—¡Escúchame por favor!
—¡¿Que quieres que escuche?! —grito provocando que retrocediera—. Que solo jugaste conmigo, que me has engañado y en mi propia casa ¡Joder!
—Dejame explicarte.
—No me expliques nada, ya vi todo lo que tenía que ver para saber la clase de persona que eres.
Se dio la vuelta para irse pero me adelante unos pasos para hacerle frente.
—Perdóname —digo entre lágrimas.
—¿Perdónarte? —se ríe irónicamente—. Un perdón no va arreglar el dolor que siento por dentro.
Mis ojos buscaron los suyos y cuando nos miramos fijamente me arrepentí al instante. Sus ojos estaban llenos de odio, de dolor.
—Cuando yo te entregaba todo de mi, cuando te daba mi corazón —suspiro—. Tu solo me engañabas, tú solo te estabas riendo de mi. Así que no veo que pueda perdónarte, cuando tú solo te has encargado de dañarme.
Y con eso se dio la vuelta y se fue. Yo me deje caer al suelo. Puse mis manos en mis rodillas y enterré mi rostro en ellas.
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Editado: 04.07.2023