Amanda

CAPITULO 21 EL ROMPECABEZAS

Observar a Amanda resurgir de las cenizas fue algo notable. Aquel día marcaría el inicio de una nueva Emperatriz, más poderosa, más sabia y mucho más combativa. Había logrado reencontrarse con su familia: tener un padre, hermanos, un pueblo, un esposo que la adoraba, amigos…pero una fuerte necesidad de venganza le corroía las entrañas. El asesinato de su padre, el secuestro por parte de quien decía ser su padre, la venta inescrupulosa de su persona, los continuos embates de los undrianos sobre su imperio, era un gran peso que soportar y ansiaba tomar revancha. El Monstruo le ganaba a Alba y a Amanda, esperando agazapado, anhelando la oportunidad de cobrarse con sangre todo el tiempo perdido. Regresaron a la cabaña para estar cerca de los suyos, mientras Maximiliano y Ryon se ocupaban de los asuntos de Estado, la administración del Imperio y su defensa militar ante cualquier posible ataque sorpresivo.

Los rumores se extendieron con rapidez. Maximiliano estaba esperando la ocasión para enfrentar a su gente, sabía que el salir del closet traería consecuencias inesperadas, pero jamás se imaginó lo que sucedería. Cierta mañana, mientras entrenaba junto a su hombre de confianza, el teniente Cryus, le pregunto:

_ ¿Que han escuchado sobre mí? _indago.

Cryus envaino su espada, tomo una gran bocanada de aire y lo miro en silencio.

_Con confianza, hombre. Hable sin miedo_insistio.

El teniente puso la mano en su hombro y agrego:

_No hace falta dar explicaciones, señor. Nadie lo juzga, lo admiramos.

Maximiliano se quedó atónito y un tanto confundido.

_Somos caballeros, señor, hombres de honor y valor. Usted se ha jugado la vida por todos nosotros, eso lo sabemos muy bien TODOS. Lo hemos conversado y no hace falta decir nada. Usted es nuestro Capitán, nuestro líder, y ha demostrado en demasiadas oportunidades su bravura y su hombría. Aun cuando fue secuestrado y torturado, jamás se rindió. Siempre nos protegió, anteponiéndose a cualquier miembro del ejército para cubrir nuestro cuerpo con el suyo, aun a riesgo de perder la vida…y el señor Ryon, se jugó por usted. Fue, lo busco, lo rescato, lo cuido y demostró el compromiso que los une con hechos. Las palabras no hacen falta. Somos conscientes Todos, lo repito, TODOS, de la relación que los une. Lo seguiremos a muerte y sin dudarlo nunca, señor. Eso es todo lo que puedo decir, el resto es puro chisme.

Maximiliano se sintió orgulloso y libre por primera vez en su vida. Toda una vida de entrega y sacrificio había sido meritoria de semejantes palabras. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero se contuvo, volvió a blandir su espada, se puso en posición de ataque y continuo con las practicas esbozando una gran sonrisa pues ya había exorcizado el peor de sus fantasmas, el temor al rechazo de su propio ejército.

Ryon los observo tras el cristal del despacho de Federico con evidente satisfacción, mientras controlaba las finanzas del Estado y establecía la entrega de provisiones a las improvisadas milicias que se habían formado. Las piezas del rompecabezas empezaban a acomodarse en su verdadero lugar. Después de todo, el casamiento del Emperador con Amanda había sido más que acertado ya que, indudablemente, estaba hechos el uno para el otro. En poco tiempo, Federico había pasado de ser un hombre sin corazón, al regente más bondadoso y amado de todos los tiempos. La población adoraba a la Emperatriz, los últimos acontecimientos y los poderes extraordinarios que poseía la convertían en una Diosa idolatrada por los pobres y humildes, y admirada por los ricos y poderosos de Faryas. El pueblo creía que la Emperatriz era la Guardiana, una antigua profecía que todo el Imperio aguardaba que se cumpliera:

“La niña robada regresara

Convertida en mujer,

Hija de la realeza, de la oscuridad

Y de la naturaleza, peleara con sus garras

Para obtener la libertad,

Acompañada por la Bestia,

Que por amor su vida dará”.

No solo Ryon pensaba en dicho presagio. Ñire y Lotte lo sabían muy bien, y el final implicaba la muerte de una Bestia ¿Acaso seria el propio Emperador el que daría la vida por su mujer? Esos pensamientos atormentaban a Ñire, y no considero que revelárselos a su hermana sería una buena idea. Alba había vuelto al hogar y su padre, lentamente, se reincorporaba a la vida cotidiana para disfrutar de la comunidad y entrenar a su pequeña en los dones que la Diosa Naturaleza le había regalado. Por su parte, Federico continúo recorriendo los alrededores en busca de algún potencial peligro. Envió grupos de rastreadores para encontrar alguna posible filtración en la frontera, acompañados por valientes milicianos y soldados profesionales. Los undrianos no atentarían contra su pueblo y su familia.

Por las noches, Federico disfrutaba de cada centímetro de piel de su mujer. Le encantaba hacerla gemir, extasiarla, llevarla hacia el pináculo del placer, porque en el gozo de ella estaba el suyo propio. Acariciar sus senos, estrechar sus caderas, sentir el fuego abrasador que la consumía excitaba a la Bestia que también la veneraba. Agotados de pasión, solían dormir desnudos enredando sus cuerpos y escuchando la respiración del otro. Pero aquella noche, Amanda no lograba consolar el sueño. Sentía que mil pensamientos la agobiaban, como si el peligro estuviese acechando allí, afuera de la cabaña. El Emperador dormía plácidamente, por lo que se puso la bata y salió a tomar el fresco de la noche. Acaricio su vientre, exhalo profundamente sin dejar de observar el maravilloso espectáculo nocturno. Entonces, de la nada, unos brazos la sorprendieron por detrás y todo lo que vio fue oscuridad: alguien había secuestrado a la Emperatriz.




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