La entrada lateral de la fortaleza de Umbra conducía a un pasillo angosto, con muros cubiertos de runas antiguas que parecían brillar tenuemente a su paso. Erynn sentía que cada paso los adentraba más en un lugar que no pertenecía al mundo que conocía, como si la fortaleza misma fuera un puente hacia algo mucho más oscuro y peligroso.
Kael avanzaba con cautela, su mirada evaluando cada rincón en busca de trampas o amenazas. Erynn seguía de cerca, sus sentidos agudizados por el extraño murmullo que resonaba en su mente, el mismo que la había guiado al bosque aquella noche.
—Kael, ¿sientes eso? —preguntó en voz baja, deteniéndose brevemente para observar las runas que adornaban la pared.
Kael asintió, sin girarse.
—El artefacto está cerca. Esa energía que sientes es su influencia. Pero no te distraigas, princesa. Este lugar está vivo.
—¿Vivo? —repitió Erynn, inquieta.
Kael se detuvo y se volvió hacia ella, su rostro sombrío.
—Umbra no es solo una fortaleza. Es un nodo de poder oscuro, un lugar donde el Maestro acumuló siglos de magia corrupta. Cada piedra aquí está impregnada con su esencia. Si bajas la guardia, este lugar encontrará la forma de destruirte.
Erynn tragó saliva, tratando de mantener la calma. Sabía que el peligro era real, pero también sentía que había algo más. Una presencia en las sombras que no parecía hostil, sino curiosa, como si estuviera observándola con atención.
Los ecos de la oscuridad
Mientras avanzaban, llegaron a una gran sala circular, cuyo techo estaba tan alto que desaparecía en la penumbra. En el centro, un pedestal sostenía un objeto envuelto en una luz oscura: el artefacto. Era un amuleto, su superficie cubierta de símbolos que parecían cambiar constantemente, como si estuvieran vivos.
—Ahí está —dijo Kael en voz baja, observándolo con una mezcla de reverencia y repulsión.
Erynn dio un paso hacia adelante, pero Kael la detuvo, sujetándola del brazo.
—Espera. Este lugar no será tan sencillo como parece.
Como si sus palabras hubieran activado algo, el suelo comenzó a temblar y las sombras en las paredes se agitaron, separándose de las superficies para tomar forma. Figuras humanoides, hechas de pura oscuridad, se materializaron, rodeándolos con ojos que brillaban como brasas.
—¡Te lo dije! —gruñó Kael, desenfundando su espada oscura.
Erynn retrocedió, su corazón latiendo con fuerza. Pero en lugar de sucumbir al miedo, cerró los ojos y se concentró en la misma energía que había utilizado contra los Cazadores Oscuros. Una luz cálida comenzó a emanar de su cuerpo, dispersando algunas de las sombras que intentaban acercarse.
Kael luchaba con precisión letal, cada golpe de su espada desintegrando a los enemigos que se abalanzaban sobre él. Pero por cada sombra que caía, dos más aparecían.
—¡Erynn! —gritó Kael, retrocediendo hacia ella—. Tienes que activar el artefacto. Es la única forma de detener esto.
Erynn asintió, aunque no estaba segura de cómo hacerlo. Se dirigió al pedestal, esquivando las sombras que intentaban bloquear su camino. Cuando estuvo frente al amuleto, extendió una mano hacia él, pero una voz resonó en su mente, deteniéndola.
—¿Estás dispuesta a pagar el precio? —susurró la voz, fría y distante.
Erynn vaciló, pero recordó lo que estaba en juego.
—Si es necesario para salvar a Kael y a mi reino, lo haré —respondió, su voz firme.
La luz que emanaba de ella se intensificó, envolviendo el amuleto. Las sombras alrededor de la sala soltaron un grito agónico antes de desvanecerse, y el temblor en el suelo cesó.
Kael se acercó rápidamente, observando a Erynn con preocupación.
—¿Estás bien?
Erynn asintió, aunque se sentía agotada.
—Sí, pero… escuché una voz. Me preguntó si estaba dispuesta a pagar el precio.
Kael frunció el ceño, tomando el amuleto del pedestal con cuidado.
—Siempre hay un precio. Pero ahora que tenemos esto, podemos enfrentarnos al Maestro.
Revelaciones inesperadas
Mientras salían de la sala, Erynn sintió que algo dentro de ella había cambiado. Su conexión con la luz parecía más fuerte, pero también más inestable. Kael lo notó, aunque no dijo nada en ese momento.
Finalmente, encontraron una pequeña sala donde podrían descansar antes de continuar su camino. Kael se sentó contra la pared, observando el amuleto en sus manos.
—Este es solo uno de los artefactos que el Maestro utiliza para mantener su poder —dijo, rompiendo el silencio—. Destruirlo debilitará su conexión con Umbra, pero no será suficiente para derrotarlo.
Erynn se sentó frente a él, abrazando sus rodillas.
—Entonces, ¿qué debemos hacer?
Kael levantó la mirada, su expresión seria.
—Hay otro artefacto, uno más poderoso. Está oculto en el corazón de su dominio, donde su magia es más fuerte. Si podemos destruirlo, podremos enfrentarlo en igualdad de condiciones.
Erynn asintió, aunque la idea de adentrarse aún más en el territorio del Maestro la llenaba de temor.
—Lo haremos juntos —dijo, decidida.
Kael la miró por un momento, sorprendido por su determinación.
—Eres más fuerte de lo que aparentas, princesa.
Erynn sonrió ligeramente.
—Y tú no eres tan malo como quieres hacer creer.
Kael soltó una risa seca, aunque no dijo nada más. Ambos sabían que el camino que tenían por delante sería el más peligroso que jamás hubieran enfrentado.
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desprecio y rechazo, amor y nuevos comienzos, desafiando al destino
Editado: 02.03.2025