Mirando un documental sobre el mundo maya me vino a la mente un nombre, Amanda. Muchas veces quise olvidarlo pero los ojos de la memoria voltearon al pasado encontrándose con el recuerdo, mi mente se internaba en un viaje en el tiempo recordándome la expedición que hice al sur de México en una investigación para graduarme de la universidad. Participaba en una exploración que trababa de encontrar ciertos rastros que aprobaran ciertas teorías sobre el mundo maya.
En la tv pasaban una toma de la pirámide de chichen-Itzá, y unos nativos con su vestimenta en una especie de ritual, en el viaje presencié un ritual donde utilizaban diferentes especies animales, algo único en la vida. Eso me volcó el alma y me traía de nuevo al recuerdo, un recuerdo amargo, un recuerdo lleno de nostalgia, un recuerdo que había quedado en el pasado y sin embargo me alcanzaba de nuevo; como si el ritual me llevara en el tiempo y recordara de nuevo los planes que tenía después del viaje. Quería regresar y advertirme que no me acercara a ella, que me alejara, que me quedara en México y no regresara a mi departamento de mi ciudad natal. Su nombre se dibujó en pensamiento "Amanda". Mi pecho se contrajo pensando diferentes preguntas, ¿Que sería de Amanda?, ¿Cómo la tratará la vida ahora que no estoy?, ¿Quién cuidara de ella?, ¿Quién estará a su lado? Tal vez eso nunca lo sepa, tal vez ella ya esté muerta pues han pasado cincuenta años desde que encontré la carta.
Recordé el día que arribé a un pueblo muy cerca del castillo "chichen-Itzá" en el estado de Yucatán. Recuerdo la tarde que pintaba de color naranja el azul del cielo. Rápidamente me apresuré a ponerme en contacto con Rick Paterson un arqueólogo muy reconocido por sus grandes descubrimientos. Al contactarlo me explicó lo de la estancia y que no serían tres meses como teníamos predicho y la investigación concluiría en un mes y medio pero que no nos preocupáramos por eso, aprenderíamos más de lo que la universidad nos había enseñado en toda la licenciatura.
Me complació mucho enterarme que los gastos corrían por parte de la corporación encargada. Rápidamente fui a cenar en un restaurante del pueblo. Al regresar a la cabaña que me asignaron, no sé por qué razón pero me subí al tejado de la casa, recuerdo muy bien que estaba construido con madera en forma de tablas muy delgadas, le llamaba tabletas o algo parecido. Al estar en la parte más alta de la construcción me sorprendió una vista del cielo completamente estrellado. Eran tanto el número de estrellas que pareciese que no había campo para ninguna más. Eso me recordó que así la conocí, con la cafetería de la escuela que siempre se encontraba a reventar y rara vez tenías la oportunidad de encontrar una mesa desocupada.
Muchas gracias por visitar mi escrito, en verdad se los agradezco. Quédate te aseguro no te arrepentirás.