Exhaló con dificultad un profundo suspiro que salió de lo más hondo de su corazón. Él no tenía ni la más mínima idea de que un alma envejecida como la suya pudiera albergar un sentimiento tan intenso y destructivo como aquel, tan inverosímil para un hombre de sus años. Incomprensible y capaz de arruinar la faceta de indiferencia que le costó crear…
Y, cegado por la vehemencia arrolladora del vigor que lo empujaba a actuar, él pensó en reivindicar sus caminos, desencadenando la colisión de sus vidas; pero otro pensamiento más potente que el anterior, eclipsó la idea inicial: quizá el momento preciso para emprender la marcha, ya no era el más oportuno. Era tarde para dirigir una palabra de amor rebuscada en las cavernas de su imaginación, en las que por las noches escondía a las bestias dispuestas a bañar de sangre el suelo bajo sus pies. Quizá Siwon estaba perdiendo valiosos segundos de su vida preguntándose qué era bueno y malo. El matiz, la perspectiva, todas esas patrañas de las que hablaban los poetas románticos no tenían sentido. ¿Era tan malo amar a una mujer nacida en otra época? Un disentimiento de más de veinte años… Largos veinte años…
—Señor Choi —Yuu dejó caer sus dos manos a cada lado de sus muslos, sorprendida por el implacable llamado que hizo que detuviera su camino—, buenas tardes —sonrió abusando de la falsedad que podría emplear en momentos tan incómodos como aquel. Aparentando con la frialdad fingida que nada malo podía suceder en una pequeña charla en la que debía ser la mejor actriz del planeta. No mostrar sus puntos débiles sería la nueva arma que protegería su orgullo ante la indiferencia del hombre que amaba—, ¿qué se le ofrece? —Inquirió sin perder el matiz de tranquilidad en su rostro.
—¿Qué hacías con Henry?
Siwon no evitó ser una víctima más en la larga lista de la cólera, que hizo hervir su sangre hasta el punto de quemarles las venas. Le molestaba sobremanera que ellos dos se volvieran demasiado cercanos. Le parecía casi inconcebible que llegaran a formar una inocente amistad. Henry era un hombre cuestionado por las aventuras que solía tener y él no iba a permitir que la pequeña Yuu cayera en la trampa que había creado para cazarla. Su sobrino adoptivo era un depredador de temer.
—¿Disculpe? —un estremecimiento hizo que su rostro comenzara a enrojecer cuando Siwon avanzó los pasos necesarios para percibir el inconfundible aroma de su perfume. Avergonzada por su cercanía, su respiración se descompasó.
—Pregunté ¿qué hacías con Henry? —se oía tan autoritario al intentar saber sobre su vida con tan poca amabilidad. Era la primera vez que un hombre le hablaba de ese modo tan posesivo y en cierto modo, a Yuu le causaba rabia ser un objeto. Su actitud lo demostraba. Era una especie de trofeo que al verse en otras manos se corría a reclamar.
¿El amor podía ser tan complejo? No se parecía en nada al dulce amor platónico que había sentido por Zhou Mi, era vesánico y penoso. Cavilar en ese amor le resultaba tan ridículo. Ella ni siquiera se creía capaz de volver a percibir la ligera sensación de necesidad. Eran la antítesis del fulgor pasado. Ella pensó que el amor que sentía por ese hombre estaría marcado por la dulzura y la delicadeza; sin embargo, Yuu se avergonzaba de sí misma al descubrirse imaginando momentos alejados de la inocencia, donde ella y Siwon encarnaban a los protagonistas; no obstante, así su mente la traicionara con episodios apasionados que solo se desarrollarían en los meandros de su mente, debía alejar las manos de ese hombre prohibido.
—El joven Cho y yo solo estábamos almorzando hasta hace unos minutos, señor —respondió mostrando una faceta más esquiva y por lo tanto, desconocida para Siwon.
Acostumbrado a recibir sus amorosas atenciones mientras intercambiaban unas cuantas palabras en medio de la luz tenue de la luna. Sus dulces fracciones reflejadas ante aquel centelleo de su mirada chocolate, eran recuerdos fallecidos en su imaginación. Distantes como el sol.
—Me parece inapropiado que salgas a comer con ese muchachito —elevó el tono grave de su voz para darle mayor relevancia a su consejo—, creo que no deberías hacerlo otra vez —se atrevió a recomendarle el modo en el que debía proceder, ya que le molestaba hasta el grado de la rabia, imaginar que ellos dos podrían volver a ver.
—Disculpe, lo que yo haga fuera de la oficina es mi responsabilidad —el gesto de su cara se endureció, ¿por qué tenía que preocuparse por ella? Lo único que conseguía era hacerse ideas equivocadas con un hombre que, por lo visto, no la quería del mismo modo en el que ella anhelaba.
—Te lo digo porque me preocupa que pueda suceder contigo —su exigencia se desequilibró el sosiego de la mujer que lo miraba con intensidad—. Sabes, te tengo mucho aprecio y lo que menos quiero es que algo malo pase contigo y sé que Henry no es bueno para ti.
—Y usted cómo sabe lo que es bueno para mí —la actitud amable fue perdiendo fuerza a medida que la conversación ingresaba a terrenos pantanosos para los dos.
—Por favor, Yuu no seas irracional —suplicó—, sé lo que te estoy diciendo.
—Le pido a usted, señor Siwon —ella aumentó la distancia con la que debían tratarse y también caminó unos cuantos pasos para evitar sentir el tibio dolor que recorría sus entrañas—, por favor no se meta en mis asuntos —le dolía correrlo de todo lo concerniente a ella, mas debía usar su fuerza de voluntad para acallar a su corazón, que le gritaba que luchara por él—. Usted decidió echarme de su lado, así que no tiene ningún derecho de aconsejarme sobre lo que debo o no de hacer —se mordió el interior del labio al recordar su dolorosa despedida. Siwon quiso defenderse de sus acusaciones; sin embargo, Yuu se lo impidió y puntualizó—. No me diga nada, se lo imploro —su voz se quebró aunque su alma intentó soportar el peso de engañarse así misma—. O terminaré haciéndome una idea errada de nuestra relación y lo que menos quiero es tener el corazón roto otra vez.