Amanda

CAPITULO 22 EL SECUESTRO

A lo lejos, un galope desesperado, interrumpió el sueño de Federico. Inmediatamente, otra corrida inesperada lo siguió. Extendió su brazo derecho, la ma estaba vacía.

_Amanda…Amanda_llamo el Emperador suavemente_ ¡Amanda!!!_ grito angustiado, pero su esposa no apareció. Corrió hacia la puerta, que se encontraba entreabierta, y pudo distinguir dos huellas distintas: unos pies descalzos pequeños y marcas de unas botas más grandes. A pocos metros, los cascos de un caballo y la pulsera de su mujer.

Ñire corrió a su encuentro y, acto seguido, las luces comenzaron a encenderse una a una en las cabañas del poblado.

_Lotte vio algo y salto a su caballo para huir a todo galope. Se veía descolocado y muy muy furioso.

_Amanda…Alba, no está. ¿Qué demonios sucedió??¿Quién se la llevo?

El Emperador respiraba jadeante, sus ojos felinos parecían rayos expectantes, su torso agitado, los músculos tensos. Acariciaba su cabello una y otra vez hacia atrás, caminando a derecha e izquierda. Se dirigió a la caballeriza para buscar su alazán y montarlo a pelo. Siguió las huellas hasta el camino principal, una vez allí, continuo hasta en cruce más próximo. A pocos metros, observo una silueta conocida: Lotte.

_Undria, Federico. Un hombre de Undria, pude distinguir el logo en su capa. Tomo a la Alba por la espalda, la durmió y se la llevo a todo galope. Lo perdí en la oscuridad, se bifurcaron los caminos… ¡Maldición!

_No te culpes. Lo hecho, hecho esta. Ahora hay que rescatar a mi esposa en medio de esta noche tan oscura. Me voy a Palacio. Maximiliano y Ryon sabrán aconsejarme porque creo que me voy a volver loco.

_No hagas ninguna tontería. Hay demasiado en juego, el futuro, dos vidas…no sé qué decir ni que hacer. Acabo de encontrar a mi hermana y la vuelvo a perder.

_ ¿A qué te réferis? ¿Hay algo que yo no sepa, Lotte?

Hubiera deseado morderse la lengua antes de hablar, pero la verdad era indispensable y, después de todo, la vida de su hermana estaba en juego.

_Prometeme que lo vas a tomar con calma, sino no digo nada.

_ ¿Me estas cargando, Lotte? Se llevaron a mi mujer y pretendes que conserve la calma ¿Estás loco?

_Se llevaron a Alba y al hijo que lleva en su vientre- murmuro el muchacho indignado.

_ ¿Qué dijiste? _ pregunto Federico totalmente absorto.¡¿Qué dijiste?!_grito con furia.

_Lo que acabas de escuchar. Alba, Amanda, está embarazada…iba a decírtelo este fin de semana como regalo de cumpleaños.

Federico sintió una mezcla de rabia y alegría circulando por sus venas mientras el Monstruo peleaba por manifestarse, destruyendo cuanto tuviera al alcance. Un hijo. Si el amor de una esposa era algo impensado para él, un hijo era completamente inconcebible. Hasta hacia poco tiempo, se había resignado a vivir solo, confundido y atormentado. Ahora tenía amigos, una familia propia y los malditos undrianos habían capturado a todo lo que tenía valor para el Emperador. Amanda le había enseñado el significado del amor, de la pasión, de la entrega total y absoluto, había dominado sus peores miedos y por primera vez en su existencia se sentía libre.

Siguió camino hacia el palacio y se abalanzo a la puerta de entrada. Ryon se encontraba sentado en la penumbra leyendo un libro.

_ ¿Qué está pasando, Federico? _quiso saber confundido mientras arrojaba la obra sobre el sillón.

_Secuestraron a Amanda_ escupió el hombre con indignación_Los undrianos entraron al bosque y se la llevaron, Ryon…y también raptaron a mi hijo: la Emperatriz esta en cinta, amigo.

_Ya vamos a poner manos a la obra. No te preocupes, la vamos a encontrar, te lo prometo. Tengo gente vigilando por todos los accesos y caminos. No se van a salir con la suya. Voy a avisarle a Maximiliano y nos ponemos en marcha.

_Yo voy a cambiarme y a buscar mis armas. Nos vemos acá en diez minutos.

Acto seguido, cada uno corrió a prepararse. El palacio entero se encendió, los soldados montaron sus caballos, los guardias corrieron a buscar noticias de sus informantes y en pocos minutos los caminos se hallaban surcados por tropas armadas hasta los dientes, recorriendo cada rincón del Imperio en busca de alguna novedad.

Una hora más tarde, los vigilantes de Maximiliano habían dado con el escondite de los invasores. Federico no lograba contener la furia que lo invadía, acompañada de una angustia indescifrable. Tenía todo por perder, sentía que su corazón estaba expuesto, aguardando una daga mortal. No podía siquiera pensar en que algo pudiera sucederle a su esposa, porque mataría todos con sus propias manos e incendiaria todo Undria como venganza. Bastante paciente había sido con esa manada de animales salvajes. Dejo que Maximiliano guiara la expedición y ordenara un plan de acción porque si de el dependiera, hubiera ingresado a la improvisada cabaña para destrozarlos a todos. Entonces, en medio de la oscuridad más absoluta, una diminuta luz floto desde la choza hasta su presencia, acariciando su mejilla.

“Estamos bien” escucho en su mente. Esa era la voz de Amanda, su Amanda, la mujer de su vida. “No hagas nada arriesgado, por favor. Te amo.”.

Fue entonces cuando tuvo la certeza de que una gran lucha se acercaba y que su esposa, desde su cautiverio, jugaría un papel decisivo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.