
Jedward se mordió el labio; sentía mucha tensión en su cuerpo, que ya no sabía qué más hacer para quitarse esas ganas que no se iban a ir bajo ninguna circunstancia. Dasha era muchas cosas en una sola persona y, mirándola más de cerca, se daba cuenta de que el amor a primera vista era el claro ejemplo de él.
Tanto así, que la quería tanto que hasta le hizo una minicopia de ella misma y una de él.
—Cuando dijeron que te veías estúpido por ver a mi mamá, imaginé que era mentira. —Jasha le dio una cachetada en el rostro—. Mírame a mí, soy tu hija.
—Y tu madre es mi futura esposa —la cargó sin mucho esfuerzo—. Además, tienes prohibido ir conmigo a todos lados…
—Pero aquí estamos. —Jasha suspiró, como si fuera una enamorada—. Con el hombre que será mi esposo, porque lo voy a comprar cuando tenga mucho dinero.
—Es mayor que tú. —Le tapó los ojos y la llevó hacia otro lado—. Matarás al pobre chico de un susto; no quiero que me demanden por acoso y ya es bastante cansado tener que hacer qué te traigan de la escuela hasta aquí.
—Es que la vista es hermosa. —Jasha quitó su mano y suspiró como si estuviera enamorada—. Mamá dijo que no puedo presionar las cosas, porque no sé qué es el amor, pero quiero comprarlo para mí.
—Eso mismo dijo tu tío Liam acerca de mi hermana —bufó, y se sentó con ella en sus piernas—. Esto es importante, no lo arruines más de lo que ya lo has hecho.
—Bueno, no me importa, de todos modos me lo compraré para mí y nadie podrá decirme que no —dijo con seguridad—. Tengo un país…
—No tienes un país, por el amor de Cristo —hizo que lo mirara—. Ese sitio es todo menos un país, es un lugar que es turístico gracias a mí…
—¿Por qué me mientes?
—No te he mentido y por eso casi te vas a los golpes con tu prima —le pellizcó la nariz—. Trata de ser un poco igual a tu hermano; él no se mete en tantos problemas como tú.
—Es que él es igual a mamá —Jasha se cruzó de brazos—. Ven el mundo con calma, paz… Yo lo veo como en las novelas…
—¿Novelas? —preguntó riendo—. No me hagas reír, mocosa del demonio.
—Es que las novelas me enseñan más que tú —se encogió de hombros—. No me sirves de mucho y, a decir verdad, ya no me gustas como padre. Lo odio…
—Tienes que amarme por sobre todas las cosas, porque para tu mala suerte, soy todo lo que tienes —evitó que mirara al chico—. Escucha, es casi trece años mayor que tú, tiene este trabajo porque necesita cuidar de su familia…
—Yo puedo…
—No, no puedes nada —apretó el puente de su nariz—. Harás que me demanden por acoso, dejarás de venir a este tipo de lugares, ya te lo dije.
—Espera y verás, él será mío bajo cualquier cosa en el mundo y nadie podrá decirme lo contrario.
Jedward suspiró cansado; su hija era una bomba atómica y su razón de ser una persona molesta…
—Buenas tardes. —Alguien llegó sin que se diera cuenta—. Vengo a darles estos planos con los cambios de último momento que pidió la señora…
—El mundo siempre nos une —Jasha suspiró como si estuviera enamorada—. En verdad eres guapo…
—Deja esto aquí, y podrás irte; olvida eso de que eres guapo —espantó las palabras con la mano—. Mi hija solo dice cosas sin pensar…
—Sí, entiendo, no hay problema.
El pobre chico hizo un ademán con la cabeza, marchándose rápidamente del sitio. Ya se podía hasta imaginar el calvario que ese pobre ser humano iba a estar viviendo con su hija si continuaba de ese modo molestoso. Jasha podía tener el mismo rostro que su madre, haciéndola ver tierna, pero sin duda alguna, heredó su personalidad molesta a esa edad.
Fijó la vista en los planos que tenía enfrente; no eran muchos los cambios que se harían y las personas que estaban trabajando en la limpieza.
Movió el cuello de un lado a otro, sintiéndose peor que nunca, en el momento en que vio a su hija seguir con la mirada a su pequeño trabajador y agradeció infinitamente el hecho de que no quedaba mucho tiempo para que se terminaran los de la limpieza con todo.
—Ustedes dos están demasiado en silencio. —Dasha llegó con su hijo—. Vi que el pobre chico salió corriendo hace unos minutos.
—Es que está huyendo del amor —su hija murmuró—. Papá dijo que no lo puedo comprar, porque no es legal.
—Es que aún eres pequeña y no puedes comprar a las personas porque quieras —intervino Jadiel—. Eres una mocosa, ya aprende a madurar y dejar de ver esas novelas…
—¿Ya te vas a morir? —preguntó su hija de regreso—. Porque no puedes hablar del amor si no sabes qué es eso; eres aburrido.
—No soy aburrido, es que hartas a las personas con tus estupideces, ya crece…
—Niños, no tienen que hacer esto. —Dasha los detuvo—. Ya deja de molestar a las personas, eres una mocosa y si sigues de ese modo, te enviaré a un internado en el fin del mundo —le apuntó a su hija—. Ese pobre ser humano tiene problemas de pobres, como dices.
—Mejor me iré con el tío Kiral —se bajó de las piernas de su padre—. Él sí me quiere.
—Pero bien lejos de él —dijo Jadiel, antes de seguir a su hermana, para que no se metiera en problemas en el camino.
—Nuestra hija se la pasa hablando solo de dinero, se parece a cierta persona que sigue amenazando al mundo con matarlos —ella se sentó a su lado—. Hola, señorito.
—Bueno, al menos uno de los dos sacó lo necesario para tener los pies en la tierra —estiró su mano para tocarle la mejilla—. Nuestros hijos han crecido tanto.
—Lo sé, es por esa razón que estuve considerando mudarnos lejos de este sitio. —Dasha tomó su mano—. Antes de que digas algo, piénsalo antes. Estar aquí no sería bueno para ninguno de los dos.
Jedward asintió, no le insistió con eso de que quería mudarse, porque de todos modos, él también había reflexionado en eso de irse del país, siempre y cuando su familia estuviera segura.