Dasha abrió un ojo, y luego el otro cuando sintió el peso de alguien cerca de ella. Jadiel y Jasha estaban durmiendo, mientras la abrazaban. Ni cuenta se dio cuando se durmió gracias al té que su madre le dio. Solo estaban los tres ahí, nadie más y eso era lo que más miedo le daba, por el simple hecho de que estaba a ciegas en ese momento y no había tenido respuesta por parte de su familia luego de haberle dicho todo lo que pasó. Fue un peso menos, se sintió liberada, pero la sensación de que las personas la juzgaran por algo que había hecho por amor, estaba latente y no lo pensó mucho antes de tomar sus maletas e irse.
— Hola —la saludó su hermano desde la puerta—. Sal de la cama, tenemos que hablar.
Asintió temblorosa, y bajó de la cama para seguir a su hermano hasta el balcón de su habitación. Verificó que sus hijos estaban durmiendo bien, por lo que temblando tomó asiento en una de las sillas que había ahí y que le daba una vista estupenda del mar nocturno.
— ¿De qué quieres hablar?
— De tus verdaderas razones por las cuales te vas a casar con Tahir —fue directo al grano—. Sé que esto es más por su tapadera con la sociedad y Tahir me ha dicho que en más de una ocasión ha intentado hacerte entrar en razón para que le cuentes a todos que no son nada.
— Si digo que estoy en una relación con Jedward y que tenemos hijos, nuestros padres estarían en el ojo público otra vez —miró las olas del mar chocar contra las rocas—. Jadiel casi sufría de intimidación en la escuela, fue duro cuando lo vi llegar un día y preguntarme si era cierto lo que las personas decían en la escuela… que su madre mantuvo en contra de su voluntad una relación con su primo… No quiero que mis hijos pasen por ese tipo de cosas, no podría soportarlo.
— Papá está hablando con el tío Volkan, le van a poner fin a todo esto —Liam dejó salir el aire que tenía retenido en los pulmones—. Has sufrido mucho por querer proteger a otros que sin duda eres una luchadora.
— No he hecho lo suficiente para proteger a nuestra familia… esa chica me hizo ver que estaba cometiendo pecado…
— No estabas cometiendo ningún pecado, solo te dejaste llevar por la impertinencia de Jedward… aunque era acoso lo que te hacía ese chico con tan solo tres años —bromeó Liam—. Al menos, puedes ver que te sigue queriendo a pesar de que fueron diez años separados.
— Literalmente lo violé estando borracho hace más de cinco años —bufó, cruzando los brazos en su pecho—. Debo ir a un psicólogo lo antes posible, por el simple hecho de que mi padre decidió poner esa porquería en el contrato de la empresa —infló los labios—. Me parece una falta de respeto que hagan ese tipo de cosas sin consultarlo antes.
— Es necesario que vayas a terapia, tus hijos lo necesitan y tú también —se encogió de hombros—. Eres mi hermana menor, por ti esta familia está unida, no seas la causa de su descenso latente.
— Si nuestros padres deciden ponerle fin a los rumores, la carrera de papá como abogado del diablo estará por el piso… ya sabes que con el apellido, se ganó el respeto de los mafiosos —le recordó—. Mamá y Nicole son mejores amigas desde hace mucho tiempo y Natacha también estará metida en este embrollo.
— El apellido de los Richter no tendrá peso, es lo de menos —su hermano la abrazó por los hombros—. Si todos están de acuerdo, no importa que toda una familia caiga, hace años pasó conmigo y con Asya, no importa.
— Eres un buen hermano, seguro nuestro hermanito te vería cómo un héroe…
— Lo sé, solo que no está vivo para verlo y nuestros padres nunca nos quisieron decir si iba a ser niña o niño…
— Creo que era un niño, así el dolor fue menor.
Liam le mordió el brazo con algo de fuerza, hasta dejarle una marca como en los viejos tiempos. Dasha gimoteó de dolor ante ese gesto y se quedaron hablando durante un rato más de cosas que le hacían sentir bien o mejor que antes. Sus hijos seguían en la misma posición de antes y no había visto a Jedward, porque este le dijo que se llevaría a los niños a dormir esa noche como lo tenían pautado.
Su hermano Liam se marchó a la habitación que le correspondía, y ella bajó hasta la sala para buscar a sus padres, pero al no verlos, fue hacia su oficina y pegó la oreja a la puerta tratando de escuchar algo, hasta que recordó que era a prueba de sonido por todas las cochinadas que ellos hacían ahí. Con los hombros caídos, fue hacia la cocina para buscar algo que comer y se encontró con Jedward haciendo algo de cenar.
— Hola —susurró, mirándolo de espaldas a ella—. ¿Y mis padres?
— Aún están con los míos —respondió, sin mirarla, y ella se sentó en la pequeña mesa de la cocina—. Tengo entendido que están dispuestos a poner en juego el apellido de la familia a cambio de tu bienestar.
— ¿Solo de mi bienestar? —preguntó confundida y a la vez enojada—. Te recuerdo que esto también es parte de nosotros y que son nuestros hijos los que tendrán que vivir imaginando lo que la sociedad dice de sus padres —respondió enojada—. Si tanto te molesta que…
— No quise decir que tenías la culpa de algo —negó con la cabeza—. Lo lamento, en verdad, pero es complicado ahora que tenemos dos hijos en común y que me los ocultaste durante años —arrugó la frente, y se giró para verla—. Sin importar lo que decidan nuestros padres, debes terminar tu compromiso con ese sujeto.
— ¿Qué dijiste?
— Ya no hay más razones por las cuales debas casarte con ese sujeto —frunció el ceño—. Tahir es un cero a la izquierda ahora en nuestras vidas y él no…
— ¿Y quieres que yo me case contigo? —preguntó burlona—. Hazme el favor de no hacer eso, Jedward —negó con la cabeza, enojada—. Te acabas de divorciar de esa mujer, si pasaron años en los que no…
— ¿Lo quieres tanto como dices?
— Sí, lo quiero… Necesito tiempo para mí misma y ahora no quiero terminar mi relación con Tahir —sacudió la cabeza, y vio cómo Jedward tensaba la mandíbula—. Jedward, no me mires de un modo en el que me sienta culpable, primero tengo que hablar con Tahir, ponerlos de acuerdo, porque los dos hemos llegado a un acuerdo… ¿Pretendes que iniciemos una relación si apenas nos hemos visto luego de diez años?