Amanda

CAPITULO 2 EL NOVIO

El hombre cruzo el bosque corriendo a gran velocidad, dejando tras de sí un caos evidente. Los animales huían despavoridos, como si el más feroz de los depredadores acechara hambriento. El individuo observo a su alrededor, se miro las manos embarradas y sonrió orgulloso porque aquella había resultado una jornada fructífera y la vida, después de todo, no era tan desagradable. Tenía salud, fuerza, vigor y era el amo de su destino, de modo que emprendió el camino de regreso más que satisfecho. Aminoro la marcha y se dirigió al palacio, desde lo profundo del bosque se vislumbraban las altas torres del templo, aunque no las necesitaba para reconocer el sendero de vuelta. Respiro profundamente aquel aire pleno de olores salvajes, regalo de la naturaleza y de los dioses, y se creyó un hombre afortunado. Regresaría a sus obligaciones, esbozaría su mejor sonrisa fingida y los días transcurrirían sin mayores sobresaltos. La guerra con el Reino vecino de Undria había terminado con un tratado de paz y la calma devolvía a los ciudadanos la tranquilidad tan añorada. Atrás quedaban las luchas y las muertes sin sentido, los meses de enfrentamientos y el derramamiento inútil de sangre. Hombres valientes fallecieron en aras de un Imperio mejor, personas buenas, padres de familia, hermanos, hijos, esposos devotos. Odiaba pensar en las viudas y huérfanos, en las familias desmoronadas, en los cuerpos desmembrados sembrados en el campo de batalla bajo una bandada de cuervos voraces. Pero la guerra era la guerra, y nadie sometería al Imperio de Faryas a la humillación de verse dominado por unos seres inferiores e ignorantes, verdaderos barbaros ansiosos de poder y de riquezas, animales sin escrúpulos sedientos de sangre y terror. No permitiría jamás que las mujeres fuesen ultrajadas ni que los pequeños fuesen esclavizados, perdiendo su infancia e inocencia. Con esos pensamientos en la mente emprendió el regreso.

Catalina observo la foto minuciosamente y se mostro satisfecha. Todas las vicisitudes sorteadas, la interminable lista de candidatas huecas e inútiles, una serie de mujeres ambiciosas que solo anhelaban el poder y el reconocimiento más que el bien del pueblo o del propio Emperador, el mantener oculto el secreto de su hijo…todo aquello resultaba agotador y poco viable. Llevaba tiempo intentando encontrar a quien fuera perfecta para él, por lo debió buscar en Reinos lejanos y posteriormente en Dimensiones similares a la de Faryas para exterminar de una vez con todas con semejante empresa. El esfuerzo de encontrar el paso entre los Mundos, recurrir a magos, brujos y adivinos, consultar al Oráculo, cualquier cosa era útil con tal de alcanzar su objetivo. Las negociaciones habían sido arduas pero los resultados valían todo el tiempo invertido. Finalmente había encontrado la esposa para su hijo a un precio más que razonable, aunque hubiera pagado mucho más de ser necesario con tal de obtener lo que quería. Lo importante era su salud, que la muchacha fuera fuerte y sobre todo, capaz de concebir un heredero sano y sagaz para continuar su linaje. Si sobrevivía al parto sería un milagro, pero ese era un problema secundario. La historia clínica era testigo fiel de las palabras del padre y evidenciaba la fortaleza de Amanda, aunque ese nombre no era digno de una Emperatriz, pero eso resultaba totalmente irrelevante a esas alturas. La pureza del linaje era una cuestión primordial porque la nobleza de estirpe implicaba un heredero capaz, con instintos naturales para gobernar, algo que los Emperadores llamaban “pureza de origen”. La búsqueda había sido larga y tediosa sin embargo, y a pesar de cualquier obstáculo en el camino, su hijo se casaría y prolongaría su dinastía, permaneciendo eternamente en los libros de Historia donde se detallarían cada una de sus hazañas. Un vástago continuaría con su legado y el futuro de Faryas quedaría asegurado.

Federico ingreso al salón con las botas enfangadas, los pantalones rotos y el cabello alborotado. Era un gobernante fuera de lo común desde todo punto de vista, sensible, modesto, excelente guerrero y su corazón era indomable. Ninguna mujer había logrado tomarlo aunque Federico tampoco deseaba ser conquistado ya que consideraba que su secreto impediría cualquier unión posible. Así mismo, tampoco le gustaba sentirse vulnerable y muchas veces había sido testigo de situaciones en que sus hombres se doblegaban con tal de no perder a sus mujeres e hijos. Aquello definitivamente no era para el. Su madre lo observo con desagrado y su enfado se evidencio en el tono severo de su voz.

_ ¡Esas no son formas de aparecer aquí!_ le grito Catalina furiosa_ Un futuro Emperador debe cuidar su imagen. Esas son las fachas de un campesino…es totalmente inaceptable. Todos esperan más de vos…yo necesito mas de…lo que sea que puedas darme. ¿Obediencia? ¿Empatía? ¿Respeto? ¡Solo los dioses saben ¡

Federico intento en vano acomodarse el cabello y se dejo caer en el sillón haciendo caso omiso a las palabras de su madre, hecho que indigno aun más a Catalina.

_Sabemos perfectamente el por qué de mi apariencia y a estas alturas no debería sorprenderte, MADRE.

La mujer dio un suspiro de resignación. Su hijo estaba en lo cierto pero bien podría haber tenido la delicadeza de higienizarse antes de estar en su presencia.

_Ya encontramos a la joven que se casara…

No pudo terminar su discurso pues Federico salto del sillón para expresarle con rabia:
_Te dije que no quiero casarme y estas empecinada en que lo haga. ¿Qué tipo de futuro puedo ofrecerle a una mujer? ¿Estás consciente de eso? ¿Es que acaso no consideras el peligro al que la expondrías?

_Eso es lo de menos, querido. Acá lo que importa es tu linaje. No voy a permitir que esos desfachatados tomen el control de este imperio, Tu Imperio. Las cosas ya están planeadas, la chica ya fue elegida, goza de buena salud y lo demás es puro cuento.

_ ¿Y ella está de acuerdo? ¿Tiene la menor idea del caos en el que se está sumergiendo o es simplemente una masoquista, una mujer a la que le agrada el peligro y la violencia??Porque la verdad es que no me gustaría tener que mentir todo el tiempo. Quisiera estar con una persona que me aceptara por lo que soy y no por lo que represento, alguien con quien compartir mi vida con la libertad que merezco, que ambos valemos. No deseo un matrimonio basado en una farsa_ expreso encolerizado.




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