Amando entre verdades [saga: Sin verdades – Libro #3]

*Capítulo veinte: "El segundo culpable"

Resultó siendo una mezcla pegajosa, dulce y peculiar de sensaciones la que se ancló en lo más hondo de su pecho luego de concluir la charla, pospuesta por días, en la que fue sincera con madre: le costó despejar de desperdicios la ruta a sus secretos íntimos, pero tras darse los ánimos suficientes, le confesó la verdad acerca de una relación que mantenía en la clandestinidad por miedo a ser censurada, ya que no podía cerrar los ojos y obviar los múltiples factores que restringían el hecho de que los dos pudieran salir a la calle y tomarse de las manos.

Aunque sintió el pavor doblarle las piernas, al imaginar que Hiraku no haría más que criticarla y quitarle la confianza, Yuu estaba más que complacida tras recibir una ligera aceptación por parte de la mujer que, en una semana, consiguió suplir varias de las carencias emocionales que creó con su indiferencia durante la época de adolescencia pasada por su hija. Sería una mentira garrafal fingir que sus lazos familiares estaban restaurados al cien por ciento, todavía existía un trayecto interminable el cual recorrer en busca de formar una familia verídica, pero dieron el primer paso y eso era lo único que interesaba a esas alturas de su vida. Hiraku la llamaba hija con naturalidad y no simplemente: Yūme, debido al desdén que demostraba por ella desde su más tierna infancia. No, no era sencillo de relatar su pequeño avance; Hiraku había tenidos muchos meses para reflexionar todas las malas acciones cometidas contra Yuu y, usando cualquier artimaña, estaba dispuesta a resarcir el yerro antiguo.

Nadie negaría el destello brindado por su aura, tras esa conversación su presencia sombría, resurgió para evolucionar en un arcoíris multicolor. Se sentía complacida por obtener el calor de los brazos de su madre, cuando la arrullaba contra su pecho al despedirse luego de pasar horas juntas, también era feliz sabiendo que sus padres solucionaron sus diferencias y eran una pareja normal otra vez.

Yuu quería creer que sería dichosa teniendo la familia que añoró en sus más bellas fantasías: sus padres juntos, viviendo un romance dichoso y sus tíos siendo la pareja enamorada por la eternidad; sin embargo, la espina clavada en su alma desgarraba la piel cuarteada de su corazón, causando que una hemorragia de impulsos nerviosos productos del llanto y la incertidumbre, le hicieran recordar que no estaba en ese mundo por haber sido deseada. 

Con su careta de perfección tejida en la oscuridad de sus pensamientos puesta sobre su sonrisa caída, pretendía fingir que todo marcharía en dirección al horizonte azul del firmamento, pero Siwon, que velaba sus sueños mientras jugaba con sus cabellos rubios, sabía que las pesadillas que se encargaban de ser un acoso constante, eran el reflejo de lo que ocultaba bajo infinitas capas de tierra. La verdad la quemaba desde el interior, era una flama ardiente avivada con gasolina, que evaporaba su buen juicio hasta dejarla reducida a la ansiedad.

Por esos mismos temores ocultos, fue que Siwon la esperó nervioso, moviendo las manos de modos extraños, a que volviera del encuentro con su madre. Temía que la mujer más infernal que conoció, fuese la ruina emocional de Yuu, pero en contra de su pensamiento más nocivo, su amada novia llegó a su nuevo hogar sonriendo con la genuinidad de su carácter sereno y puro, corroborando que la situación fue una maravilla completa.

El gesto del hombre enamorado se transformó en un poema cuando ella le relató el buen proceder con el que su madre aceptó su noviazgo. Yuu exageró la reacción positiva de la mujer que le dio la vida, menguando importancia a su expresión gélida al decir que le encantaría conocerlo algún día. La joven no alteró la respuesta con malicia, no lo hizo por un cálculo premeditado, si no por un hecho más estremecedor: Hiraku había sido tan recta y negligente por años, que la más mínima aprobación para su hija significaba el cielo caído en sus manos para ella.

El brillo incandescente de sus ojos iluminaba los espacios libres de la estancia, por ese sencillo motivo Siwon no dudó en la autenticidad de las palabras de su novia, que parecía un alma encantada por el descubrimiento de algo más fuerte que una felicidad momentánea, algo efervescente que desaparecería ante la caída de escasas gotas de lluvia. Incluso le remarcó la proposición de ir a visitar a sus padres para formalizar su relación, lo que sin lugar a dudas, extasió el espíritu de Yuu, quien cayó en cuenta que Zhou Mi sería quién no estaría muy contento.

Lo supieron el día en el que ambos se conocieron: su papá no estaría de acuerdo con su relación.

—Podríamos salir a cenar con mi madre —lo corrigió mientras bebía un sorbo del vaso con agua que Siwon le llevó a la sala, la joven dejó su bebida en la mesa de centro y agachó la mirada. Su mente deambuló por un sinfín de parajes angustiosos, a medida que se concentró en los cubitos de hielo que se derretían en el líquido. Tenía que cavilar las posibilidades antes de explicarle que hablar con su padre no sería una decisión factible.

—A tu padre no le gustará la idea de verte conmigo ¿no es cierto? —quiso, con artimañas mal elaboradas, hacerle creer una realidad diferente; no obstante, Siwon había vivido demasiado para saber que ella ocultaba la verdad.

—Mi papá es muy especial… —sentados y rozando sus rodillas de vez en cuando, él notó sus deseos de darle tinte a lo opaco del futuro—. Como la mayoría de papás, él no quiere verme con nadie... —Siwon sabía que no podía enfrentarse a ese hombre que Yuu adoraba y consideraba lo más importante en su corazón. No tenía que ser muy inteligente para intuir que debía ganarse el respeto del sujeto que le heló la sangre en cuanto lo vio, si quería proseguir con un noviazgo bendecido.




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