No importaba si después el mundo entero se desploma…
El aliento receloso escapó del pozo más profundo de su alma, y producto del roce de cálido de sus labios, un estremecimiento provocó que cerrara sus ojos. Quizá fueron más de veinte veces en las que se repitieron, ante el frío ártico de la madrugada, todo lo que sentían en la plenitud de sus corazones, protegidos contra la inclemencia de las voraces especulaciones que se tejerían entorno a un idilio dispar; pero empezarían construyendo un enorme palacio frente a las miradas desdeñosas de la multitud que se opusiera a la realización de un romance sin presente. Resultó dificultoso aceptar el regalo traído por un destino incierto, que en dos extremos del tablero, señalaba la oscuridad de una gran vivencia y el inmaculado rostro de una inocencia elegante.
Las estrellas tintineantes en la extensa bóveda de oscuridad, se degradaron, hasta obtener en sus figuras bellas e inalcanzables, una leve tonalidad que iba aclarándose con el paso de los minutos. Quizá, la luz del día quería acabar con el anormal momento romántico que tuvieron la oportunidad de inventar a partir de las dos de la mañana. En las que sus manos encontraron reposo en el pecho del otro. Revelándose oscuros secretos enterrados bajo cientos de metros, plagados de llanto y melancolía. Se dejaron ver tal y como eran, sin desvestir sus cuerpos.
Él le susurró una declaración conocida por la magnitud gigantesca del universo; no obstante, la sorpresa que la tomó cautiva la primera vez que conoció la veracidad de sus más intrínsecos sentimientos. Ella, hipnotizada por el mismo embrujo pasional, correspondió sus palabras con la misma ahondada convicción.
Y así, tintados con el color natural de la correspondencia de amor, se mantuvieron apoyando sus frentes; sus brazos se envolvieron y permanecieron así, recostados en el sillón, hablando de tonterías, eventos sin importancia que dejaban tras de sí, risas jocosas.
La imperiosa y envolvente placidez de la compañía mutua de la que gozaron por el intervalo casi eterno de una madrugada, y que con la ilusión del verano creyeron les duraría por el resto de la vida; se esfumó. El sosiego obsequiado por la pureza de su amor, salió huyendo junto con el color rebosante instaurado en las perfiladas mejillas de Yuu, que al ver a su jefe en la entrada de su casa, palideció de la impresión insana que le dio su presencia.
—No es lo que estás pensando, Kyuhyun —fue la primera oración rígida que Siwon mencionó al toparse con el rostro inflexible de su mejor amigo. Se hallaba enredado en una situación comprometedora y las primeras impresiones eran las que contaban.
—Y según tú ¿qué estoy pensando, Choi Siwon? —respondió él, reprimiendo el impulso de olvidar la amistad que fortalecieron por más de dos décadas en las que se revelaron las verdaderas naturalezas que escondían bajo esas apariencias de hombres de negocios.
Las pupilas chocolates, cubiertas por una capa brillante de lágrimas, temblaban ante la inmovilidad de la escena, inflando un vacío negruzco capaz de absorberlos por el resto del tiempo. Cautiva de sus propios temores; Yuu se mantuvo detrás de Siwon, preguntándose qué de malo había hecho para que los males del mundo se le juntaran en ese mismo instante, en el que podía ser tan feliz; causándole un nerviosismo que no se le quitaría con ningún remedio mágico. Tenía el más mínimo cuidado por el que pudieran pensar otras personas de la relación idílica que viviría a plenitud, al fin y al cabo, ella y Siwon eran testigos de una verdad que los espectadores no podrían desmentir: la noche anterior no había ocurrido nada precipitado; sin embargo, encontrarse con Kyuhyun en la puerta de su departamento, la hacía quedar como una gran mentirosa. Ella le juró, casi con lágrimas de tristeza y desesperación, que la relación entre ellos solo se basaba en la cordialidad y el respeto por la jerarquía en la que estaban posicionados sus puestos de trabajo.
—No quiero pensar nada —expresó Kyuhyun, mirando a Siwon fijamente y controlando las ganas que sentía por interrogarlo; sabiendo que las acciones que podía tomar a partir de ese momento también podrían afectar a Yuu, decidió mantenerse a la raya para impedir una guerra de la que no saldría bien librado; porque él ya tenía la batalla perdida—. Hablaré contigo después —alzó un poco la voz para que Yūme comprendiera que se refería a ella—. Espero verlos en la oficina dentro de unos minutos —manifestó con aspereza mientras tomaba el mismo camino por el que había llegado.
Él apretó los puños contras sus muslos y desapareció de la escena conteniendo la ira, confusamente molesto al pensar que Siwon se había atrevido a ponerle la mano encima a una niña, que no contaba con la experiencia suficiente para saber lo que realmente quería.
Al verlo caminar con pasos raudos de caballero herido y con la armadura rota, Siwon se mantuvo indeciso entre seguirlo y darle las explicaciones convenientes o quedarse al lado de Yuu para calmar las dudas que comenzaban a arrinconarla contra la pared, haciendo que las preguntas acerca de su relación iniciaran un descomunal avance a su interior, replicando la decisión que ya había tomado. Tras meditar la urgencia de su corazón; no podía dar un paso en falso, por ello Siwon terminó por hacerle caso a la segunda opción: se quedó al lado de la jovencita palidecida por el terror.
—No te preocupes por nada de lo que pase de ahora en adelante —la calmó abrazándola para brindarle la confianza que necesitaba. Él se encargaría de darle la confianza que su hambrienta alma imploraba—. Yo hablaré con él y le aclararé lo que sucede entre nosotros. Le explicaré que no debe preocuparse, porque yo cuidaré de ti.