Federico aun lo lograba salir del asombro. Una hermana, Aurora, quien siempre había estado bajo su mismo techo, pero jamás había dicho nada. Las andanzas de su padre eran más que famosas, pero, sin consecuencias, excepto esta. Amanda también se hallaba estupefacta. Tenía una cuñada, la familia se agrandaba cada vez más.
_Miremos el lado positivo, amor_ le dijo a su esposo apoyando la mano sobre su hombro_Los chicos ahora cuentan con una tía. ¿Acaso dudas de su palabra o de esa carta?
_No, Amanda, confío en ella desde el corazón. Me encanta la idea de conocerla, pero también me preocupa el hecho de que esté dispuesta a dejarlo todo para irse a vivir con un bárbaro que no conozco. Es un pueblo invasor, con costumbres extrañas y yo la veo tan frágil, y va a estar tan sola. No puedo entregársela a nadie. No debo, no quiero.
Amanda comprendía el dolor de su esposo y sabía que la familia era muy importante para él, lo había aprendido al conocerla y al ver a sus hijos.
_Creo que lo mejor es hablar con ella nuevamente, Federico. Su postura vale, es necesario tener en cuenta sus pensamientos y decisiones. Se pasó la vida sirviendo y sirviéndonos, es lo justo. ¿No te parece?
Una princesa que nunca pudo serlo, hasta ahora. Cuando había tomado su mano sintió el llamado de la sangre y comprendió que la maldición corría por sus venas, era innegable. Ante el peligro de Reino de Faryas le había nacido sacrificarse por el bien común, por el bien de todos. En sus ojos brillaba la llama de la Bestia, esa que debería descubrir y a quien tendría que dominar. Después de todo, era un alivio saber que tendría la fuerza para defenderse de ese hombre y de cualquier otro. Se reunieron en su dormitorio, porque era un asunto de Estado secreto y peligroso.
_ ¿Por qué no hablaste antes, Aurora? _ le pregunto Amanda_ Siempre te traté con cariño y respeto, supuse que contaba con tu confianza.
_Es que estaba cómoda así, en la cocina, con los míos. No necesitaba aparentar nada, simplemente era feliz con lo poco que tenía. Soy una mujer sencilla, de costumbres simples, dedicada a la limpieza, la cocina…nada complicado. No me molesta, lo seguiría haciendo de no ser por esta situación.
_ ¿La invasión? _ quiso saber Federico_ ¿Solo por eso revelaste la verdad? Quiere decir entonces que, de no existir este riesgo potencial, yo no sabría nada. ¿No te dolía esconder tamaño secreto? ¿No deseabas ocupar una posición mejor?
_Es que la mía no es mala, señor. _ confeso Aurora humildemente. _Hago lo que se hacer, ocupo el rol para el que fui educada. No anhelo riquezas ni poder, estoy contenta con lo mío, eso es todo. Pero tampoco puedo permitir que el reino sufra por mi egoísmo. Si estoy en condiciones de ayudar lo hare, de la misma manera en que la señora Amanda lo hizo en cuanto tuvo la oportunidad. Es un llamado, una necesidad…mi conciencia no estaría tranquila. Déjenme hacer lo que de mi corazón manda.
_Pero Aurora, es un bárbaro del que solo tenemos por referencia su actitud guerrera e invasora. No es un matrimonio por amor como el mío, es una condena. _ argumento su hermano preocupado.
_Recuerdo que ustedes tampoco se conocían, se vieron el mismo dia de la boda y la señora Amanda no estaba precisamente dichosa. Lloraba indignada y confundida, en una tierra extraña.
_Si, pero…
_Es lo mismo. Yo no tengo miedo a nada. Se lo que debo hacer y deseo hacerlo. Me gustaría que respetasen mi decisión.
Federico miro a Amanda y luego de un breve silencio admitió derrotado:
_De acuerdo, iniciaremos los preparativos para la boda.
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Editado: 27.05.2025