Amando entre verdades [saga: Sin verdades – Libro #3]

*Capítulo catorce: "La primera verdad"

Un rayo electrizante atravesó su cordura de extremo a extremo y las memorias gélidas de un amor unilateral salieron a relucir; en un despliegue de fantasías míticas de terror, un sentimiento de miseria erizó su piel añeja por los años de soledad; y es que ella descendió del paraíso para convertir las cenizas en nada.

La fatalidad del instinto antinatural que lo dominaba, provocó que las manos temblorosas de Kyuhyun buscaran tocar a Hiraku. A pesar del tiempo, ese amor enfermizo, que rozaba la perversión y tenía que ser llamado obsesión, no menguó en lo más mínimo, convirtiéndose en una cruz con la que debía cargar cada día al despertar, olvidando que tuvo las posibilidades de ser feliz; sin embargo, las dejó caer en el más profundo de los abismos por albergar la irracional esperanza de ser correspondido. Una áfida atracción demoledora.

—Hiraku —volvió a titubear su nombre, repetido solo en sueños. Acercándose a la maravillosa visión conjurada por su mente, cansada de inventar ese momento tan añorado—. Hiraku… 

Sus dedos, de uñas destrozadas por la depresión, ansiosos de sentir su piel blanquecina y delicada, se acercaron en dirección a sus delgados brazos, enfundados en las mangas largas de su vestido floreado. El enamorado obcecado se halló a milímetros de tocar la suavidad de las nubes, cuando su cuerpo retrocedió a causa de un empujón certero, que lo obligó a descender de las ilusiones rotas de una vida marcada por la culpabilidad.

—¡No quieras tocar a mi mujer con tanta familiaridad! —expresó el coronado exesposo, con una rabia contenida bajo miles de candados, para guardar las apariencias de hombre intachable y poco violento.

Zhou Mi no tuvo suficiente con solo alejarlo, sino que tomó a Kyuhyun del saco, porque no pretendía darle una advertencia sin mirarlo directo a los ojos. Planeaba lanzarlo contra el suelo, pero su salvoconducto fue oír la dulce voz de Hiraku, que con una cuerda de flores, amordazaba la negatividad innata de su alma.

—Cariño, no te ensucies las manos —Zhou Mi volvió la mirada hacía la expresión apacible de Hiraku, que de forma irreal, sostenía una sonrisa amplia y carismática en sus labios ansiosos de recibir sus besos. No había ni un solo rastro de temor en sus ojos azules.

Tras ser soltado, Kyuhyun se arregló la ropa y observó a las dos personas que discutieron con Yuu, demostrando que su parentesco familiar les daba la potestad de reprenderla por sus malas acciones. Él bajó la vista hacia las manos de Hiraku y Zhou Mi, que permanecían de frente, mirando a Yuu, y un golpe le rompió su corazón al notar que ellos llevaban el mismo anillo de matrimonio.

—Vamos a conversar a otro lugar, Yuu —no tenía oportunidad para titubear por la creciente desesperación de su corazón, si empezaba a desesperarse por ese desagradable reencuentro, las cosas se saldrían del control que siempre la ayudó a sostener sus mentiras. La mujer de largos cabellos rubios, sueltos sobre su angosta espalda, no dejaría que su hija se enterara de una verdad dolorosa y corrosiva en esas circunstancias; por ello, Hiraku decidió fingir que no lo conocía.

—No, no me iré contigo —repitió dudosa, dando cortos pasos y abrazándose a Kyuhyun, que había recobrado la consciencia de sus estúpidos ideales amorosos.

Su jefe no era partícipe de los sucesos que desencadenaban esa discusión en medio de la calle, pero protegería a Yuu de cualquiera que se atreviera a ponerle un dedo encima. Con los pies firmes en el suelo y la postura llena de dignidad, Kyuhyun fue un soporte indispensable para que la decisión de no irse con sus padres que adoptó Yuu, no decayera. Algunos autos transitaron por la autopista y el sonido de las rodadas prolongó la amplitud de sus silencios.

—Te prometo que te diré lo que quieras si no vamos en este momento —un tono amoroso, semejante al de una madre comprensiva.

Yuu deshizo la fuerza de su abrazo y movió los pies para iniciar el camino de regreso a los brazos de su madre, ya que ella sonaba convincente y dispuesta a contarle una historia oculta por veinte años. ¿Demasiado fácil para ser real? ¿Hiraku dando a su brazo a torcer con tanta simplicidad? No, ella no era ese tipo de persona. Su orgullo, reacio frente a cualquier adversidad no se iba a despedazar por sus lloriqueos y berrinches.

—Mentira —musitó con la venda cayendo de sus ojos chocolates—, no me dirás nada —afirmó percibiendo que la volverían a llevar a la falsedad—. Solo dices que hablaremos para llevarme de aquí —volvió a presionar el brazo de Kyuhyun—, ¡pero no me iré!

—Yuu, Hiraku está diciendo la verdad —Zhou Mi, que se ubicaba al costado de su exesposa, supo que su dulzura convencería a su hija. Después de todo, ella lo adoraba y siempre fue incapaz de desobedecer las pocas órdenes que le dio.

—¿Papá, tú también la apoyas? —Yuu, que hasta ese momento solo se concentraba en sus problemas, se preguntó qué hacían esos dos tan juntos. Además, tras prestarle atención a las manos de ambos, notó que llevaban sus anillos de matrimonio.

Curiosamente, ese insólito detalle y el acercamiento de sus padres le regaló un poco de felicidad.

—Dejen en paz a Yuu, ella no quiere irse con ustedes —intervino Kyuhyun, quién no aguantaba tanta coacción disfrazada de amabilidad—. No pueden obligarla.

—Haga el favor de no involucrarse en nuestros asuntos —Zhou Mi planeaba lanzarse contra su enemigo, pero Hiraku sostuvo su mano para que no cometiera ninguna estupidez—. Yuu, vámonos.




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