Tomados de las manos, Nicholas y Julia avanzaron hacia la puerta principal de la casa de Duncan Richman. Como si los hubiesen estado mirando desde una ventana, la puerta se abrió, y al otro lado apareció un chico de unos veinte años, muy parecido a Nicholas, que al verlo soltó un grito.
—¡¡Hermano!! —exclamó a voz en cuello, lanzándose sobre Nick como un ventarrón, y Nicholas no tuvo más remedio que retroceder un par de pasos y soportar el impacto. Hestia empezó a ladrar, pero meneaba la cola a modo de saludo; Julia los miraba sorprendida. Segundos más tarde, otro chico, idéntico, la miró con ojos maravillados.
—¡Es la novia de Nick! Ven a ver, Duncan, es guapísima. No esperaba menos de mi hermano.
—Ho… Hola…
—Guapa, muy guapa, ven, entra—. Este segundo chico le tomó el brazo y la hizo entrar. —Hemos venido de Harvard especialmente a esta cena porque nos dijeron que nuestro querido hermano, el del medio, ha sentado cabeza e iba a presentar a su novia. Mi nombre es Kevin, el de allá es Paul. Pero no te molestes en adivinar cuál es cual, sólo di: gemelo uno, gemelo dos, entenderemos y te atenderemos.
—De acuerdo, Kevin.
—En realidad soy Paul.
—Ya deja de marearla —lo regañó un hombre alto y muy atractivo que se acercó a ellos en el vestíbulo. Este era Duncan Richman, Julia pudo reconocerlo no sólo por su parecido con sus otros hermanos, sino por las fotos que antes había visto de él. Tenía la misma estatura de Nick, pero era más fornido—. Un placer conocerte, yo soy Duncan, el hermano mayor de estos cantos rodantes—. Julia sonrió.
—Un placer, Julia Westbrook.
—Westbrook —repitió Duncan elevando una ceja, y miró hacia atrás. Una mujer alta, delgada, rubia y de ojos impactantemente azules, los miró a ambos como sorprendida—. Hace tiempo conocí a una señorita Warbrook. Qué coincidencia, ¿verdad, amor? —ella le dio un leve manotazo, y se acercó a Julia extendiendo su mano, presentándose y dándole la bienvenida.
—Es un placer conocerla, señora Richman…
—No, sólo Allegra… ¡Nick! —saludó Allegra sonriéndole a Nick, que al fin se había liberado del gemelo y entrado a la casa.
—Guapa como siempre, cuñada—. Julia sonrió mirando cómo interactuaba esta familia. El cariño hacia Nicholas era más que evidente, y pronto fueron guiados a una sala. Allí encontraron a una pareja de adultos y tres niños, que al ver a Nicholas corrieron a él asediándolo y reclamando su atención, pero también a Hestia, que siguió ladrando contenta.
Julia observó la locura reinante bastante sorprendida. Nunca había estado en un ambiente así, y no podía negar que era un poco apabullante. La mujer mayor, pero aún guapa, se acercó a ella y le sonrió; fue fácil deducir que esta era la madre de todos estos Richman.
—Un placer conocerla —le sonrió Julia estrechando su mano. Kathleen dejó salir el aire.
—Ya había oído de ti, me alegra al fin conocerte—. Julia asintió un poco nerviosa. Quién le había hablado de ella, ¿Nicholas? ¿Qué expectativas tenía? ¿La decepcionaría? Ahora mismo, ella era la persona que más la preocupaba.
De uno en uno, todos fueron presentados, incluso los niños. Una preciosa niña de unos cuatro años estaba encima de Nicholas como si le perteneciera, y le hablaba y le hablaba como si llevara una vida sin verlo.
—Es su tío favorito —la excusó Allegra.
—Es porque no hemos pasado con ella el tiempo suficiente —refunfuñó Kevin, o Paul.
Poco después fueron convidados a la mesa, y aprovecharon para hacerle preguntas a Julia acerca de su vida y cosas en general. También acerca de la relación, como dónde se habían conocido, y qué le veía a Nicholas.
Poco a poco se fue relajando y empezó a divertirse en verdad. Ya entendía un poco la manera práctica de ser de Nicholas, seguro que crecer en medio de tantos hermanos no fue un paseo del todo, aunque, en cierta forma, envidiaba su familia. Ella, ni en la de su madre, ni en la de su padre, pudo encontrar esta camaradería.
—¿Tienes hermanos? —le preguntó Kathleen, y Julia asintió lentamente.
—Tengo… tres.
—Ah, también vienes de una familia numerosa.
—No, yo no diría eso —ahora, todos la miraron confundidos, y tuvo que explicarles lo complicado que era su núcleo familiar.
—Se ve hasta en las mejores familias —soltó Kevin como si nada, y Duncan lo miró reprendiéndolo. Julia sólo se echó a reír.
Más tarde, después de la cena y una charla amena con vino y muchas historias donde poco a poco Julia fue conociendo mejor a los Richman, y, por ende, a su novio, fue llevada al fin a la habitación que compartiría con Nicholas. Esta era la que siempre ocupaba cuando se quedaba a dormir aquí, le explicó Allegra.
—Y bien, ¿qué te parece todo hasta ahora? —le preguntó ella y Julia dejó salir el aire.
—Que los envidio. Las navidades y cumpleaños han de ser muy divertidos.
—Sí —contestó Allegra con una sonrisa—. Para mí, que viví en una casa siempre solitaria, esto es realmente increíble—. Julia la miró fijamente; no se esperaba que le hiciera una confidencia así sólo horas después de conocerla—. Seguro que has oído hablar de la familia Whitehurst.