Tenía todo el día observando la casa de los papás de Amanda, no había movimiento alguno que indicara que fuera a salir. Estaba ya oscureciendo cuando salió su papá, se tambaleaba, imaginé que estaría bajo los efectos del alcohol, eso me facilitaba las cosas en cierto sentido. Lo seguí a una distancia prudente, él no se percató de mi precedía en ningún momento. Caminé unos minutos siguiéndolo hasta que llegó a una licorería, se introdujo y yo esperé afuera. No paso mucho cuando salía del lugar con una botella de vino, pensé que regresaría a su casa pero tomo la misma dirección que llevaba antes, hacia el sur. Reanude mi persecución. Avanzamos hasta llegar a un parque con muy poca iluminación, ahí se detuvo en una de las bancas y destapó la botella dando dos grandes tragos de licor. Pensé en cómo llevar cabo lo que tenía planeado, repasé el plan mentalmente y me acerqué a mi objetivo.
– Buenas noches – saludé cuando me encontraba en frente de él - ¿Me recuerda?
El señor se sobresaltó un poco con mi presencia pero luego se calmó dando otro sorbo a la botella. Me estudio por un momento frunciendo el ceño y antes de contestar volvió a tomar otro trago de licor.
– Tu eres el amigo que acompaño a mi hija a mi casa el otro día – contestó con arrogancia – sabes, no tienes ni educación ni clase, te comportaste como pusilánime y saliste casi corriendo de la casa solo por mi presencia. No eres más que un mocoso insolente y necesitas que alguien te enseñe modales.
Al terminar se volvió a empinar la botella. Pensé que se levantaría e intentaría golpearme pero seguía sentado. El papá de Amanda ni siquiera imaginaba el motivo que me llevaba a él esta noche. Pensé un poco que decir, pero decidí seguirle la corriente para averiguar qué idea proyectaba de mí.
– ¿No tengo modales dice? – Mi tono era calmado pero provocador - ¿Y quién me va educar esos principios?, ¿Usted?
Él siguió inmutable en la silla del parque, no movió un musculo ante la arrogancia de mi comentario, solo seguía bebiendo sin parar. De repente extendió su brazo alzándome la botella.
– Debemos tomar valor – dijo con la mano extendida, dude por unos segundo pero necesitaba el trago, tomé la botella cuidándome todo el tiempo, di un buen trago y se la devolví.
– ¿Qué es lo que pretende con esto? – cuestioné enseguida.
– Nada, solo mera cortesía. Te diré mi nombre, me llamo Arturo – contestó mientras hacia un gesto con los hombros.
– Ya estuvo bueno de tanta elegancia, ¿Qué cortesía tendía un hombre el que intento violar a su propia hija? – no tenía ni la más mínima intención de presentarme ante aquel sujeto miré claramente palideció ante semejante pregunta y se paró de la silla para encararme.
– ¿Qué sabes tú de todo esto?, mero cuentos de Karely – Karely, ya había olvidado su verdadero nombre – ella lo inventó todo solo para manipularte y usarte como a todos. Ella me provoco, ella quería que yo su propio padre se encargara de romperle sus ataduras, para ser libre y entregarse a hombres como tu sin ninguna restricción. Pero cuando yo intente cumplir su deseo se negó huyendo desnuda y volviendo por la mañana para volver a largarse. Karely no es más que una puta, ¿Con cuántos más se habrá acostado?, ¿Cuántos se habrán metido con ella mientras tú pensabas que eras el único en su vida?, ¿Cuántos más…
El puño encontró su cara para callarlo, no iba a permitir que siguiera hablando mal de Amanda, ella nunca podría hacer algo así. Estaba en el suelo por el impacto, este solo era el primero de mucho pero quería disfrutar un poco de su agonía. Se recompuso lentamente, y se puso de pie trastabillando un poco, simuló tocarse la cara, súbitamente me lanzó un golpe con la botella de vidrio directo a la cabeza, instintivamente subí mi brazo para protegerme, el golpe me hizo sentir un dolor agudo en el antebrazo. Me incorpore rápidamente dando una patada a su estómago dejándolo en cunclillas, alejé la botella de su posición, lo observé y momentos después mi pie ya se encontraba en su estómago haciéndolo rodar de lado. Caminé despreocupadamente sobándome el brazo, al estar a un lado se aferró a mis piernas dos golpes en la cabeza bastaron para que me soltara he intentara huir. Le di alcance y pise con toda mi fuerza una de sus manos, saliendo un grito agudo de su boca. Sentía tanto alivio al pensar que hacia justicia, que cobraba un poco del dolor que le causo a Amanda. Levanté de nuevo mi pie, y lo deje caer con todas mis fuerzas en uno de sus tobillos, me pareció escuchar un leve crujido bajo la planta, no me importó solo quería escuchar su gritos. Hice lo mismo con el tobillo y la mano sana que aún le quedaban. Sus gritos ahogados inundaban la noche pero no había quien lo auxiliara. Por fin considere suficiente su dolor saque un puñal que llevaba conmigo, el papá de Amanda palideció al verlo brillar en la oscuridad, intento huir pero solo consiguió arrastrase unos metros, se volteó suplicante. En un rápido movimiento me abalancé sobre él poniendo el cuchillo en su garganta.
– Solo diré esto una vez, lárgate lo más lejos que puedas de esta ciudad y nunca contactes en tu vida a Amelia y Aman… Karely. Si vuelve a tener contacto con ellas, volveré y te mataré, no sin antes hacerte sentir más dolor que en tu miserable existencia pueda soportar.
Sus ojos denotaban el terror antes mis palabras. Asintió con bruscos movimientos de cabeza mientras las lágrimas corrían por toda su cara. Como iba a irse en ese estado no me importaba, pero estaba seguro que no sabría de él en un largo tiempo. Saqué de la bolsa de mi pantalón y le tire un trapo.