Ámame otra vez

54. Secuestro.

Dasha no sabía si ya se estaba volviendo loca o era el clima de esa habitación la que le estaba fallando. Su psiquiatra la estaba mirando fijamente, mientras el tiempo pasaba y debía continuar con su cita. Luego de la visita de Sandra, ella no supo qué más podía hacer con su vida.

— ¿Usted cree que si desaparezco todos estarían bien sin mí? —preguntó Dasha, rompiendo el silencio—. Hay días en los que me siento bien, pero hay otros en los que imagino que tal vez fue un error haber nacido.

— ¿Fue por la visita de tu tía, la de tu madre o ambas? —preguntó Katherine, dejando de anotar—. Avanzaste mucho con esto, te notabas más feliz, incluso, luego de que tu tía te visitó.

— Yo no lo sé del todo —mintió—. Desde que tengo uso de la razón, las personas me han dicho que soy un error, cometo los mismos errores de siempre.

— ¿Cuáles son los mismos errores de siempre que cometes?

— Mi familia tuvo que dejar salir un secreto que ha mantenido por años por mi culpa —inició—. Las personas antes me decían a cada rato que solo soy un estanco en la vida de Jedward, ahora siento que pasan cosas malas por mi culpa.

— Nada de lo que está pasando es tu culpa del todo —le dijo Katherine—. Debes entender eso, porque tienes dos hijos —eso logró que la mirara—. Son tus tesoros, vives por ellos y siempre tienes que considerar antes de tomar esa decisión… 

— Ellos son mi todo…

— No lo parece, ya que me estás dando a entender que el suicidio es tu solución más rápida para salir de los problemas que tienes actualmente —Dasha no pudo responderle a eso—. Los avances que tenías por algún motivo ya no tienen sentido alguno, por lo que sería mejor darte…

— Electrochoques —pasó saliva—. ¿Ya puedo irme?

— No hemos terminado de hablar, porque no se me quitará de la cabeza el hecho de que quieres dar ese paso al suicidio —ella le señaló con el lápiz—. Cuando nació Jadiel, tu primer hijo… ¿Te sentías triste?

— Me sentía como la mierda —chasqueó la lengua—. Era mi hijo, la persona más importante para mí en ese instante, pero en lo único que pude pensar, fue en que no podría ser nunca una buena madre y que era idéntico a su padre… por las fotografías que Nicole, la madre de Jedward me mostró cuando era más pequeño —tomó un poco de agua—. Lo miraba llorar y decía, mierda, es como verlo a él de pequeño… pero Jadiel sacó mucha tranquilidad en mí, lo amo tanto que me duele el pecho de solo imaginarme lejos de él o de mi hija.

— Y dices luego que quieres tomar el suicidio como un juego de niños —le reprochó—. Esto no es un juego, tu tía, la actual reina de esta nación, está haciendo un esfuerzo sobrehumano contigo, poniendo el peligro su corona, la de su esposo y próximamente la de sus hijos, los cuales están en la lista para tomar el mando…

— Es que ya no sé qué más puedo hacer para sentirme bien… todo se me va de las manos, ni siquiera deseo vivir, pero creo en mis hijos y todo es diferente —se llevó una mano al pecho—. Ya Jadiel es mi todo, Jasha también…

— ¿Y su padre? 

— Su padre es una persona molesta, irritante, odiosa, controladora, persistente, guapo, millonario, un sujeto dotado de algo más que la inteligencia —sus mejillas se pusieron rojas—. Es el hombre que amo, el único en el cual me siento feliz y segura.

— ¿Por qué decidiste irte entonces?

— Porque les mentí, siempre lo hago —confesó, mirando hacia otro lado—. No recuerdo la vez que en algún momento hice algo por mí misma, que las personas no me apuntaron con el dedo para reprocharme mis errores.

— Eres una famosa paisajista —le mostró un periódico virtual—. Tienes todo lo que muchas personas desearían tener, pero te noto tensa y me mientes.

— No le estoy mintiendo en nada…

— Esa mujer no es tu madre —pasó a una galería de fotos—. ¿Quién es la persona que vino ayer?

— Es mi madre, las fotos…

— Tu madre es Carmen Richter, una famosa modelo, que, a pesar de los años, las marcas famosas la llaman para que haga sus sesiones de fotos sin importarle la edad que tiene —pasó a otra foto, en dónde se dejaba ver a Sandra—. Habla en este momento.

— Es Sandra, la madre de Tahir, mi ex pareja —confesó al fin—. Ella fue la que vino ayer a verme. No sé cómo se hizo pasar por mi madre, pero…

— Yo hice que entrara —Grace entró a la habitación, a través de una compuerta—. Debía confirmar si en verdad podía confiar en ti.

— Tía Grace…

— Ponte de pie, saldrás de aquí…

— ¿Qué? ¿Salir a dónde? —Dasha se levantó de su asiento—. ¿Doctora?

— Ella es la reina, ella manda.

Dasha siguió a su tía sin entender a dónde se refería que debía salir. No comprendía nada y cayó en cuenta de que ella era un hacker profesional, que las cámaras ya estaban haciendo el trabajo por ella.

— Imaginé que esto en algún momento podía suceder —Grace entró a su habitación—. En unos minutos, todo estará completamente apagado, no habrá nada que te detenga al momento de salir de este sitio, por lo que quiero que confíes en mí.

— Mi mejor amigo está en peligro… tengo miedo…

— Esa gente te jodió tanto, que tiemblas por cualquier cosa que haces —Grace chasqueó la lengua—. Soy algo vieja, pero sé cuándo algo no anda bien con mi familia y en este momento…

— Lo lamento… solo vengo a este mundo para darles problemas a todos y no es justo para ti…

Su tía no le respondió nada, solo la tomó del brazo luego de sacar lo que parecía ser una pistola… y le inyectó algo. No entendía qué estaba pasando del todo, así que tampoco hizo preguntas acerca de lo sucedido. Imaginó que la iba a sacar de ese sitio para llevarlo a otro mucho peor, pero ella solo salió de la habitación sin decir una sola palabra. 

No supo cuánto tiempo pasó, pero las alarmas se dispararon y un revuelo se escuchó por todo el sitio. Pasos agitados estaban por todos lados, al punto de que nada más que miedo fue lo que sintió. No pasaron ni cinco minutos antes de que pudiera apreciar la figura de Sandra se mostrara entrando a la habitación con una sonrisa de orgullo en su rostro.




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