Paso una semana sin que tuviera algún encuentro con Amanda, aun persistía la culpa de acusarla de traicionarme, cuando ella solo me había ocultado los hechos para no causar problemas entre nosotros. Irónicamente eso fue lo primero que causo. Sentí muchas ansias de llamarla pero no estaba preparado para ello. Pasaron otros dos días sin comunicación alguna, hasta que una llamada a las dos de la mañana me arrancó de apacible mundo de los sueños y me trajo a la realidad en medio de la noche. Tomé mi teléfono y vi que se trataba de Amanda, me despabile de inmediato y supuse que era algo importante puesto que nunca me había llamado a altas horas de noche. Deslicé el icono de llamada para contestar.
– Bueno – contesté con un tono soñoliento fingido - ¿Todo está bien?, ¿Paso algo?
– Hola Ray – se podía escuchar sollozar al otro lado de la línea – la viejita me acaba de correr, en este momento estoy afuera de su casa.
Al escuchar sus palabras revueltas con lágrimas, me entro una angustia y quise estar con ella en esos momentos. Inmediatamente pensé en ofrecerle mi casa para que se quedara conmigo por algún tiempo.
– Espérame unos minutos, ya salgo para haya – dije mientras me levantaba de manera apresurada en busca de ropa.
– No es necesario – respondió ella – solo no quería estar sola mientras espero a mi transporte, ya le avisé y en una media hora pasa a recogerme, recuerdas que te conté que al salir del trabajo un taxista se encarga de llevarnos a nuestra respectivas casa asegurándose de que lleguemos con bien. Le avisé sobre lo ocurrido y me ofreció asilo temporal mientras encuentro otra residencia.
Otra vez se repetía la historia, pero no podía refutar nada puesto a nuestra última discusión y la reacción que había tenido alejando por más de una semana. Solo lo acepté y decidí preguntar sobre porque la había echado a la calle.
– ¿Por qué te saco la señora? Es que se portó tan amable y considera con nosotros cuando recién fuimos a su casa. Imaginé que te llevarías bien con ella.
– Pues al principio nos entendimos muy bien – comenzó Amanda – pero en ocasiones la escuche hablando sola y en la noche la escuchaba murmurando plegarias en su cuarto. Al principio creí que era normal así que no le di importancia, hasta que una noche me despertó uno de sus gritos y yo asustada salí de mi cuarto a ayudarla, pero al llegar la vi sola en la cocina con cuchillo en mano gritándole a alguien imaginario que se fuera y no me atreví a intervenir. Luego pasaron varios días que no pasó nada y todo regresó a la normalidad. Hasta ahora que al regresar del trabajo ella me esperaba despierta, se me hizo extraño y entre en la vivienda un poco nerviosa, cual mi sorpresa al entrar la vi sentada en su sillón con un cuchillo en su regazo. Me pidió que me sentara y comenzó a acusarme de sucesos sin sentido. Al principio me acusó de ser una bruja enviada por satanás y no sé qué tantas sartas de creencias religiosas, estaba sumamente confundida y no sabía cómo reaccionar y convencerla de su error. Repentinamente su visión cambió y se levantó con el cuchillo apuntando en mi dirección, me puse muy nerviosa y ella continuo diciendo “tú eres la bruja que mato a mis hijas, ¡LARGATE!”, me llene de pánico y me metí a la habitación y comencé a recoger mis cosas y ella apareció con el mismo cuchillo, rápidamente tomo una de las mochilas y se dirigió a la salida de la casa y la lanzó hacia fuera. Me quede paralizada pues había metido mi computadora ahí. Regresó al cuarto y me apunto con el cuchillo haciendo señas y gritando improperios, presionándome para que saliera inmediatamente. No sabía que hacer Ray, verla de esa manera me lleno de terror y no supe cómo reaccionar. Dejé buena parte de mi ropa en los cajones que no alcancé vaciar. En verdad estaba loca Ray, ahora entiendo porque su familia la tiene aislada.
Me quedé impactado con el relato sobre la anciana que se veía completamente inofensiva, pero ahora sabíamos que estaba completamente loca, iba a sugerir que después la acompañaba a recoger lo que le quedaba de ropa en la casa, pero tal vez sería no hacerlo para no perturbar la paz de la señora.
– A se me olvidaba decirte – dijo Amanda – mi celular tiene poca pila y es probable que en cualquier momento se apague, para que no te preocupes si se corta la llamada.
Asentí y comenzamos a platicar para hacer tiempo para que llegaran por ella, hasta que inesperadamente se cortó la llamada, estaba preocupado por ella pero sabía que estaría bien, al final siempre encontraba algún salvavidas y se arrojaba de nuevo al vacío.