La comitiva partió raudamente hacia el castillo de Lexon. Amanda vestía sus mejores galas acompañada por su esposo, el Emperador de Faryas, y Ryon, su leal Consejero Social y amigo. Una llegada imponente demostraría poder, autoridad y respeto, cosas imprescindibles para lograr los objetivos planteados: el regreso de Maximiliano, la conformidad de su familia y de su futuro suegro, y la reconciliación de dos amantes.
Ingresaron exponiendo un tono severo, expresando la seriedad de los asuntos que los llevaban hasta ese lugar. Los emperadores no dejarían el palacio de no ser por un caso de extrema urgencia y este, sin lugar a dudas, lo era. Por supuesto que camuflado para evitar un mal mayor. En medio de una sociedad conservadora, prejuiciosa y chismosa, obrar con cautela y precaución resultaba fundamental e indispensable.
Carlota, la madre de Maximiliano, acababa de recibir al señor Romualdo de Trento, su futuro consuegro y se hallaban conversando en el salón principal. Mientras tanto los novios paseaban por los jardines, seguidos por las damas de compañía de Rosa de Trento. La muchacha era presumida, trataba con desprecio a sus acólitos y solo hablaba de viajes y lujos, criticando a cuanta mujer noble recordaba.
_La Emperatriz debe ser una mujer extraña para casarse con el Emperador Federico, un hombre tan singular y frio. Pobre dama, lo mucho que debe sufrir.
Maximiliano sentía que iba a explotar. Imaginarse pasar el resto de su vida con semejante personaje le daba nauseas, como si fuese el peor de los augurios.
_No te permito que hables mal de la señora Amanda. Ella es la persona más gentil que he conocido, generosa en extremo, empática y humilde. No necesita presumir de su cargo y trata a todos por igual. Me considera su amigo y eso, querida, me llena de orgullo.
Terminado de decir esto, la pareja observo como ingresaba por la puerta principal la comitiva imperial, avanzando sonoramente, desplegando todo su esplendor ante la mirada absorta de Maximiliano, barriendo todo a su paso, ostentando su autoridad más absoluta. Junto a Federico y Amanda, un Ryon impecable al mejor estilo de la nobleza fariana, caminaba seguro y solemne. El novio sintió que su mundo se ponía de cabeza ¿Cómo demonios se atrevía a aparecer allí acompañado por los mismísimos regentes? ¿Cómo explicarían su presencia? ¿Cuales serian los motivos de su visita?
No había que ser un genio para suponer que se relacionaba con su intempestiva partida. Ryon ni siquiera giro para mirarlo a pesar de que ambos se hallaban en las cercanías. Esa actitud vulneró profundamente a Maximiliano, mucho más que cualquier herida que hubiese recibido en la guerra, porque el amor daña más que cualquier espada.
_ ¿Que hacen los emperadores aquí?_ quiso saber Rosa_ ¿Es que vienen a felicitarnos por nuestro compromiso?
_Lo dudo mucho, querida. Lo dudo mucho. Disculpame un segundo que voy a averiguarlo.
Cuando Maximiliano ingreso al salón principal, sus padres se hallaban saludando a ambos emperadores, mientras Ryon permanecía en silencio a su lado. En ningún momento intento mirarlo sino que conservo su condición de Consejero limitándose a tratar asuntos de Estado urgentes.
Maximiliano le dio un beso cortes en la mano a Amanda y se inclino ante Federico y su acompañante. Nunca Ryon intento dirigirle la palabra, por el contrario, permaneció sentado y muy callado. Federico fue quien dio el puntapié inicial:
_Como usted verá, estamos en una misión oficial. Las fronteras de Faryas se hallan amenazadas continuamente por nuestros vecinos de Undria. Si bien hemos vencido en la última batalla, en la cual participo activamente su hijo, como así también mi Consejero y amigo aquí presente, el peligro es inminente. Por esta razón, sabiendo que Maximiliano está próximo a comprometerse…
_Ya estoy comprometido, señor_ agrego el novio avergonzado.
_Bueno, considerando que es un hecho reciente, vengo a ofrecerle el cargo de Comandante Permanente de los Ejércitos de Faryas. Es un puesto se suma importancia por el cual recibirá una remuneración acorde a sus obligaciones.
_Me siento muy honrado de que haya pensado en nuestro único hijo varón para tal ocupación_ le dijo el padre, el señor Fausto de Lexon con evidente orgullo _Siempre supimos que llegaría alto. Es un hombre valiente como ningún otro.
_Si, ya lo veo_ murmuro por debajo Ryon con fulminante ironía.
_ ¿Perdón?_ pregunto la madre confundida.
_Lo que el señor Ryon quiso decir es que esta a la vista la gallardía de Maximiliano, su don de mando_agrego el Emperador intentando enmendar el comentario_ Lo que he venido a ofrecerle se da una única vez en la vida, no hay segundas oportunidades por lo que necesito una respuesta rápidamente. La condición imprescindible para este cargo es que no puede casarse.
Maximiliano vio por donde venia la cosa. Amanda le dio una mirada fulminante instándolo a no hacer ningún acto arrebatado. El comprendió el mensaje inmediatamente, dio un paso atrás y espero a ver la reacción de sus progenitores. Ellos sabían que debían obedecer al Emperador, pero también estaban al tanto de su estrecha situación económica y eso, no podían decirlo abiertamente.
_Permítanme agregar_ dijo Amanda respetuosamente_ que todas sus pérdidas serán recompensadas. Es decir, igualaremos o superaremos la dote que su consuegro le ha ofrecido. De más esta señalar que lo necesitamos con urgencia y que intentamos, con total humildad, resarcirlos de cualquier pérdida económica. Si quieren considerarlo, tienen un momento para pensarlo, de lo contrario, continuaremos camino hasta el castillo de Guol para entrevistar al señor Darío, otro candidato que tenemos en mente. No quisimos dejar de pasar la ocasión para venir personalmente a su hogar y expresarles nuestra gratitud por haber educado a un hijo tan valiente, alguien que es capaz de dar la vida por cualquiera de nosotros.
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Editado: 17.04.2025