—Te digo lo que vi —insistió Nancy mirando a Pamela, que se admiraba frente al espejo de su habitación, revisando una y otra vez su maquillaje—. No tengo nada que decir del vestido, y el abrigo sólo podía ser auténtico, pero sus joyas… no pude constatar si eran diamantes reales. Y tuvo que haberla maquillado alguien que sabe, porque definitivamente la transformó, es decir… —Nancy enseñó los dientes en una mueca de disgusto.
—Tal vez todo es alquilado. La pobrecita no tiene dónde caer muerta, ¿de dónde sacaría un vestido con abrigo de diseñador? ¿Y joyas? Definitivamente tienen que ser falsos, o prestados…
—Pero agárrate, porque no viene sola. El hombre con el que la vi… ¡de quinta! ¡Nada qué ver!
—Tal vez sea su Sugar.
—No es posible, su traje era… tan barato.
—Lo que me asombra es que haya decidido venir. Pensaba usar su ausencia para separarla definitivamente de la familia, pero tuvo el coraje de asistir…
—Todavía puedes separarla. Es decir… venga sola, o con ese tipo, tú estás en tu territorio, será fácil aplastarla—. Pamela suspiró sin contestarle a su amiga. Sólo con ella podía actuar abiertamente hostil contra Julia, pues la odiaba quizá más que ella misma; Nancy desde siempre estuvo enamorada de Justin y la molestaba sobremanera que él la favoreciera y defendiera. Pero ahora estaban más o menos prometidos, Julia no tenía la más mínima posibilidad de quedárselo.
—Ya es la hora —dijo Pamela, y le pidió ayuda a su amiga para que la ayudara a terminar de prepararse.
Julia entró del brazo de Nick y debido a que llegaron sobre la hora, ya casi todos los invitados estaban presentes, y al verlos, estos se giraron casi unánimemente para observarlos detenidamente.
Pamela había descartado totalmente la idea de hacer una fiesta íntima, notó de inmediato, y esto parecía más un matrimonio que una pedida de mano en sí. Había mucha gente.
La gran mayoría de los aquí presentes la conocía, pues era la hija mayor de Clifford Westbrook. Aunque no vivía oficialmente con él, venía aquí en vacaciones, y la mayoría de los fines de semana. Pero definitivamente esta guapa y alta morena que entraba no se parecía en nada a la silenciosa chica que a duras penas era incluida en las fotos familiares, o abiertamente dejada por fuera.
También asistían muchos de sus compañeros de estudios. Como Clifford le pagó toda la educación desde niña, asistió siempre a los mismos colegios que Pamela y Francis, por lo tanto, conocía a todos los de su círculo social, se sabía sus chismes, y casi que el monto al que ascendían sus riquezas. Con muy pocos se llevaba bien, por culpa de sus medio hermanas, pero con el tiempo dejó de importarle no ser amiga de estos niños ricos. En ese tiempo, la amistad de Justin le bastaba.
Ninguno se acercó a saludarla, sólo la miraron de arriba abajo con ojos llenos de asombro, curiosidad y un poco de incredulidad, y cuando decidían que no podía ser la misma Julia, o que su atuendo tenía que ser falso, aunque por dentro supieran la verdad, entonces se fijaban en su acompañante.
Santa mierda, fue la reacción de la gran mayoría.
Estaba aquí, Nicholas Richman, el joven millonario hermano de Duncan Richman, quien fundó Irvine, y ahora presidía el gran conglomerado herencia de su esposa Allegra Whitehurst.
Si bien los Richman eran nuevos ricos, Allegra Whitehurst, definitivamente, era una auténtica old money. Todavía, a pesar de haber dejado los negocios en manos de su esposo, tenía peso en las conversaciones de las familias importantes de Detroit, todavía era mirada con deferencia por su ascendencia, por su riqueza, por la trayectoria de su familia.
Voluntariamente ignoraban que había sido Duncan quien salvara la empresa años atrás, y que luego fue quien triplicó su patrimonio. Que, si bien Allegra gozaba de estatus y prestigio, Duncan era el que hacía los planes, las estrategias, para hacer también ricos a más de uno aquí.
Y Nicholas Richman había recibido su legado y lo llevaba al frente con orgullo y propiedad. Sólo este joven de poco más de treinta años duplicaba la riqueza de la gran mayoría de los aquí presentes.
Pero ¿qué hacía al lado de la simplona, aunque esta noche no tenía nada de simplona, Julia Westbrook?
Ah, entendió uno más allá, que los miraba mientras cavilaba igual que casi todos los presentes, estaba aquí por Clifford Westbrook. De alguna manera, el político había conseguido echarse al bolsillo a este millonario y sería una especie de benefactor. Ya que Pamela estaba comprometida, y Francis tenía novio, tuvo que acomodarlo con la hija sobrante, Julia.
Eso tenía sentido.
El único que de verdad se estaba haciendo preguntas, y llegando a conclusiones no tan desviadas, era Justin Harrington, que no podía creer que ese hombre fuera un Richman. Lo recordaba de la vez del restaurante, y ahora estaba cayendo en cuenta de que él había sido testigo de todo, y que cuando le preguntó quién era, le contestó de mala manera.
Pero según los murmullos de los que sí lo conocían, era el auténtico Nicholas Richman, del brazo de Julia, y en una fiesta familiar. Ella había dicho que no iba a venir, y no sólo sí vino, sino, además, bien acompañada.
Pero no es nada, se repitió una y otra vez. Sólo es un nuevo rico, ordinario, inculto, con la mente puesta únicamente en el dinero, sin modales básicos, ni ningún respeto por el buen estar. No duraría con Julia, si acaso era cierto y estaban juntos.