Ámame siempre

XXVII

—No, no entiendo. ¿Cuál es el propósito de ese anciano? —preguntó Margie mirando a Julia con su ceño fruncido luego de dar vueltas por su oficina.

Julia la había llamado de emergencia.

Hacía tiempo, cuando aún estaban en la universidad, habían creado el código de emergencia que era para los casos extremos en donde una necesitaba a la otra. Hasta el momento, siempre fue Margie quien lo usó; en una ocasión porque estaba muy borracha y un grupo de chicos pretendía llevarla a seguir la fiesta en casa de uno de ellos; Margie le envió el código junto con su ubicación, y se encerró en un baño mientras Julia llegaba. En otra, porque su casera la echó de su apartamento sin previo aviso ni justificación y estaba en medio de la calle con sus cosas sin saber qué hacer. Julia fue la cabeza fría que le indicó qué pasos legales tomar, y hasta le prestó dinero.

Hasta ahora, habían respetado el código, y por primera vez en la historia, era Julia quien lo usaba.

Fue hasta su oficina esperando encontrarla muy mal anímicamente tal vez por haber terminado con Nick, por haber perdido su empleo, o cualquier otra cosa igual de horrible. Julia pudo haberlo usado muchas veces en el pasado, como cuando su padre le quitó la tarjeta de crédito dejándola a su merced, o cuando la acusaron de fraude, etcétera, pero no.

Y eso le hacía sentirse mal, y molesta, y hasta algo dolida. Julia siempre quería afrontar todo sola.

Bueno, se dijo, supongo que es un avance que me llame hoy.

—Yo tampoco lo entiendo —dijo Julia como respuesta a la pregunta de Margie, masajeándose las sienes y apretando los dientes. —De verdad, no sé qué quiere. Me usó para que parezca que fui yo quien le dio a la prensa esta información. De no ser porque Nick… me conoce, y sabe que no haría algo así… estaríamos afrontando una segunda pelea monumental—. Margie la miró de reojo. También le reprochaba que no le hubiera contado que por semanas estuviera separada de Nick por una pelea.

Calma, calma. No se fundó Roma en un día, se repitió.

Alejó su mente de los reproches a su amiga y se concentró en Bill Stanton. Ya no era, para nada, el anciano afable que era celoso con Julia, y que nunca aprobó su amistad con ella. Sólo lo vio un par de veces, y en ambas ocasiones la trató con displicencia, y luego le dijo a Julia que esa amistad con ella no le convenía. Al principio pensó que sólo era sobreprotector, celoso, pero ahora, años después, y sabiendo lo que sabía de él, no podía verlo así.

—Te quiere sola, aislada —dijo Margie, mirándola como si acabara de hacer un horrible descubrimiento—. Desaprobó siempre todos tus amigos, fueran hombres o mujeres, porque te quería sola, sin nadie con quien contar, nadie que te ayudara de manera emocional.

—No. Él siempre me impulsó a ser fuerte, segura, a ganar dinero…

—¡Para él! Segura en los negocios, en tu profesión. ¿No te decía siempre que las mujeres hoy en día podían llegar tan alto como cualquier hombre? ¿No elogió siempre tu inteligencia en los números y todo eso?, pero con los otros seres humanos, logró que fueras desconfiada, insegura… Ese vicio que tienes de tratar de resolver todo sola, ¿no es a causa de él?

—¿Crees que haya llegado tan lejos en sus pensamientos?

—Sí. Creo que es un viejo mañoso, con la paciencia suficiente como para sembrar por años y años.

—Entiendo que quisiera que yo lo cuidara en su vejez y por eso fue bueno conmigo… Pero… ¿por qué separarme de mis seres queridos?

—Para que nadie intentara abrirte los ojos. Y Nicholas Richman es su peor enemigo. Seguro que no soporta que estés de parte suya y por eso se comporta así, tratando de alejarte de él.

Julia se mordió los labios. Todavía estaba descubriendo cosas horribles de Bill, y apenas empezaba a asimilar las anteriores, esto era demasiado.

—Pero no estás sola —le dijo Margie sentándose a su lado y tomando su brazo para acercarla—. No le funcionó. Aunque a veces eres un incordio, lograste hacer amigos que te quieren de verdad. Yo soy una—. Julia la miró con una sonrisa conmovida.

—Disculpa que no te haya contado nada—. Margie sacudió su cabeza descartando la necesidad de una disculpa.

—La cuestión es… ¿Qué harás ahora?

—Convocar una rueda de prensa—. Margie elevó sus cejas en señal de sorpresa—. Ya que Bill involucró a los medios, tenemos que responder con la misma arma, y los Richman tienen dinero y poder; más que Bill Stanton. Le va a pesar meterse con nosotros.

—Ah, no sigas o entraré en éxtasis —sonrió Margie emocionada—. ¿Y luego?

—Tenemos que desenmascararlo… La gente sabrá que el progenitor de los famosos hermanos Richman es un antiguo narcotraficante que una vez los abandonó… y actualmente pretende sacarles dinero. Lo destruiremos antes de que él nos destruya a nosotros.

—Y los Richman… ¿están de acuerdo con esta idea?

—Estoy segura de que lo estarán. Nick ya quería denunciarlo a la policía antes… Fui yo quien se opuso, pero ya no—. Margie aplaudió.

—¿Y en qué puedo ayudar yo? —Julia la miró sonriendo. Los Richman tenían un equipo con el que era más que suficiente para hacer todo esto, pero el apoyo que Margie le daba era invaluable.




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