Amando a mi segunda esposa

Capítulo: 3

Comencé a buscar por toda la maleta mi teléfono y no, tampoco estaba, entonces me eché a llorar recordando todas las cosas que me había dicho mamá y todas las malas decisiones que había tomado. No debí casarme nunca con una persona que conocí hacía apenas 4 meses. Lágrimas imparables rodaban por mi rostro estaba completamente sola en un país desconocido, cuyo idioma ni siquiera hablaba bien, lejos de mi familia y de toda la gente que conocía siendo la prisionera del hombre que creí me amaba.

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—Hijo es hora de que hablemos—dijo el padre de Ares al observarlo salir de la habitación y este caminó en silencio hasta la sala.

—¡Qué demonios acabas de hacer como te casas con una extranjera t la traes a vivir a nuestra casa!— Reclamò su padre, él lo miró con seriedad.

—¿Acaso no hiciste lo mismo? —cuestionó Ares.

—Tu madre aceptó nuestra religión, nuestro Dios, dejó atras su vida pasada—exclamó.

—Hijo esa mujer no esta de acuerdo con tus tradiciones, solo mira la forma rebelde en la que se comporta —opinó la madre.

—Ni siquiera puedes divorciarte o sería una vergüenza. Al menos mantenla encerrada y oculta donde no nos avergüence. Que nuestros socios ni siquiera sospechen o pueden alejarse.

—De ahora en adelante todo lo malo que ocurra en esta familia es tu culpa Ares, será un castigo por desafiar a nuestro Dios—Agregó su madre.

—¡Ya basta! —respondió con tono autoritario y sus padres se miraron en silencio. —solo volví porque ustedes me pidieron que regresara a atender las empresas de mi padre o de lo contrario nunca lo hubiera hecho. Amo a Key y no la mantendré oculta, lograré inculcarle nuestras costumbres—suspiró saliendo de allí.

—Esa mujer ha vuelto a nuestro hijo rebelde de corazón. Hay que hacer que se vaya antes que todos sepan el error que ha cometido nuestro hijo—opinó la madre y Ares fue hacia la enorme terraza que quedaba en el segundo piso, tomaba una copa de vino cuando sintió unos pasos acercándose.

—Me alegra mucho que hallas regresado—era la primera mujer se acercó abrazándolo, él se quedó inmóvil y luego la abrazó también.

—Alin—la observó.

—Por qué no me dijiste que tenías otra mujer. Por qué guardarte algo así.

—No quiero reclamos—expresó con rostro serio.

—No es un reclamo. Tu palabra es una ley para mí. Jamás contradeciría tus decisiones—bajó la cabeza haciendo un gesto de obediencia y sumisión.

—Has cuidado bien de nuestro hijo. Es un niño sano y saludable, agradable, educado. Ha crecido mucho desde que me fui..

—Te extrañaba mucho. Yo también. Solo quiero preguntarte algo—puso las manos sobre los hombros de su esposo y lo miró fijamente.

—Una promesa es una promesa Ailin—respondió sin que ella llegara a preguntar nada—no he olvidado lo que te prometí y nunca lo haré. Nuestra unión bo se verá afectada por la llegada de Key, tampoco nuestro hijo.

—¿Ella no sabe nuestro secreto verdad?

—No—sus ojos se tornaron fríos—ella no lo sabe y nunca lo sabrá —agregó y ella lo abrazó mientras una medio sonrisa victoriosa se dibujó en sus labios.




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