Bill Stanton sentía dolor en el pecho. Se masajeó un poco tratando de calmar la molestia, pero entonces vio a Julia salir de su casa y encendió el auto. Era un auto viejo que había alquilado, ruidoso y que despedía mucho humo negro, pero le estaba sirviendo para su propósito.
Anoche vino para hablar con Julia, y tenía todo un repertorio de palabras lastimeras preparadas para ablandar el corazón idiota de esa chica. Necesitaba dinero, y más que nunca, necesitaba tenerla completamente de su lado, pero entonces se dio cuenta de que Nicholas estaba allí con ella, pues su auto estaba aparcado afuera junto al de ella. Esperó toda la noche, pero él no se fue, lo que indicaba que esos dos habían regresado y estaban juntos.
Había estado feliz de que ella lo dejara, o tal vez había sido él, no le importaba; el caso es que su Julia no tenía ya nada que ver con Nicholas, estaba totalmente sola otra vez.
Sin embargo, pasar la noche juntos era una mala señal.
Maldición, esa estúpida era demasiado blanda. O tal vez Nicholas era más obstinado de lo que pensó. Odiaba completamente la idea de que ahora mismo ella estuviera con ese imbécil, sintiendo que en él tenía respaldo, remplazándolo completamente.
Desde que era una niña, se había empeñado en ser el único refugio de esa chica; siempre estuvo de su lado, soportó sus tonterías e historias infantiles y la acompañó en cada paso de la vida. Él, que detestaba los niños, hizo de padre de una mocosa que lo miraba como si fuera su héroe, pero la necesitaba tal vez más de lo que ella lo necesitaba a él.
Estaba enfermo, y no quería morir solo en un callejón. Si iba a morir, tendría una muerte digna. Si iba a estar en un hospital, alguien debía pagar las cuentas para no tener que recibir malos tratos de las enfermeras. Julia se había convertido en su mejor proyecto.
Fue paciente, muy paciente, pues fueron años y años de inversión. Por mucho tiempo creyó que había recolectado muy bien sus frutos; ningún hombre se la llevaría, pues era insegura, con un terrible temor al abandono, dependiente del cariño de los demás.
Le había hecho creer que jamás sería una buena amante, una buena madre, una buena esposa. Le inculcaba la desconfianza hacia las amigas que la rodeaban, ninguna era apta, en ninguna debía creer.
Incluso empeoró la relación que tenía con su madre y su medio hermano.
Oh, Simone era un grano en el culo y la peor madre que jamás vio, pero Julia tenía tendencia a perdonarla siempre, y hasta servirla, pero que Simone estuviera presente significaba compartir a Julia con ella, por eso hizo todo lo que pudo por distanciarlas cada vez más, hasta que al fin Simone se fue de la ciudad con su hijo, dejándola sola.
En vez del amor de las personas, Bill había intentado que se refugiara en los libros, haciéndola la mejor de la clase. La había impulsado para que fuera exitosa, pues le convenía si ella hacía dinero. Cuando Clifford, ese estúpido, estuvo a punto de negarle la universidad, la empujó a reclamar sus derechos.
Julia era lo que era por él; le pertenecía.
Como se hizo muy tarde, dejó la casa de Julia y volvió a la pequeña habitación de hotel donde se estaba quedando, sucia y estrecha, pero no quería gastar más dinero. Había salido de su casa porque sabía que los Richman intentarían coartar sus acciones, de modo que tuvo que cambiar de domicilio. Era una pena, pues su pequeño apartamento era cómodo y totalmente gratuito, incluso tenía a alguien que cocinaba y limpiaba por él…
Estúpidos Duncan y Nicholas. De verdad, ¿por qué no se deshizo de ellos aquella vez? Pero se había detenido al pensar que iría preso por esto, y sería perseguido por la policía. No quería ese tipo de líos, pero la tentación había sido muy fuerte.
Esta mañana, volvió a casa de Julia bien temprano, antes de que ella se fuera al trabajo, pero la vio en el sentido contrario de la calle, así que la siguió.
Ella no estaba yendo a sus oficinas, sino que fue al hospital. Seguro venía a averiguar por él y su salud, sonrió. Fue luego que entendió que ella no había venido aquí por él, sino por ella misma. ¿Estaba enferma?
En el momento en que una enfermera le entregó el papel con lo que seguramente eran los resultados, y le vio la expresión preocupada en el rostro, se acercó por fin y le arrebató el papel.
Si Julia estaba enferma, todo habría terminado para él, pensó.
Pero no estaba enferma.
—¡Bill! —exclamó ella al verlo, totalmente sorprendida por esta inesperada aparición. Intentó recuperar el resultado, pero él se lo impidió dando un par de pasos atrás y bloqueándola con el otro brazo. Ella pareció sorprendida de su fuerza y sus actitudes.
—¿Qué es esto? —preguntó él con el ceño fruncido. Tardó un poco en entender la jerga médica, pero al fin comprendió de qué se trataba—. ¿Estás…? ¿Tú estás…?
—Bill, eso es privado. Dámelo, por favor.
—Tú… —maldita zorra, quiso decir, pero usó todo su autocontrol para contenerse. No podía enemistarse con ella. La necesitaba—. Esto es…
—Bill, devuélveme la hoja, por favor. Estás llamando mucho la atención—. El tono de ella no era amable o cariñoso como siempre, sino un poco duro, y eso encendió una alarma en él. Era culpa de Nick, maldito. La estaba alejando de él, y ahora, con esto… la estaba perdiendo.