¡amando al mal en la oscuridad!

Capítulo 6: Ecos de la oscuridad

La destrucción del primer artefacto desencadenó una reacción en todo el bosque. Las sombras, que antes eran un manto silencioso, ahora se agitaban con furia, como si una fuerza invisible las comandara. Erynn y Kael apenas habían tenido tiempo de recuperar el aliento cuando sintieron una presencia acechante, algo mucho más poderoso que los Cazadores Oscuros.

—No podemos quedarnos aquí —dijo Kael, tirando suavemente del brazo de Erynn para sacarla del claro—. Hemos roto una de sus anclas, pero eso significa que vendrá con todo lo que tiene.

Erynn miró el lugar donde antes estaba el orbe, ahora solo un vacío.

—¿Qué tan lejos está el próximo artefacto?

Kael tensó la mandíbula, su mirada fija en el horizonte.

—En la antigua fortaleza de Umbra, al sur del bosque. Pero no podemos ir directamente. Es demasiado peligroso ahora.

—¿Y qué propones?

Kael se detuvo, pensativo.

—Conozco a alguien que puede ayudarnos.

Erynn arqueó una ceja, sorprendida.

—¿Tienes aliados?

Kael dejó escapar un gruñido bajo, como si la idea le resultara incómoda.

—No exactamente. Pero hay una bruja en la aldea cercana que entiende este tipo de magia. Ella nos debe un favor... aunque probablemente intente matarme antes de escucharme.

Erynn no supo si tomarlo en serio, pero asintió. Si alguien podía proporcionarles respuestas, valía la pena correr el riesgo.

El viaje hacia la aldea

El camino hacia la aldea fue tenso. Las sombras los seguían a distancia, como si estuvieran esperando el momento adecuado para atacar. Kael caminaba al frente, siempre alerta, mientras Erynn intentaba no perderse en sus pensamientos.

—Kael... —comenzó, rompiendo el silencio.

Él no se giró, pero ralentizó el paso para escucharla.

—¿Por qué haces esto? Podrías haberte quedado en tu bosque, lejos de todo esto.

Kael se detuvo de golpe, girándose hacia ella.

—¿Y dejar que esa cosa destruya todo lo que toca? —su voz era un susurro grave, cargado de emoción contenida—. No soy un héroe, Erynn. Pero tampoco soy el monstruo que el Maestro quiere que sea.

Erynn lo observó en silencio, tratando de entender al hombre que tenía frente a ella. Había algo roto en Kael, algo que se ocultaba tras su máscara de dureza.

—Yo no creo que seas un monstruo —dijo suavemente.

Kael la miró fijamente durante un momento, como si estuviera evaluando la sinceridad de sus palabras. Finalmente, apartó la mirada y continuó caminando.

—Vamos. No tenemos tiempo para charlas inútiles.

Encuentro con la bruja

La aldea que Kael mencionó estaba desierta, sus casas en ruinas y cubiertas de musgo. Solo una cabaña permanecía intacta, con una luz débil que parpadeaba en su interior.

—Ella está ahí —dijo Kael, deteniéndose frente a la puerta.

Erynn lo observó con curiosidad.

—¿Por qué crees que intentará matarte?

Kael hizo una mueca.

—Digamos que nuestra última interacción no terminó bien.

Sin esperar más, empujó la puerta. El interior estaba iluminado por velas y lleno de frascos, libros y objetos extraños. Una mujer de cabello plateado y ojos verdes brillantes levantó la mirada, sonriendo con frialdad.

—Kael, el Maldito. Qué sorpresa verte aquí.

—Salandra —respondió Kael, su tono seco—. Necesitamos tu ayuda.

La bruja soltó una carcajada amarga.

—¿"Necesitamos"? Qué interesante. ¿Quién es esta? —preguntó, señalando a Erynn.

—Erynn, la princesa de Aldoria —dijo Kael rápidamente—. Es... complicada.

Salandra estudió a Erynn, su mirada aguda como una cuchilla.

—Complicada, dices. No... ella es especial. Esa marca en tu brazo... —se acercó lentamente a Erynn, quien se mantuvo firme—. Esto es magia antigua, más poderosa de lo que imaginaba.

—¿Puedes ayudarnos? —preguntó Erynn directamente.

Salandra sonrió de lado.

—Eso depende. ¿Qué ofrecen a cambio?

Kael dio un paso al frente.

—Sabes que no tenemos tiempo para juegos, Salandra. Si no los ayudas, el Maestro vendrá por ti también.

La bruja lo miró en silencio durante unos segundos.

—Muy bien, Kael. Pero si haces algo que me irrite, te juro que te convertiré en cenizas.

Kael no respondió, pero su expresión dejaba claro que la amenaza no lo sorprendía.

Una nueva verdad

Mientras Salandra trabajaba en un conjuro para localizar el próximo artefacto, explicó lo que sabía sobre la marca de Erynn.

—Esa marca es un vínculo. No solo con el Maestro, sino también con Kael. Es por eso que sus poderes funcionan juntos. Pero tengan cuidado... Si el vínculo se fortalece demasiado, sus vidas estarán entrelazadas de una manera que no podrán deshacer.

Erynn sintió un escalofrío, pero se obligó a permanecer tranquila.

—¿Qué significa eso exactamente?

Salandra levantó la mirada de su trabajo.

—Significa que si uno de ustedes cae, el otro también lo hará.

El silencio llenó la cabaña. Kael apretó los puños, mientras Erynn asimilaba lo que acababa de escuchar.

—Entonces debemos asegurarnos de no fallar —dijo Erynn finalmente, su voz firme.

Salandra sonrió levemente.

—Valiente. Pero no subestimes lo que estás enfrentando, princesa.

Con un gesto, entregó a Kael un mapa con la ubicación exacta del próximo artefacto.

—Ahora vayan. Y Kael... no vuelvas a pedirme favores.

Sin más palabras, la bruja los despidió, dejándolos con la sensación de que su lucha acababa de volverse mucho más complicada.

Hacia el sur

Con el mapa en mano, Kael y Erynn se dirigieron al sur, conscientes de que cada paso los acercaba no solo al siguiente artefacto, sino también al corazón del conflicto.

Kael rompió el silencio mientras avanzaban.

—No tenía idea de que el vínculo funcionara así. Si lo hubiera sabido, nunca te habría permitido venir.

Erynn lo miró con una mezcla de ternura y firmeza.

—Kael, este es mi destino tanto como el tuyo. No puedes protegerme de todo.




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