¡amando al mal en la oscuridad!

Capítulo 5: La alianza improbable

El amanecer teñía el cielo de un pálido dorado, pero el Bosque Oscuro permanecía impenetrable bajo las sombras de sus árboles. Kael y Erynn, exhaustos tras el enfrentamiento con los Cazadores Oscuros, buscaron refugio en una pequeña cueva que Kael conocía bien. Sus paredes estaban cubiertas de inscripciones antiguas, un testimonio de un tiempo perdido en el que la magia dominaba el mundo.

Erynn, sentada junto a una fogata que Kael encendió con un simple movimiento de su mano, inspeccionaba la marca en su brazo. Brillaba tenuemente, como si respondiera al vínculo que ahora compartía con el hombre frente a ella.

—Estas inscripciones... —dijo, señalando las paredes—. ¿Qué significan?

Kael, que había estado mirando hacia la entrada, se giró hacia ella.

—Son fragmentos de un lenguaje perdido, creado por aquellos que dominaron el poder que ahora nos persigue. Aquí se narran historias de traición, poder y sacrificio.

Erynn se levantó, acercándose a las inscripciones. Una en particular llamó su atención: un dibujo que mostraba a dos figuras, una rodeada de luz y otra envuelta en sombras, unidas por un círculo de energía.

—¿Esto tiene algo que ver con nosotros? —preguntó, señalando el dibujo.

Kael suspiró, caminando hasta su lado.

—Sí. Es una profecía. Habla de un vínculo entre dos almas opuestas, luz y oscuridad, que juntas podrían deshacer la maldición que corrompe este mundo. Pero...

—¿Pero qué? —insistió Erynn.

—El precio puede ser demasiado alto. —Kael bajó la mirada, su voz cargada de pesar—. La última vez que alguien intentó cumplir esta profecía, ambos perecieron.

Erynn lo miró fijamente, su determinación brillando en sus ojos.

—Si podemos terminar con esto, valdrá la pena. No estoy dispuesta a dar marcha atrás, Kael.

Preparativos para la batalla

A medida que avanzaba la mañana, Kael y Erynn comenzaron a planificar sus próximos movimientos. Kael explicó que los Cazadores Oscuros eran solo el principio; la verdadera amenaza era el Maestro, la entidad que lo había maldecido.

—Él controla las sombras, pero también es vulnerable —dijo Kael, trazando un mapa improvisado en el suelo—. Su poder depende de ciertos artefactos que lo vinculan a este plano. Si los destruimos, debilitaremos su conexión con este mundo.

—¿Dónde están esos artefactos? —preguntó Erynn.

Kael la miró con seriedad.

—Uno de ellos está aquí, en el corazón del bosque. Pero no será fácil acceder a él. Está protegido por criaturas que ni siquiera yo puedo enfrentar solo.

—Entonces no estarás solo —dijo Erynn con firmeza.

Kael apretó los labios, indeciso. Aunque no quería ponerla en peligro, sabía que Erynn tenía razón: su vínculo con la marca la hacía una aliada indispensable.

—Muy bien. Pero tienes que prometerme algo —dijo finalmente—. Si en algún momento la situación se vuelve insostenible, quiero que huyas.

—No voy a prometerte eso —respondió Erynn, desafiante—. Estoy aquí para quedarme, Kael, y no me iré sin luchar.

Kael no pudo evitar sentir una mezcla de admiración y frustración. Erynn era mucho más fuerte de lo que aparentaba, y esa fortaleza lo obligaba a reconsiderar todo lo que creía saber sobre sí mismo.

El primer desafío

Mientras avanzaban hacia el corazón del bosque, el ambiente se volvía cada vez más opresivo. Las sombras parecían tener vida propia, retorciéndose y susurrando secretos inaudibles. Erynn mantenía la mirada al frente, su brazo brillando con una luz que alejaba a las criaturas menores que los rodeaban.

Finalmente, llegaron a un claro donde un pedestal de piedra descansaba en el centro. Sobre él, un orbe negro pulsaba con una energía siniestra: el primer artefacto.

—Ahí está —dijo Kael, tensándose—. Pero no será tan fácil como tomarlo y romperlo.

En ese momento, el suelo tembló y una figura gigantesca emergió de las sombras. Era un guardián, una criatura mitad bestia y mitad sombra, con ojos como pozos sin fondo y garras que brillaban con energía oscura.

—¿Alguna sugerencia? —preguntó Erynn, retrocediendo un paso.

Kael apretó los puños, concentrando su energía.

—Tú mantén el orbe protegido. Yo me encargaré de esto.

—No. Lo enfrentaremos juntos —insistió ella.

Antes de que Kael pudiera objetar, Erynn levantó su brazo, canalizando la luz de la marca. Un rayo de energía pura impactó al guardián, haciéndolo tambalearse. Kael aprovechó la oportunidad para atacar con su oscuridad, golpeando a la criatura con una fuerza que la obligó a retroceder.

El combate fue feroz, cada ataque combinado de Kael y Erynn demostrando que, aunque diferentes, sus poderes se complementaban de manera extraordinaria. Finalmente, con un golpe final de luz y sombra, la criatura cayó.

Erynn, jadeando, se giró hacia el orbe.

—¿Qué hacemos ahora?

Kael se acercó, colocando una mano sobre el artefacto.

—Necesitamos destruirlo juntos. Combina tu luz con mi oscuridad.

Erynn asintió, colocando su mano junto a la de Kael. Una explosión de energía surgió cuando sus poderes se unieron, y el orbe se desintegró en mil fragmentos.

Sin embargo, en el momento en que el artefacto fue destruido, un rugido ensordecedor resonó en el bosque.

—Nos han descubierto —dijo Kael, su expresión grave—. Ahora el Maestro sabe que estamos aquí.

Erynn lo miró, su determinación intacta.

—Entonces que venga. Estaremos listos.

Kael no respondió, pero en su interior, algo había cambiado. Por primera vez, se permitió creer que la victoria, aunque lejana, no era imposible.




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