Ámame siempre

XVI

—Entonces, ¿es verdad? —le preguntó Nicholas a Julia, que bebía su malteada tan contenta como una niña. Se hallaba sentado a su lado, en un rincón de una cafetería popular, y al contrario de ella, bebía café sin azúcar. Ella lo miró mientras sorbía un poco de su malteada.

—Es verdad qué.

—Que me amas —Julia tosió, y tuvo que respirar profundo evitando que la malteada saliera por sus fosas nasales. Nicholas, travieso, le palmeó la espalda—. ¿Es verdad? —insistió en cuanto ella se repuso—. O sólo lo dijiste para calmar a Haggerty—. Ella lo miró de reojo.

—Tengo el presentimiento de que creerás lo que quieras.

—Sólo quiero la verdad—. Julia lo miró fijamente, pero era difícil tratar de ser dura delante de una cara tan hermosa.

Sacudió su cabeza y limpió con la servilleta las gotas de malteada que habían caído a la mesa en un gesto evasivo.

—Es… muy pronto, ¿no? Para hablar de amor.

—No lo creo. Eso se sabe o no se sabe —pasaron los segundos, y Julia siguió en silencio—. Aceptaré si sólo me estás amando ahora, y no puedas comprometerte para el futuro —Julia frunció su ceño y lo miró confundida—. Aunque yo preferiría otra cosa…

—¿Qué cosa?

—Ámame siempre, Julia. No sólo ahora, que las cosas van bien entre nosotros —el corazón de Julia empezó a palpitar con violencia en su pecho, y no supo si ahora mismo estaba pálida como la muerte, o roja como un tomate, pero se sentía aturdida.

Nicholas extendió la mano a ella acomodando suavemente su cabello, mirándola con ternura.

—¿Tú… puedes hacer una promesa así?

—Sí.

—¿De amarme siempre, aun cuando… las cosas se pongan difíciles?

—Sí. Es seguro que en algún punto las cosas se pondrán difíciles, y entonces, también te amaré.

—Pero ¿qué garantiza…?

—No hay garantía. Es un salto de fe—. Los ojos de Julia se humedecieron profundamente conmovida, y cuando él tomó su mano, ella se acercó más.

—Estoy totalmente segura de que ahora mismo te estoy amando mucho —Nicholas sonrió feliz, y se acercó a ella para besarle los labios, pero ella lo detuvo—. ¿Y tú?

—Sí, también te estoy amando mucho ahora. Dudo que haya algo en el mundo que pueda separarme de ti en este momento, pero si algo así pasara, Julia… ten por seguro, que allá donde esté, solo y triste, te estaré amando también, porque… desde que te vi, y a medida que te fui conociendo, fui descubriendo cada vez todas esas virtudes que te hacen perfecta, y encontré que aun tus defectos me encantan. ¿Por qué lloras? —preguntó él cuando una lágrima rodó por la mejilla de Julia, y la barrió con su pulgar.

—Es que esto es demasiado…

—No es demasiado.

—¡Demasiado hermoso! —concluyó ella—. En un momento yo… no tenía nada, ni a nadie, y de repente siento que puedo abrazar al mundo entero, todo porque apareciste tú.

—Eres fuerte, inteligente, y muy valiente… Seguro que habrías logrado conquistar el mundo sin mí.

—Pero no habría sido tan brillantemente hermoso como contigo—. Él volvió a sonreír.

—Eso quiere decir que me amas.

—Dios sí —contestó ella abrazándolo, cerrando los ojos con fuerza y apretándolo en sus brazos—. Sí, sí. Te amo—. Nicholas inspiró hondo. Esto lo hacía en extremo feliz. Fácilmente podía imaginar toda una vida con ella, y no pudo sino agradecer, porque casi sin estar buscándolo, encontró la felicidad. Ella se había convertido en su mundo, y quería empezar a construir el futuro junto a ella.

Besó sus labios y le sonrió, deseando poder expresarle todo lo que estaba sintiendo, pero definitivamente no había palabras, y sólo la miró y la miró, mientras en su mente y en su corazón hacía promesas, tantas promesas, que hasta él se abrumaba.

—No esperaba recibir una confesión hoy, y menos en una cafetería —dijo ella riendo, y Nicholas correspondió a su sonrisa.

—Ni yo, pero hace días que quería decírtelo.

—¿Por qué has esperado hasta hoy?

—Porque te conozco, ibas a pensar que era demasiado precipitado y pondrías en duda mi sinceridad.

—Yo no habría hecho eso —dijo ella esquivándolo, mirándolo de reojo, y Nicholas volvió a reír—. Pero ya que hemos conocido nuestras familias, y tú soportaste como campeón la prueba de hoy… es verdad que se hace más cierto todo. Aunque… todavía te falta Bill. Si acaso se porta desagradable…

—Lo entenderé, es un anciano y te adora. No puedo odiarlo, aunque me eche de su casa y me prohíba verte; fue el hombre que prácticamente te salvó de la soledad cuando eras una niña—. Julia respiró hondo.

—No tengo ni un mal recuerdo de él, al contrario de mi padre biológico. Es increíble cómo opera el destino… a Bill sólo le faltó ser un poco más dedicado en sus trabajos para ser perfecto.

—¿De verdad?

—Era la queja constante de mamá, lo pobre que era Bill, y que los trabajos nunca le duraban mucho. Cuando estaba pequeña nada de eso me importaba, pero ya luego… supe que era un defecto serio. Luego entendí que estaba enfermo, que había trabajos que simplemente no podía realizar… El médico dijo que ese cáncer se desarrolló lentamente y durante años, y también afectó su corazón, de modo que no podía realizar trabajos demasiado pesados… Cuando llegaba a casa después de que lo despidieran, o él mismo renunciaba, se armaba la bronca con mamá… ella siempre odió la pobreza, pero no es capaz de crear riqueza.




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