Amando entre mentiras [saga: Sin verdades – Libro #2]

*Capítulo dieciséis: "La confesión de Siwon"

Uno, dos, tres disparos consecutivos congelaron la sangre de los elegantes invitados que disfrutaban de la noche más magnifica de la temporada de turismo. Pronto, la belleza expuesta con naturalidad en el salón más costoso de Jeju, se convirtió en escandalosos chillidos incontrolables soltados tras el primer disparo.

Desatado el barullo, Yuu fue empujada lejos de Siwon y acorralada contra una de las esquinas cercanas a la tarima donde tocaban los miembros de la orquesta. Además una estampida de gente, asustada y dramática, se amontonó en las salidas del local de recepción, impidiendo que ellos dos tuvieran posibilidades escapar lo más rápido que sus pies enfundados en zapatos elegantes les permitieran. Yuu, cuidando no ser vista, gateó hasta una de las mesas que quedó patas hacia el frente, gracias al descontrol que presenciaron segundos antes. Ese desorden era culpable de que ella hubiese perdido a su jefe de vista, no tenía idea de su ubicación.

¿Quizá? Yuu apartó esos pensamientos plagados de suspicacia, era imposible que él la abandonara en una situación tan desfavorable.

Procurando pecar de cuidadosa, Yuu gateó hasta llegar detrás de otra mesa: grande y que ocultaba su figura a plenitud. Para su mala suerte, un nuevo disparo inundo de un sonido maldito el lugar casi desocupado. Con el alma perdiendo de un hilo muy delgado, ella sintió una mano cubrir sus labios, calmando así sus deseos de gritar.

—Soy yo —murmuró él, jadeante por el sinfín de emociones que afloraban en su interior, empleando un tono imperceptible, ya que tenía la finalidad de no ser descubierto por aquellos que se mostraban hostiles y con oscuras pretensiones—. Debemos estar en silencio sino queremos ser descubiertos —pidió agudizando sus sentidos ante un minúsculo imprevisto. Yuu aceptó quedarse en absoluto silencio, asintiendo y él quitó las manos de sus labios—. Son alrededor de quince malvivientes.

La joven volvió la mirada hacia Siwon, que estaba en su misma posición, temerosa del dato que acababa de confiarle. Antes de alcanzar la salvación de su escondite, él visibilizó una puerta que los llevaría fuera del recinto; no obstante, sería complicado sortear los obstáculos que los distanciaban de ella, debido a que era custodiada por varios criminales.

Siwon y Yuu no contaban con la menor idea de cuáles eran las intenciones de esos tipos; por ese motivo, no podían correr frente a sus narices como si se trataran de personas amables, arriesgándose a ser eliminados en el acto, por culpa de una imprudencia.

Haciendo movimientos lentos y pausados, Siwon puso a Yūme a su lado, dispuesto a salvaguardar su integridad si ocurría una eventualidad que pudiera lastimarla. Prefería correr el riesgo de ser él antes que ella. Siwon era una persona calculadora en situación de peligro, él observó el salón vaciarse a una velocidad rauda, dejando una leve capa de soledad en las paredes, y eso les restaba posibilidades. Sin protección, no saldrían de allí.

—Señor —musitó la jovencita, hallando la protección idónea estando a milímetros de distancia—. ¿A dónde iremos si hay tantos hombres? —la última palabra dicha por Yuu, salió acompañada con un fuerte disparo que chocó en una columna ubicada atrás de ellos. La joven dio un gritito, atemorizada por la cercanía de la amenaza.

—Cálmate —la instigó volviendo la atención hacia a ella—. No grites o no sé qué podría sucedernos. Esos sujetos parecen muy peligrosos —Yuu con lágrimas en los ojos, apretó los labios, impidiendo que sus sollozos salieran al exterior—. No llores —le suplicó con una rectitud irreal—, vamos a salir de aquí —Siwon forjó una sonrisa tranquilizadora y apoyó una de sus manos sobre su cabeza, dándole la fortaleza que necesitaba.

Yuu dio un respingo al escuchar una voz potente y grasosa llenar el salón de terror.

—¡Qué bonita fiesta! —exclamaron dando aplausos sarcásticos y sonoros—. Me parece una verdadera lástima que no me hayas invitado a disfrutar de tan buena música. Veo lujos e instrumentos musicales abandonados a su suerte —los zapatos del sujeto terminaron de romper los trozos de cristal que permanecían regados en el suelo. El camino que abrió hasta una de las mesas todavía en pie, fue acompasado con el sonido estridente de los vidrios triturados por su andar—, y también hay muy buen licor —anunció luego de beber una de las copas con vino que sobrevivieron a la estampida de personas que corrieron atemorizadas después de su llegada.

Más calmada, Yuu se animó a emitir unas cuantas palabras en extremo innecesarias:

—¿Quién es la persona que está hablando? —preguntó muerta de curiosidad. Quería conocer la identidad del hombre, que con total violencia, llegó a destruir la armonía de la bonita reunión.

—No logro ver su rostro —respondió Siwon, inquieto por el vibrar amenazante mostrado por el tipo. Él intentó levantar la cabeza; sin embargo solo pudo ver su espalda—. Aunque eso no importa en estos momentos —Siwon observó las diferentes direcciones descuidadas por los maleantes, con la esperanza de hallar un lugar ideal por el que escapar.

—¡Viejo senil! —Gritaron disparando al aire. Yuu llevó las dos manos sobres sus oídos, amedrentada por el ruido hueco del arma—. Quiero hablar contigo, así que sal de una maldita vez sino quieres que destruya este sitio de mierda —juró buscando una alternativa fácil y convincente, que provocara el fin de su encierro. Odiaba que ese viejo se burlara de él—. ¡Sabes que estoy hablando en serio, desgraciado! —Bramó repudiándolo con las fibras de su cuerpo—. ¡Hazme caso o te arrepentirás!  




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