El camino hacia el sur, hacia la antigua fortaleza de Umbra, era largo y traicionero. Cada paso los alejaba más de cualquier semblanza de seguridad y los adentraba en un territorio que parecía existir bajo un cielo perpetuamente cubierto de nubes negras. La atmósfera era pesada, como si el mismo aire estuviera impregnado de la magia oscura del Maestro.
Kael caminaba con determinación, siempre al frente, mientras Erynn lo seguía en silencio. Desde su encuentro con Salandra, la relación entre ambos se había tornado más tensa. La revelación sobre el vínculo que los unía flotaba entre ellos como una sombra.
Finalmente, Erynn rompió el silencio.
—¿Siempre ha sido así? —preguntó, observando los árboles torcidos y el suelo seco bajo sus pies.
Kael la miró por encima del hombro.
—No. Antes, estas tierras estaban llenas de vida. Pero el Maestro consume todo lo que toca. Lo que ves ahora es el resultado de siglos de su influencia.
Erynn tragó saliva, sintiendo el peso de las palabras de Kael.
—¿Cómo es posible que alguien tan poderoso haya caído en sus garras?
Kael se detuvo de golpe, girándose hacia ella.
—El poder tiene un precio, princesa. Siempre lo tiene. El Maestro lo ofrece todo: fuerza, inmortalidad, control absoluto... pero te quita lo más esencial. Tu alma, tu humanidad.
Erynn mantuvo su mirada, viendo el dolor oculto detrás de sus palabras.
—¿Y tú? ¿Qué perdiste?
Kael tensó la mandíbula, como si las palabras fueran demasiado difíciles de pronunciar.
—Todo lo que importaba.
La emboscada
Antes de que Erynn pudiera responder, un ruido proveniente de los árboles los puso en alerta. Kael levantó una mano, indicándole que se detuviera.
—No estamos solos —susurró.
De entre las sombras emergieron figuras encapuchadas, sus ojos brillando con una luz antinatural. Los Cazadores Oscuros los habían encontrado.
—Kael, el traidor —gruñó uno de ellos, su voz áspera como el crujido de ramas secas—. El Maestro nos envía con un mensaje: ríndete, y ella vivirá.
Kael soltó una carcajada amarga, su mirada encendida con una mezcla de furia y desafío.
—Dile al Maestro que no estoy interesado en sus términos.
El Cazador avanzó un paso, desenfundando una espada negra que parecía absorber la luz.
—Entonces muere aquí.
El combate fue rápido y brutal. Kael se lanzó contra los Cazadores con una ferocidad que Erynn no había visto antes. Sus movimientos eran fluidos, casi animalescos, cada golpe lleno de una rabia contenida. Pero los Cazadores no eran oponentes fáciles; su magia oscura igualaba el poder de Kael.
Erynn, aunque no tenía la fuerza de Kael, no podía quedarse de brazos cruzados. Recordando las palabras de Salandra, intentó concentrarse en la marca de su brazo, sintiendo cómo una energía cálida comenzaba a fluir por su cuerpo.
—¡Kael! —gritó, levantando una mano. Un destello de luz salió disparado hacia uno de los Cazadores, haciéndolo retroceder.
Kael la miró brevemente, sorprendido, pero no perdió el ritmo de la batalla.
—¡Sigue haciendo eso!
La luz de Erynn parecía ser lo único capaz de contrarrestar la oscuridad de los Cazadores. Con cada destello, el enemigo retrocedía, hasta que finalmente se desvanecieron en las sombras, derrotados pero no destruidos.
Kael, respirando con dificultad, se giró hacia Erynn.
—Eso que hiciste... ¿cómo lo lograste?
Erynn negó con la cabeza, todavía sintiendo el hormigueo en su brazo.
—No lo sé. Simplemente... sentí que podía hacerlo.
Kael la observó por un momento, su mirada cargada de preocupación.
—Esa luz es poderosa, pero también peligrosa. Si el Maestro siente que puedes usarla, hará todo lo posible por destruirte.
Erynn levantó la barbilla, decidida.
—Entonces tendremos que ser más rápidos que él.
La entrada a Umbra
Tras el enfrentamiento, continuaron su camino hasta que finalmente llegaron a la fortaleza de Umbra. Era una estructura colosal, construida en piedra negra y rodeada de un foso lleno de una sustancia que parecía moverse por sí sola.
—Ahí está —dijo Kael, señalando una torre en ruinas en el centro de la fortaleza—. El próximo artefacto está dentro.
—¿Cómo vamos a entrar? —preguntó Erynn, observando las imponentes murallas y los guardias que patrullaban la entrada.
Kael sonrió de lado, su expresión adquiriendo un matiz peligroso.
—Con un poco de distracción.
Antes de que Erynn pudiera preguntar qué significaba eso, Kael levantó una mano, creando una esfera de fuego oscuro que lanzó hacia uno de los guardias. La explosión resultante atrajo la atención de todos, dejando una brecha por donde podrían colarse.
—Corre —dijo Kael, agarrándola de la mano y llevándola hacia una entrada lateral.
El interior de la fortaleza era aún más intimidante que el exterior. Pasillos interminables, iluminados por antorchas de una llama verde enfermiza, se extendían en todas direcciones. El aire era pesado, cargado de la misma energía oscura que emanaba del artefacto que buscaban.
—Sigue cerca de mí —dijo Kael, su tono bajo pero firme.
Erynn asintió, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que lo que encontrarían al final de ese pasillo no sería fácil, pero no tenía intención de retroceder.
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desprecio y rechazo, amor y nuevos comienzos, desafiando al destino
Editado: 02.03.2025