—Vamos a cenar cariño—Ares entró a la habitación, su rostro estaba tranquilo como si nada estuviera pasando.
—No quiero comer. Prefiero morir de hambre que ser tu mujer—respondí acostada, la verdad si tenía mucho hambre pero no iba a obedecer a ese perro.
—Te estoy dando una orden Keylan. ¡Entiende que no estamos en Latinoamérica! Aquí las mujeres obedecen a sus esposos—exclamó enojándose.
—Debiste entonces casarte con una mujer de aquí, que tenga tus leyes y guarde tus tradiciones. Nunca he obedecido a nadie y no lo haré ahora—exclamé mirándolo de forma prepotente—Nunca me humillaré ante ti, ni bajaré la cabeza, nunca seguiré tus tontas leyes porque no lo elegí. Desde un principio sabías como erayque nunca aceptaría esto—apretó su puño enojado y comenzó a lanzar todolo que encontró a su paso lleno de ira yo me corrí hacia atrás en la cama y lo miré con espanto. El hombre del que me enamoré nunca existió. Me dejé llevar por la intensidad de nuestro ardiente romance, por sus palabras, por sus vanas promesas, por su atractivo, por su forma esporádica de desperdiciar su dinero conmigo cumpliendo absolutamente todos mis caprichos y tontamente creí que esa era la vida que tendría una vez estando casada con él. Como me arrepiento de no haber escuchado a mi madre. Ella siempre tuvo la razón. Su instintono la dejaba confiar ciegamente en Ares como todos los demás pero fui tan idiota que confié en un hombre que apenas conocía y no en mi mamá. Mi corazón se desplomaba mientras seguía destruyendo todo lo que había en esa habitación. No me pegó, no tocó uno solode mis cabellos y aún así destruí mi confianza, mi autoestima, mi vida. Debía encontrar una forma de irme de allí. Al fin paró, me miró llorando estaba sofocado.
—Key lo siento—extendió su mano para tocarme y me corrí hacia atrás, sentía miedo de él, mi corazón estaba desesperado. —Descansa mi amor, te traeré la cena más tarde, estarás bien, todo estará bien, ya sabes que yo nunca te haría daño verdad—dijo cínicamente y no le respondí nada. Él abandonó la habitación y salió de allí.
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—¿Y tu esposa? ¿No bajará a cenar? —preguntò su padre.
—Para qué quieres que baje. Esa mujer no es digna de cenar con nosotros...
—No hables así de mi esposa mamá—exclamó Ares .
—Ese no es tono de hablarle a tu madre—lo interrumpió su padre—Estás perdiendo nuestras costumbres. Esa mujer a desviado tu corazón del amor a nuestro Dios y el respeto a tu familia—exclamó su padre y él no respondió, se limitó a comer mientras su primera esposa cenaba en silencio, sería una falta de respeto interrumpir a sus suegros o a su esposo. Lo único que podía hacer era guardar silencio.
—Hijo—dijo el padre de Ares—mañana viene Hasán Furin, quiere comprarnos una enorme cantidad de petróleo y le invité a cenar para concretar el negocio.
—Está bien—respondió él.
—Por lo menos mañana que esa forastera no se aparezca entre nosotros. Sabe lo tradicionales que son los Furin. Y ese negocios traerá ganancias millonarias a nuestra empresa.
—No se preocupe padre. Mantendré todo bajo control. —fue la respuesta de Ares.
—Otra cosa hijo, tu hermano Jenan te acompañará en la reunión—agregó el padre de Ares.
—No lo necesito, puedo ir solo. Jenan. ama contradecirme—afirmó.
—Cuando muera serás el jefe y Jenan el segundo—agregó su padre y Ares cerró los ojos con lentitud. —Deben aprender a llevarse bien.
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Ares caminaba con una bandeja de comida hacia la habitación cuando su otra esposa lo interrumpió.
—Ares ¿tienes un minuto? —cuestionò Alin y este se detuvo.
—¿Qué sucede? —cuestionó.
—Quiero que hablemos—afirmó Alin.
—¿Nuestro hijo está bien? ¿Sucedió algo con él?
—No para nada. Anner está bien. Quiero que hablemos sobre nosotros.
—Espérame en mi despacho—dijo sin prestarle demasiada atención.
—Ares, estos cinco meses lejos de ti me han hecho pensar tantas cosas—pronunció.
—Alin—él puso su mano sobre el hombro de la chica—yo siempre te protegeré. Sabes algo en estos cinco meses he aprendido tanto, e sido tan yo, por primera vez me e enamorado completamente de alguien pero eso no significa que halla olvidado la promesa que te hice ¿de acuerdo? —ella asintió y él se alejó.
—Me he dado cuenta que te amo en estos cinco meses—murmuró ella solo para sí. Y no te perderé, lo prometo