Amanda

CAPITULO 13 SALIENDO DEL CLOSET

El regreso al palacio fue lento y tedioso debido a la gravedad de las heridas y al estado de salud de Maximiliano, quien luchaba por su vida minuto a minuto. Nadie se atrevió a mencionarle nada a Federico, esas eran las normas de batalla. Se mantuvo alejado durante media hora pugnando por calmar la fiera que vivía en su interior, gritando, golpeando arboles, intentando sacar de lo profundo de su ser, la rabia contenida. Sus hombres lo observaban con disimulo sin pronunciar palabra y cuando se hubo calmado, regreso entre los suyos. Difícilmente podía distinguirse el color de su cabello o el tono de su piel: era un cuerpo bañado de sangre caminando entre un grupo de sobrevivientes. Tan pronto como se detuvieron cerca de un arroyo, se sumergió en el en un intento por recuperar su imagen humana, así, sintiéndose más limpio volvió con los suyos. Reviso uno a uno a los sobrevivientes, constato la severidad de las heridas infringidas por Rogelio el Tuerto, profirió una decena de palabras obscenas y ordeno el sereno regreso al palacio. Ryon llevaba a Maximiliano en su caballo, protegiéndolo como a un niño para que no se cayese, escuchando sus minúsculos murmullos y rogando llegar lo antes posible.

Un grupo de carretas preparadas para recibir heridos los encontró en el camino. Amanda había ideado un plan de contingencia: vehículos apropiados para el traslado de los sobrevivientes, toda el ala oeste del palacio transformada en una improvisada sala de emergencias, doctores, vendas, medicamentos, ungüentos y material quirúrgico. Para Maximiliano, una habitación con dos camas, por si alguien deseaba quedarse a acompañarlo (Ryon), un especialista aguardando su arribo y un grupo de mensajeros que llevaría noticias a los parientes de los heridos. La Emperatriz había llevado manos a la obra, confiando en el regreso de su esposo y de toda la comitiva.

El ala oeste presentaba una entrada independiente por lo que el ingreso y egreso de personas podía ser rápido y fluido. Amanda se apresuro a recibirlos en cuanto los vio llegar desde la planta superior del palacio. Llevaba largo tiempo prendida a la ventana intentando distinguir algo a la distancia, apostando ciegamente a su regreso.

Le dio un fuerte abrazo a su esposo y se tranquilizo al ver que todos los hombres habían vuelto. Ryon se encargo del traslado de Maximiliano a su habitación y el resto de los heridos fueron transferidos a sus cuartos donde recibieron una inmediata atención médica. El doctor Deurus suturo cada una de las heridas, constato la presencia de varias costillas fisuradas o rotas y una cantidad obscena de magullones y golpes. El pobre hombre estaba vivo de milagro.

Ryon permaneció a su lado velando su sueño, escuchando cada respiración y latido como si fuese el último, anhelando verlo abrir sus ojos aunque mas no fuera para discutir o tildarlo de idiota, cualquier cosa era preferible a esa angustiante espera. Por su parte, Amanda recorría varias veces al día las habitaciones observando la evolución de los heridos. Sus familiares más cercanos habían sido notificados y contaban con un permiso especial para poder visitarlos. Cuando la situación se hubo estabilizado, la Emperatriz considero que era el momento apropiado para saber un poco más sobre lo acontecido ese día. Federico intentaba en vano darle vueltas al asunto, después de todo era su esposa con la que estaba hablando y no una extraña, de modo que intento ser lo más sincero posible.

