Caminó con Nathalie hasta un punto del estacionamiento, ni siquiera la dejaría entrar al edificio y le ordenaría a su personal de seguridad que le impidieran la entrada, ya estaba hecho todo, escuchó lo suficiente como para saber que Dasha se dejó manipular hace cinco años por ella. Su casi exesposa se encontraba jugando con el dobladillo de su bolso y para empeorar las cosas, la prensa estaba fuera de su oficina para joderle la vida.
— Lo que escuchaste fue algo por enojo que lo dije —ella intentó acercarse a él—. Por favor…
— Nathalie, he esperado por tanto tiempo que dieras la cara por tus actos que llegué a mi límite —apretó el puente de su nariz sintiéndose enojado—. ¡Ella estaba enferma!
— Yo no sabía, te lo juro…
— En más de una ocasión quise que esto funcionara, te ayudé con eso de tus sueños, de ser una modelo famosa, que te dieras a conocer en cualquier lado, pero parecía ser que tú y yo estábamos en ligas separadas, y qué solo piensas en ti —le dio unos golpecitos en la frente—. Te lo dije, aléjate de mí, pero no aprendes nada. No estás al tanto de qué las cosas no se hacen a tu manera —chasqueó los dedos—. Te di bastante tiempo para que salieras a decir lo que quisieras de mí, que me pusieras por el suelo si quieras, pero parece ser que tú y yo no reflexionamos igual.
— Solo quiero que nuestro matrimonio siga funcionando como hasta ahora —ella miró hacia todos lados—. Por favor, hablemos como se debe. Esto no puede terminar de este modo y menos por un error que cometí en un momento de debilidad.
— Momento de debilidad fue lo que sentí al confiar en una persona como tú —le apuntó—. Dasha todo este tiempo fue una víctima más de las personas de mi familia y de ti —bramó—. Tienes hasta el final del día para arreglar esta mierda de los medios o yo mismo me encargaré de hacer que tu mediocre carrera se vaya a la mierda.
— ¡¿Por qué siempre es ella? ¡Fueron diez años lejos de ti!
— Ese es el problema entre todos los años y ella… —hizo una pequeña pausa—. Siempre será ella y ahora mis hijos —dejó salir el aire que tenía en los pulmones—. Imaginé que eras la buena de la historia, que yo era el problema por no estar contigo, pero veo que sin duda los dos cometimos el error de casarnos tan apresuradamente…
— Dasha dejó de amarte, y eso es lo que te jode —Jedward no le respondió—. Ella se casará, está en todos lados que se comprometió con ese sujeto de los diamantes y que su fortuna va en aumento —Nathalie sonrió con burla—. Ni siquiera sabes lo que ella está pensando en estos momentos. ¿Pasarás los próximos cien años esperando que ella termine con ese tal Tahir?
— ¿Y eso a ti en qué te afecta? —caminó hacia ella, logrando que su cuerpo quedara pegado a la pared—. ¿No te andas cogiendo con quién sabe quién en tus viajes?
— No me acosté con nadie durante estos meses, siempre te fui fiel…
— ¿Y de dónde demonios salió ese bebé? —puso ambas manos a cada lado de la cabeza de Nathalie—. No conoces siquiera una parte de mí que por mucho tiempo la mantuve bajo llave. Mi familia es algo especial y tú estás molestándome.
— ¿Me amenazas?
— Tienes al final del día para arreglar esta porquería que has hecho —acercó su rostro al de ella—. Que mis hijos no salgan perjudicados en esto, si no no lo haces, las cosas serán feas, por el hecho de que tengo los medios necesarios para destruirte.
— No me hagas esto, no puedo vivir sin ti —intentó besarlo—. Jedward, por el amor de Dios…
— Para tu mala suerte, no creo en Dios desde los dieciocho.
Le dio una mirada llena de desafío y la dejó en el estacionamiento.
Su celular no dejaba de sonar y las llamadas de sus padres para saber qué demonios estaba ocurriendo no se hicieron esperar. Miró la hora, y ya había perdido una junta importante por estar de chismoso escuchando las conversaciones de otros sin invitación.
Movió el cuello de un lado a otro, vio a Dasha caminar sin prestarle atención hacia su oficina con unas copias en las manos y no se lo pensó mucho antes de seguirla.
— Tenemos que hablar —detuvo la puerta antes de que la cerrara—. Sé que en estos meses los dos hemos estado más perdidos que nunca, pero ten por seguro de qué…
— No quiero que me diga nada, Jedward —Dasha suspiró—. Escucha, ya entendí que no podemos estar juntos, que esto es más como un negocio entre ambos…
— No veo esto cómo un negocio y tú tampoco lo haces —caminó unos pasos hacia ella, y esos mismos retrocedió Dasha—. No te alejes de mí.
— Es muy tarde para eso —sonrió con tristeza—. Espero que esto se solucione pronto, porque tomaré la decisión de llevar a los niños de regreso a Rusia, aquí están en peligro.
— Ellos pueden quedarse aquí tanto como quieran —dio unos pasos hacia atrás—. Los cambios no son buenos, ellos están adaptándose a esto.
— Aprenden rápido y saben que entre los dos no hay una relación y qué tampoco la habrá en el futuro —Dasha hizo una mueca—. Es bueno que sepas todo por ti mismo, de lo que tuve que pasar y callar durante los años que estuvimos juntos. De ese modo, ya el peso no está sobre mis hombros y las personas que nos separaron deben tener su merecido castigo como se debe.
— No sabía nada y tú nunca me lo dijiste…
— Jedward —lo calló—. Diez años, es el tiempo que los dos estaremos juntos, diez años es el tiempo que ambos debemos soportarnos y tú puedes conseguirte a quien quieras. No voy a vivir lo que me quede de vida debajo de ti, porque aunque estemos juntos, las personas siempre dirán que soy un adorno para una mente brillante como la tuya. Me hice de un nombre en Rusia, porque no estabas a mi lado…
— Lo sé, tus proyectos son asombrosos.
— Ya lo sabes, mantengámonos alejados por el bien de nuestros padres —suspiró cansada—. Mi hermano está en la ciudad, por si quieres seguir indagando más sobre lo ocurrido.
— Liam me odia…