Amando entre verdades [saga: Sin verdades – Libro #3]

*Capítulo final: "Madre e hija"

El viento frío y nocturno golpeó su rostro con una violencia insólita, que caló en cada sitio libre de su cuerpo, ocasionando que un estremecimiento entumeciera sus extremidades cuando intentó caminar apenas salió del automóvil de Siwon, que pese al hielo enredado entre los dos, la abrigó con la calidez propia de su amor.

Yuu se quedó inmóvil unos segundos y tomó una profunda respiración antes de avanzar dentro del hospital al que su madre fue trasladada.

¿Por qué le dolía tanto el pecho al imaginar el peor escenario? Se preguntó a cada paso que daba. Nunca tuvo una preocupación real por lo que pudiera ocurrirle a esa mujer; sin embargo, al oír a su tío perder la calma, por el peligro que se cernía sobre la integridad de su madre, Yuu comprendió que no quería separarse de ella, en especial, desde el momento en el que formaron un vínculo, que por años se mantuvo enterrado bajo una gruesa capa de hormigón.

No tuvo consciencia de en qué momento pasó, pero su sangre comenzó a bombear con violencia dentro de su corazón en cuanto corrió por varios pasillos, buscando a su familia, que hasta ese momento se negó a decirle lo qué pasaba con la salud de su madre. Además, su desasosiego iba en aumento por la cantidad de ideas que se arremolinaban en su mente, ya que LeeTeuk no tuvo el tino de explicarle, de modo menos alarmista, que Hiraku no estaba bien.

—Papá —soltó un suspiro de alivio al ver a Zhou Mi en la sala de espera—. ¿Papá? —lo volvió a llamar con la voz distorsionada por el cansancio al ver que él no le prestaba la más mínima atención.

Yuu lo contempló desencajado y con los ánimos destrozados; le era sencillo deducir su aflicción al encontrarlo sentado en una de las sillas del lugar, con las manos apoyadas en su frente y los codos sobre las rodillas. El lenguaje corporal de su papá no hizo más que aumentar su grado de intranquilidad.

Aunque quería mostrarse con la fortaleza de siempre, el corazón no dejaba de martillar dentro de su pecho, por la confusión que sentía al no tener información sobre su esposa. Nadie había salido a decirle cuál era su situación desde que llegaron a sala de urgencias por el dolor abdominal de Hiraku. Además de ello, debía añadirle a ese dolor las manchas de sangre que ensuciaron más sus pantalones.

Él estaba desconcertado; preguntándose en silencio si quizá alguien se había atrevido a lastimarla mientras estuvo en manos de Tetsuhiro. Zhou Mi se estaba dejando llevar por las ganas de volver a la casa del infierno para exigir explicaciones, pero al mismo tiempo, no pretendía dejar el hospital sabiendo que Hiraku podría necesitarla en cualquier momento.

—¿Cómo está mamá? —cuestionó la jovencita. Zhou Mi ni siquiera levantó la cabeza para enterarse de su llegada. No la miró. Estaba tan absorto en sus pensamientos, que era incapaz de concentrarse en algo ajeno a Hiraku.

—Todavía no nos dicen nada —explicó LeeTeuk, que acababa de llegar de comprar un café. Tenía demasiado congelado el cuerpo y sabía que la única manera de recuperar el calor era bebiendo algo caliente. Yuu, que esta ese momento mantuvo un rostro inexpresivo, abrió los ojos de la impresión al hallarlo golpeado y con el cabello rapado. Su sorpresa incrementó al comprobar que su tío Kangin estaba en las mismas condiciones—, pero tranquila —él buscó calmarla dándole una caricia en los cabellos—. Ella se va a reponer.

—¿Qué le ocurrió? —LeeTeuk hizo una mueca de desgano ante su pregunta.

—No estamos seguros —mintió esperando a que el médico o enfermera que fueran a darles las noticias tuvieran el tacto eficaz de no decir nada que los sacara del estado de latente sobresalto.

—¿No están seguros? —Yuu cruzó los brazos encima de su pecho—. ¿Cómo que no están seguros? ¿Acaso no estaban con mi mamá?

—Por favor, no nos hagas más preguntas —Kangin intervino para detener una batalla campal entre esos dos.

A partir de ese momento no pronunciaron ni una sola palabra, evitando que la sensación de malestar se acrecentara dentro de ellos. Y como una forma de limar asperezas, Kangin, se acercó a Yuu y le dio un beso en la frente; LeeTeuk, por su parte, dejó su café en un asiento al lado de Zhou Mi y le dio un abrazo para tranquilizarla, mientras que Siwon, permanecía inmóvil detrás de Yuu, sin saber cómo reaccionar a la familia de su novia. Todos eran hombres demasiado intimidantes para pensar en presentarse y más en una situación de emergencia.

—¿Quién es ese tipo? —preguntó Kangin, en cuanto tuvo la oportunidad de hablar bajito.

—No es momento de saber quién es —lo codeó LeeTeuk, que sentía mucha compasión por todo aquel que estuviera enamorado en esa sala de espera, ya que de alguna forma, sufrían: Siwon moría por la indiferencia de Yuu, Zhou Mi estaba a punto de romper lo que sea por no saber de Hiraku y Kangin, no aguantaba la felicidad, que empezaba a dolerle, de ser perdonado por el amor de su vida.

—¿Por qué? —el sentimiento de extrema protección que tuvieron con Hiraku llegó a alcanzar a Yuu, que en todo momento, fue igual que una hija que debían cuidar más allá del tiempo y espacio—. Es raro que hable con Yuu o que esté cerca de ella ¿Quién es?

LeeTeuk soltó un bufido antes de inclinar la cabeza hacia adelante, maquinando una manera de ocultarle la relación que ese hombre tenía con su sobrina, pero con la llegada del médico, no fue necesario mentir, ya que los presentes se concentraron el obtener las noticias que querían.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.