Amando entre mentiras [saga: Sin verdades – Libro #2]

*Capítulo cuatro: "Confrontación"

Cuando el despertador sonó con una potencia ensordecedora, una mano no perdió el tiempo para detener su exasperante cántico. De todas las melodías que pudo escoger del repertorio telefónico, eligió la tonada más odiada por sus oídos; un sonido horrendo que tan solo con percibirlo sentía la necesidad de pararlo; según Siwon eso ayudaba a despertar su cuerpo más rápido de lo normal.

A pesar de estar completamente lúcido, aquel hombre que bordeaba los cuarenta años, requería descansar algunas horas adicionales por el terrible desgaste físico que le concedió beber la noche anterior; sin embargo, el agotamiento no lo fastidiaba y el sueño era lo de menos; debía ponerse de pie antes de seguir siendo presionado por sus sentimientos "anormales".

Moviéndose de un lado a otro, logró encontrar la posición correcta en la cual reposar hasta el momento que estuviera listo para salir debajo las sábanas. Mirando el techo, dejó escurrirse de sus labios un suspiro muerto.

La noche transcurrió tortuosamente lenta; parecía que los segundos pasaron a caminata de tortuga a propósito, solo para seguir trastornando su nulo sentido común; dejando que un sabor dulce, colmado de ilusiones vanas que quizá nunca se realizarían, embargarán su alma de solera; herida por el adiós y dañada gracias a la traición.

Mientras más se proponía dejar a un lado aquello; los recuerdos luminosos, las imágenes borrosas y ese par de ojos castaños llenos de lágrimas, no lo dejaron conciliar el sueño. Cada vez que intentaba empañar su cara, el recuerdo aparecía de algún rincón oscuro para seguir atosigando la poca tranquilidad que guardaba. Moviéndose inquieto; desarreglando las sábanas; Siwon se hizo millones de preguntas que no conseguía hallarle respuesta ¿Cómo una chiquilla que ni siquiera bordeaba los veinte años consiguió calar tan rápido en su rancio corazón?

Nadie nunca logró conquistarlo o al menos eso intentaba hacerle creer a sus sentimientos. Hubo una vez; hacía muchos años, una hermosa mujer que lo enamoró de una forma irracional e incomprensible, pero esa historia era parte del pasado. Él no era como su mejor amigo Kyuhyun: un pobre idiota que seguía pensando en la misma persona después de tantos años ...

Siwon entre cerró los ojos y una nueva incógnita se presentó ¿Acaso lo suyo por Hiraku fue amor verdadero o una simple obsesión? Tal vez era preferible no ahondar en el tema; por su propio bienestar y la tranquilidad de Kyuhyun, lo mejor era enterrar el motivo de su dolor.

Agradeció en silencio que su relación con Arika llegará a su punto culminante en el momento preciso; si él permanecía más tiempo junto a ella quizá en ese instante se encontraría peor que su amigo.

Meditando lo mucho que amó a Arika, le fue imposible no volverla a ver en su cabeza: sus cabellos negros batirse contra la luz al mismo tiempo que le decía adiós. No la culpaba por su abandono; al contrario; aplaudía su inteligencia y percepción ¿Qué podía darle un muchacho de veintitrés años? Nada material, lógicamente; los sentimientos no bastaban y ellos dos lo sabían.

La perfecta ilusión recreada con imágenes muy antiguas de Arika fueron tornándose opacas hasta transformarse en una neblina espesa que le dio vida a su nueva obsesión.

—Yūme — murmuró levantándose de la cama; sobresaltado por lo repentino de su cambio.

Apartó las sábanas de su cuerpo, dejando al descubierto un perfecto pecho tonificado; tras cubrir un bostezo, puso los pies en el suelo y comenzó con su estiramiento rutinario antes de caminar hacia el baño. Según sus ordenadas costumbres, era bueno despertar los músculos antes de iniciar con las actividades diarias programadas. A su edad era primordial cuidar su salud si planeaba seguir en el ruedo de las conquistas semanales; los años no le eran un impedimento para enloquecer a la mujer que se le antojara.

Podría decirse que la vida de Choi Siwon era simple y sin preocupaciones; soltero a pesar de ser un excelente partido; con el suficiente dinero para despilfarrar en cualquier idiotez que su amante de turno le pidiera. Extraordinariamente guapo; afortunado con las mujeres ¿Qué más podía pedir? Nada; todo lo que quisiera lo tendría con el solo tronar de sus dedos; ninguna cosa o persona del mundo ponía resistencia a sus deseos.

Posado frente al gran espejo; dio comienzo a la revisión de todos los espacios de su piel; algunas arrugas y patas de gallo eran las marcas indulgentes del tiempo; no por nada había vivido más de cuatro décadas; lejos de molestarle sus imperfecciones; ellas lo halagaban. Esos signos de la edad demostraban cuán experimentado era y lo bien que podía hacer sentir a una mujer.

Observando con más intriga su reflejo, descubrió que algo andaba mal; un suceso extraño lo dejó pasmado: la imagen reflejada fue distorsionándose hasta convertirse en una cara diferente, el perfil y los rasgos eran conocido; sin embargo, no tenía ningún sentido verlo sobrepuesto en su imagen. Abrumado por la irrealidad frente a sus ojos; abrió el grifo. Un gran chorro de agua fría comenzó a correr, produciendo un ruido sin son; uniendo ambas palmas, juntó el líquido suficiente para lanzárselo a la cara.

—Basta Siwon —se dijo mientras se golpeaba la mejilla con la mano. El agua resbala por su piel hasta llegar a su pecho desnudo—. Detente. Sabes que no puedes beber de ese estanque —reafirmó a sus deseos descontrolados. La imagen de Yūme volvió a su mente como una ráfaga inminente de viento. Su cabello volaba por la suave brisa que soplaba; una sonrisa se dibujaba en sus labios y los gestos dulces de su rostro se los dedicaba a él—. ¡Mierda! —exclamó alejando las alucinaciones.




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