Dasha caminaba de un lado a otro en la sala de espera del hospital, su pequeño retoño tuvo una recaída que casi la manda al otro lado. Sus discusiones con Jedward estaban en otro nivel y posiblemente esos dos como padre e hija se llevarían pésimo porque compartían los mismos pensamientos.
Cuando ella nació, le hicieron una cirugía, cambiándole uno de los riñones por otro; algo que les ocultó a sus padres, pero en ese momento lo que parecía fallarle eran sus pulmones, eso la tenía peor que nunca.
Las horas fueron pasando, y ya no podía conocer nada de lo que estaba a su alrededor.
— Toma, bebe esto —Jedward le pasó un café—. ¿Te ha dicho algo?
— No, todavía la están atendiendo —se echó el cabello hacia atrás—. Si quieres puedes irte, mis padres deben venir en camino y me ayudarán con Jadiel y con todo…
— Ya estoy aquí, no me iré a ningún lado —decretó y ella asintió.
Se abrazó a sí misma, dando vueltas de un lado a otro en la sala de espera, dándose cuenta de que el tiempo pasaba y todavía no le decían nada de su hija. Se mordió el dedo pulgar, preguntándose si era buena idea decirle a Jedward que eran los padres de Jasha, pero lo más seguro es que él ya tenía esa espina…
— ¿Los familiares de la niña Jasha Richter? —preguntó un doctor, y ella caminó hacia dónde estaba.
— Soy su madre —respondió nerviosa—. ¿Cómo está?
— Venga conmigo, por favor —se hizo a un lado para que pasara, ya que había visto a Jadiel mirándolos—. Es para que el pequeño no escuche, ¿es su hijo?
— Sí —asintió, y lo siguió—. ¿Qué ocurre con ella?
— Tiene Blastoma pleuropulmonar —Dasha se llevó una mano al pecho—. Es un cáncer extraño que solo surge en niños menores de seis años, y ella tiene…
— Cinco… —su voz se perdió—. Ella siempre ha estado bien… hace dos años tuvo un trasplante de riñón y ahora esto…
— Lamentablemente, este tipo de enfermedad no se detecta hasta que está avanzada —le explicó con pesar—. Lo que sea que haya pasado para que su respiración comenzara a fallar, debe ser bueno, porque gracias a eso en cualquier momento ella podía perder la vida hasta durmiendo…
— ¿Hay algo que se pueda hacer?
— Si lo permite, podemos colocarla en la lista de trasplantes de pulmones —eso terminó por romperle el corazón—. Muy a nuestro pesar, es todo lo que podemos hacer por el momento.
— Entiendo… hágalo, por favor.
— En un momento le traerán el formulario para que lo llenen.
El doctor se marchó y ella tuvo que sostenerse de la pared más cercana antes de que su cuerpo cayera al piso y un sollozo escapa de su boca. Su pequeño retoño estaba muriéndose y ella a duras penas podía contener el llanto que salía de sus labios, su Jasha estaba pasando por la misma situación de hace dos años.
— Dasha —Jedward se sentó a su lado—. ¿Qué te dijo el doctor? ¿Qué te puso de ese modo?
— Ella tiene cáncer… —se llevó una mano a la boca—. Mi pequeño retoño tiene cáncer y todo es mi culpa, no la he cuidado como se debe y ahora le pasa esto.
— ¿No pueden hacerle una cirugía?
— No ahora, supuestamente estará en la lista de trasplantes —lo miró con súplica—. Dile a tu padre que la ayude, él conocer a muchas personas y podrá lograr que ella tenga ese pulmón y se salve…
— Dasha, calmante…
— Ayúdame, por favor —lloró con más fuerza—. Es mi hija, es una de mis razones para vivir… por favor…
— No creo que mi padre nos ayude mucho con eso, pero trata de no llorar delante de Jadiel, nos está mirando y de paso también llora —Jedward secó sus mejillas con los pulgares—. Ese engendro del mal es alguien fuerte, saldrá de esta. ¿Sí?
— Solo quiero…
— Princesa del universo —la llamó en voz baja, por el apodo que antes le decía de cariño—. Respira lento —pasó dos dedos por su cuello—. Cierra los ojos —ella así lo hizo—. Cálmate un poco, despeja la mente y ahora mírame —Dasha fijó su vista en él—. Vamos con Jadiel, te quedarás con él y llamaré al tío Kiral. Podrá ayudarnos más rápido que mi padre, ¿sí?
— Sí.
La ayudó a ponerse de pie, dejándola con Jadiel y al fin pudo disfrutar un poco del café. Su hijo se quedó dormido en sus piernas, y nadie más apareció para decirle que ya podía ver a su pequeño retoño.
— Ya le dije —Jedward se sentó a su lado—. Está buscando a su manera…
— A su manera significa que matará a alguien para lograr su cometido —chasqueó la lengua—. Es imposible que permita que haga algo como eso…
— No matará a nadie, fue lo que le pedí —cargó a Jadiel en sus piernas—. Ahí vienen nuestros padres.
— Hija… —Damon se adelantó antes que todos—. ¿Cómo estás? ¿Qué te han dicho de Jasha?
— Ella tiene cáncer —volvió a derrumbarse, y su padre le quitó el vaso de café—. Soy una mala madre, está pasándole otra vez y yo no…
— Ya está, estamos contigo —su padre le pasó el vaso a su madre—. ¿No te han dicho nada?
— Jedward llamó al tío Kiral para que puedan ponerla de primera en la lista o pueda tener el pulmón lo antes posible —lo abrazó con algo de fuerza—. Tengo miedo.
— Ya está todo bien.
Su padre la llevó un poco más alejada de los otros.
— Casi le digo a Jedward que Jasha es su hija —tomó asiento y su padre igual—. Es más que claro de que ya tiene sospechas, pero lo más es que se hizo la prueba.
— Con solo verla se sabría que ella es su hija —su padre negó divertido—. Ahora, lo que cuenta es tu bienestar, ¿sí?
— Yo no sé qué más podría hacer para lograr que las cosas marchen bien —negó con la cabeza—. Hace cinco años imaginé que regresando las cosas serían perfectas y ahora nada de esto estaría pasando.
— Tal vez te hubieras cuidado más de la cuenta y ese terremoto no estaría con nosotros —Damon le acarició la mejilla—. ¿Por qué no le dices toda la verdad? ¿Qué es lo que te detiene?
— Mi compromiso con Tahir y que él está casado con una mujer que es una perra —bufó—. Me he sentido peor que todos los días, la verdad es que ya no sé qué más hacer para poder remediar esto.