_La cosa se remonta poco después de mi nacimiento. A medida que iba creciendo presentaba dificultades respiratorias, anemia y mucha debilidad. Todos decían que era un mal desconocido y que no sobreviviría ya que tenía muy bajo peso y me costaba mucho superar mis continuas disneas. Era el único hijo del Emperador Augusto y la Emperatriz Catalina por lo que resultaba indispensable que el heredero gozara de buena salud y continuara con el legado familiar. Cierto día, una de las muchachas de servicio le comento a mi madre que había una mujer que leía el futuro y que quizás podría orientarla en mi crianza. Así fue como esta señora, una adivina o algo por el estilo, le dijo que existía una especie de maldición familiar, un destino signado. Hablo de perros gigantes, los lobos obviamente, y que los verdaderos líderes de Faryas sufrirían una transformación frente a un peligro ingente, una cuestión de pureza de sangre, o algo por el estilo. Viéndolo bien quizás mi madre buscaba alguien de la misma estirpe para que me casara, pero ese es otro asunto. Le dijo que la sangre necesitaba sangre y que sería mejor que la consiguiera lo antes posible. Ese fue mi inicio en esta práctica aberrante. Mis padres creyeron que era necesario que fuese de un humano así que desangraban a los prisioneros de guerra para alimentarme. Supongo que habrán cometido algún acto pecaminoso con tal de mantenerme con vida y solo los dioses saben cuántos inocentes debieron morir para que yo estuviera parado frente a vos. Cuando crecí y supe de donde venia lo que bebía cada día, comencé a variar la dieta incorporando sangre animal hasta que poco a poco fue lo único que consumí. El tiempo ha pasado y sobre mi conciencia pesan los horrores cometidos por mi familia. No estoy orgulloso de ellos pero que más puedo yo hacer más que intentar ser un gobernante digno que pueda enmendar los errores de mis predecesores.

_Yo no creo que nada de esto sea tu culpa sino que tuviste que aprender a jugar con las cartas que te tocaron.

_Nada es fácil para mí. Convivir con este monstruo dentro del cuerpo no se lo recomiendo a nadie. Es como intentar luchar contra uno mismo y perder siempre la batalla. Nunca imagine estar casado y que mi esposa sobreviviera a mí y a Él, menos. Pensé que te mataría, que no podría controlarme. Estuve con otras mujeres, por supuesto, soy un hombre…

_Lo se_ le comento Amanda al verlo avergonzado.

_Se supone que estos no son temas para hablar con una esposa pero queres la verdad y es esta. Tenía mujeres como la que viste en mi cuarto, interesadas e inescrupulosas, capaces de hacer cualquier cosa por dinero. El Monstruo disfrutaba de ellas y las dejaba vivir porque no significaban nada, no había sentimientos involucrados, solo bajos instintos y muchas veces, placeres violentos y bestiales que intentaba dominar inútilmente. Ellas recibían el dinero y sabían perfectamente en qué situación se estaban involucrando…pero cuando te conocí todo fue diferente. No voy a negar mi indignación cuando supe lo que mi madre tramaba. Sinceramente deseaba huir, tenía pavor de herir a alguien, no sabía cómo enfrentar los acontecimientos y no lograr ver ningún futuro junto a una mujer. Para mí era sencillamente algo inconcebible, pero después te vi, y el Monstruo también. Tenía unos deseos morbosos de poseerte y yo sentía que debía protegerte pero no sabía cómo. Te mostré mi mundo, conociste a mis amigos y no podía dejar de pensarte, estabas en todas partes noche y día. Me iba de cacería en un inútil intento por mantener mi mente ocupada y estar lejos de vos, pero entonces un hilo invisible que salía de mi pecho me jalaba hasta vos una y otra vez. Aquel primer beso en el carruaje fue mi primer beso real, porque sentí…todo y entonces lo supe: alejarte era indispensable por tu bien y por el mío. El Monstruo te dañaría y no lo soportaría, aun hoy y ahora tengo terror de que eso suceda porque no puedo estar cerca de tuyo sin desearte. Planifique desilusionarte, me mantuve distante pero cuando te vi con Ryon, pobre amigo, sentí unos celos descomunales. Te juro que le hubiera arrancado la cabeza de tan solo imaginar que te tocaba. Veía la tristeza en tu mirada y sabia entonces que iba por buen camino. Luego llame a Carmen y le pedí que trajera a quien tú ya sabes, pero te juro por los dioses que jamás la toque. La dejaba sola en mi cuarto mientras me retiraba a mi escondite y aun allí continuaba recordándote. Cuando te vi llorar amargamente me pregunte hasta cuando lo soportaría y de pronto, tomaste las riendas de la situación…no estaba preparado para eso, me encontraste desprevenido y no pude contenerme. Te deseaba tanto que me dolía la piel sin embargo el Monstruo siempre estaba allí, observándome desde un rincón. En el momento en que dijiste que nos querías a ambos, algo se rompió dentro de el y pude ser yo mismo. Creo que te quiere más que yo y sería capaz de hacer cualquier atrocidad por protegerte, lo conquistaste y nos salvaste.




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