a como dé lugar. Su padre no podía meterse en su vida y eso era un hecho. El personal del aeropuerto los ayudó con el equipaje, mismo que sería llevado en transporte hasta la casa en la que se quedarían. 

— ¿Qué harás cuando lo veas otra vez? —preguntó su padre, mientras conducía—. Vivirás en mi casa, lo sabes.

— Lo sé, será por un tiempo —le recordó—. Debo independizarme. Le pediré al tío Volkan que me ayude con alguna casa que tenga por ahí oculta de la tía Nicole.

— Nicole sabe cuántas casas tiene Volkan alrededor del país —su padre entrecerró los ojos—. Jasha es una versión molesta de su padre. Todo para ellos es dinero y nada más.

— Pero de todos modos terminaste por darle dinero a Jedward cuando te lo pedía.

Su padre se quedó en silencio, porque aunque era abogado, aceptó que estaba perdiendo delante de ella. Dasha recordó todos los momentos que vivió en esa ciudad, a tal grado de que se alejó de la persona que amaba para que este pudiera seguir su futuro sin que ella se interpusiera en él. Sin embargo, cuando regresó, ya era muy tarde, porque él se iba a casar con otra persona y terminó por irse para dejarlo ser feliz con la mujer que amaba y que no era ella.

Sacudió la cabeza y miró el anillo que adornaba su dedo, mismo que se sentía pesado desde que se lo puso hace un tiempo y por el cual estaba de regreso en esa ciudad.

— Jedward no vive en la casa que tenía cerca de nosotros —Damon rompió el silencio—. Está en la ciudad con su esposa, si es que te lo preguntas.

— Eso me llena de alivio —subió las cejas—. Recuerda que Tahir vendrá, papá. Tienes que tratarlo bien.

— Tahir no me gusta, abuelo… no como papá —dijo Jasha, desde el asiento trasero—. Mamá debe conseguirse un hombre que se parezca a mi papá. Él es hermoso, me dará su dinero cuando me vea llegar a su vida

— ¿Sabías que podrías abortar cuando te diste cuenta de tu embarazo?

— Lo sé, pero fue inevitable y ahora tengo dos hijos del mismo hombre —chasqueó la lengua.

El mismo error dos veces con la misma persona, lo peor de todo eso es que ella les mostró fotos de su padre en el transcurso de los años, explicándoles con mucho cuidado que no estaban juntos, porque se separaron y que este se encontraba casado con alguien más. 

Jadiel fue quien se tomó la noticia más calmado, pero Jasha solo pensaba que si su padre tenía hijos con otra mujer, ella no tendría dinero y eso le molestaba.

Sus padres nunca se habían mudado de casa, mucho menos sus tíos Volkan y Nicole, mismos que seguían casados desde hace casi treinta años y que seguían conservándose tan jóvenes como siempre.

— ¡Ya están aquí! —gritó su madre, saliendo de la casa y corriendo hacia dónde estaba el auto—. No puedo creerlo, Dios mío. Están tan grandes mis nietos, hermosos.

— Y yo que suponía que era a mí quien querías ver —susurró Dasha, saliendo del auto—. Hola, mamá. Sigo siendo tu hija, ¿recuerdas eso?

— No importa, mis nietos están primero —Carmen besó las mejillas de sus nietos—. Ya no tendré que estar viajando a cada rato para verlos. No saben lo feliz que estoy.

— También te hemos extrañado, abuela —dijo Jadiel, correspondiendo el abrazo de Carmen—. Mamá nos dijo que aquí tendremos muchos amigos y que abuelo Damon nos ayudará con la escuela.

— Así es —Damon se metió en la conversación—. Iniciarán pronto, pero antes debemos ir adentro.

— Les mostraré a los niños su habitación. Estaré atenta para cuando lleguen los del equipaje —dijo Carmen, tomando las manos de sus nietos y caminando hasta el interior de la casa.

— ¿Y mi hermano?

— Detrás de Asya, como siempre —Damon tomó la mano de su hija, y la llevó hasta el jardín—. ¿Y, cómo estás?

— Más o menos —confesó, con los hombros hundidos—. Él se casó…

— Dasha, esto es algo que ambos necesitaban y se dieron cuenta de que solo fue algo pasajero —su padre se quitó los zapatos, y ella hizo lo mismo—. Necesitaban separarse para crecer y ahora estás de regreso, algo que los dos deben tener presentes.

— Tienes razón en eso, papá —bajaron hasta la playa—. Mamá y tú no tuvieron más hijos…

— Tu madre, luego de perder el embarazo, quiso que tuviéramos más hijos con vientres de alquiler —Damon miró hacia la playa—. No pude con eso, le dije que no. Debido a que ella no necesitaba que nosotros tengamos hijos de repuestos, así que solo nos dedicamos a ustedes dos. Ahora, tenemos unos maravillosos nietos… aunque Jasha es como la copia de su padre.




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