Amando a mi segunda esposa

Capítulo: 10

Me desperté cuando la luz del sol se coló por mi ventana, allí estaba Ares de pie mirando hacia afuera, había corrido la cortina y había una bandeja con el desayuno a mi lado y un ramo de rosas rojas, hermoso pero que en este momento no me provocaban nada más que dolor. Por más que intentara ser de nuevo el hombre que me mostró al principio ya yo conocía su verdadera personalidad. No puedes amar a alguien a quien le temes. Miré las rosas y el desayuno pero no tomé nada.

—¿Amor qué tal dormiste? —preguntó, lo miré incrédula. Como después de intentar abusar anoche de mí ni siquiera me ofrecía una simple disculpa. Creía que con unas rosas y siendo cortes yo olvidaría todo.

—Tenemos un problema Key—caminó hacia mí, iba con una camisa blanca mangas largas y un pantalón negro, su delicioso perfume me embriagaba, miré hacia arriba, era bastante alto y fuerte, sus bonitos ojos estaban fijos en mí, esta vez actuaba de forma cariñosa y tranquilo, una pequeña barba bien arreglaba decoraba su rostro. Era bastante apuesto, fuerte, masculino. A simple vista era el hombre perfecto para cualquier mujer y ahora me daba cuenta de que caí fácilmente por esas cualidades, por dejarme llevar por las apariencias. No pregunté nada pero él se adelantó a responder lo que pasaba. Su voz era ,ronca,dominante y sexi, sus palabras exactas, nunca titubeaba y cuando una palabra salía de su boca es porque ya lo había pensado antes. No era de mucho hablar, al parecer para todos a su alrededor mantener una conversación con él era un privilegio.

—Tus padres están preocupados por ti. Han marcado muchas veces y los mensajes que les respondo no les bastan, creen que algo te pasa. Amenazaron con llamar a la policía si no se comunican contigo por videollamada. Necesito que hables por videollamada con ellos y le digas que estás bien, feliz, que todo está bien y que ambos decidimos quedarnos un poco más de tiempo debido a que la salud de mi padre es delicada—sonreí.—Keylan mucho cuidado con lo que quieres hacer—me extendió una tableta electrónica con algunas fotos, las miré y mi sonrisa se borró completamente de mis labios. Eran fotografías de mi familia, mis padres entrando a la casa o comiendo en alguna cafetería, mi hermano en el trabajo. Había muchas fotos de varios días.

—¿Estás vigilando a mi familia? —pregunté enojada.

—Lamento decirte que sí. También lamento decirte que si no dices exactamente lo que te digo las consecuencias de tus actos la pagará tu familia. Te amo demasiado como para lastimarte pero no tengo nada con ellos. Intenta que te crean. Si no lo hacen y los considero un estorbo me veré obligado a eliminarlos—sentí un profundo dolor en mi pecho. Lo peor es que después de el corto tiempo que había pasado en esta casa y en la medida que había visto el comportamiento de mi esposo sabía que era capaz de todo, que no estaba bromeando, ni mintiendo. Si decía amarme y me tenía encerrada qué sería capaz de hacerle a mi familia. Temí por mi familia, por mis padres. Limpié unas lágrimas que por más que intentaba retener se escaparon de mi rostro. Habían sido demasiadas decepciones juntas.

—Hablaré con ellos, diré lo que quieres pero por favor no le hagas daño a mi familia.—dije y entonces sacó mi teléfono y le marqué por videollamada a mi madre. Ella la tomó inmediatamente.

—Key cariño hemos estado tan preocupados por ti ¿por qué no nos llamabas? ¿Estás bien? ¿Por qué no respondías a nuestras llamadas? —habló mi madre sin parar, nerviosa, preocupada, su voz era un poco temblorosa y emotiva.

—Estoy bien—intenté contener el llanto, tenía un terrible nudo en la garganta pero temía que Ares le hiciera daño así que me esforcé por mantener la compostura y no quebrarme.

—En el último mensaje tu padre y yo te pusimos que si no respondías llamaríamos a la policía—exclamó mi madre—¿en serio estás bien?

—Sí mamá estoy bien—respondí.

—¿Y tu esposo? —miré hacia él y él negó con la cabeza para que le dijera que no estaba allí.

—Está en una reunión. Nos quedaremos un poco más de tiempo porque su padre está mal de salud—respondí.—te amo mamá—dije y ella se quedó mirándome fijamente sospechando que algo andaba mal.

—Key siento que estás mintiendo. Por algo no me respondías las llamadas. —dijo y Ares me miró y puso en su cabeza su mano como si fuera una pistola, amenazando con hacer daño a mi familia.

—No mamá, es que casi siempre que llamabas estábamos en alguna reunión de negocios. Mira las flores tan bonitas que Ares me regalò—les enseñé las rosas y sonreí falsamente— y papá cómo está.

—Está en una reunión. Te llamaré cuando él venga, todos hemos estado muy preocupados, solo mensajes eso es raro. Hija y còmo es el país, la familia...¿te tratan bien? ¿Y tu esposo?

—Todo es distinto mamá—pronuncié conteniendo el llanto. —ya tengo que colgar para ayudar con algunas cosas.

—Key te amo, nunca olvides que siempre voy a estar aquí para ti. Y que el arma más poderosa no es la fuerza, es la inteligencia. Usala siempre y se te habrirán todas las puertas. —agregó y colgué echándome a llorar abrazada del teléfono y Ares me lo quitò.

—Te veré para almorzar—dijo saliendo de allí y dejé de llorar, limpié mis lágrimas, las palabras de mi madre resonaban en mi cabeza. El arma más fuerte no es la fuerza es la inteligencia. Había sido una tonta hasta ahora, intentando que Ares me dejara ir, impiniéndome. No estaba siendo inteligente pero eso iba a cambiar a partir de ahora. Iba a empezar a fingir resignación. Iba a hacer creer a mi esposo que lo amaba, que quería quedarme allí con él. Tenía que hacer que me amara tanto al punto de confiar ciegamente en mí y solo así podría escapar. Parecía algo fácil pero no lo era: mi esposo era muy inteligente y no se dejaría engañar tan fácil.




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