Amando lo prohibido

Capitulo 02

    En depresión
    
    Nora
 


 

    Nunca me había sentido tan mal como me siento ahora. Todas las ilusiones y los planes que tenía se han ido por la borda. Lo perdí, sin tenerlo. ¿Como carajos superare eso? Se que el jamás me dio motivos para que esta ilusión que tenía con el creciera y que todos estos sentimientos yo me los cree sola. Yo sola me ilusione, yo sola me lastime. 
    
Las lágrimas ruedan por mis mejillas sin detenerse. Y más cuando comienza una nueva canción en mi celular, y esa parte dice exactamente todo lo que en estos instantes estoy pensando. 
 


 

"Nunca me sentí tan solo 
como cuando ayer 
de pronto lo entendí 
mientras callaba 
la vida me dijo a gritos 
que nunca te tuve y nunca te perdí 
y me explicaba que 
el amor es una cosa 
que se da de pronto 
en forma natural 
lleno de fuego 
sí lo forzar se marchita 
sin tener principio 
llega a su final."
    
Cierro los ojos mientras lágrimas y más lagrimas rodaban por mis mejillas mientras la canción seguía. Tome una almohada con la cual cubro mi rostro y ahogo un grito de dolor. Cada que recuerdo lo que pasó, me odió, me odió por a ver sido una tonta, es que eso fuí, fuí una tonta al enamorarme de el. 
    
Tan solo si yo fuera diferente tal vez el si se interesará en mi, pero no. Soy fea y gorda. Uso lentes y mi apariencia es horrible. Él ni nadie nunca se interesaran por mi. 
    
—¡Ah! —grito nuevamente contra la almohada—. Eres una tonta, eres una estúpida, eres, eres... Te odio Nora, te odio. 
     
Me odió con todas mis fuerzas. 
    
Tras unos minutos por fin me he tranquilizado, siento que ya no hay más lágrimas en mi. 
    
Cierro los ojos y respiro profundamente. 
    
Ya no puedo seguir así, ya no quiero seguir llorando por alguien que no lo merece y que encima nunca fue nada de mí. Cojo mi celular de la mesita de noche y apago la música, me fijo en la hora y ya pasa de las dos de la noche. Será mejor que trate de dormir, mañana tendré examen de algebra y quiero estar bien presentable. 
 


    
A la mañana siguiente la cabeza me dolía horrores, no pude dormir bien, cada cinco minutos me recordaba pensando en lo que había pasado. Por más que trato de olvidar el día de ayer, no puedo. No puedo olvidar la mayor humillación de mi vida. ¿Cómo fue que llegue a sentir esto por David? ¿Cómo me fui a enamorar así del? 
    
— ¿Todo bien hija? -pregunta mi madre, sacándome de mis pensamientos. 
    
—Si, si mama estoy bien. Solo estoy un poco preocupada por el examen de hoy. 
    
—No tienes por qué preocuparte, tendrás buenas notas ya lo veras —forzó una sonrisa y asiento—. Anda termina de desayunar que se te hará tarde. 
    
Una hora más tarde ya me encuentro en mi asiento en el colegio respondiendo el examen de algebra. Concentrándome al cien por ciento. Y no pensando en nada más que en lo que es. 
    
Estoy por terminarlo y me permito ver unos segundos a David y observo que no tiene ni la más mínima idea de lo que tiene que responder. Observo a todos mis compañeros y más de la mitad están igual o peor que él. Me debato entre ayudarlo y no. Se lo importante que es este examen para él y si lo reprueba estará reprobando el semestre. Pero también me prometí a mí misma no volver a tener nunca más un acercamiento hacia él. Ignoro ese pinchazo en mi corazón y me concentro en terminar el examen. Ya solo faltan diez minutos para entregar el examen y algo dentro de mí me dice que lo ayude. Que solo por última vez. 
    
Sin pensarlo dos veces saco mi celular y comienzo a tomarle fotos a mi examen ya terminado y comienzo a buscar el número de David entre mis contactos para mandarle las fotos por WhatsApp. Se que es algo estúpido tal vez, pero si tengo la oportunidad de ayudarlo lo hare. Mi corazón de pollo me obliga a hacerlo. 
    
Las imágenes ya se le han mandado y veo que saca su celular con cuidado de que el maestro no lo vea, el voltea a verme y me sonríe. Esa sonrisa me encanta se ve tan lindo -basta de pensar tonterías Nora, ya se te olvido lo que te hizo ayer- me recuerda mi subconsciente y aparto mi mirada de él. Me levanto y me acerco a donde está el maestro y entrego mi examen. El me pide que me espere a que todos terminen para poder irme. 
    
*** 
    
Entro a la cafetería buscando a Isa, y la veo sentada en una mesa de al fondo. La observo platicando animada con un chico, así que me desvío hacia otra mesa. Dejo mis cosas y voy a la maquina eléctrica por un refresco. 
    
—Hola —escucho esa voz tan familiar que me pone nerviosa. 
    Me doy la media vuelta y enfrento a David. 
    
—Hola —respondo en un susurro. 
   
—¿Podemos hablar? 
   
—Ah yo... no, no sé si... 
    
—Por favor —dice interrumpiéndome. 
    
Asiento y salimos de la cafetería. 
    
Miles de preguntas rondan por mi mente, ¿De qué quiere hablar?, ¿Por qué ahora? Creía que ya todo había quedado claro ayer. 
    
"Me estas confundiendo David. Y estas despertando nuevamente todas las esperanzas que creía ya estaban perdidas." 
    
Lo sigo por todo el campo de futbol hasta llegar a las gradas. Él se queda de pie y de espaldas hacia mí. No sé qué decir, ni que hacer. No sé si me siento o me quedo ahí en donde estaba, a un metro de él. 
    
No sé cuánto tiempo paso, creo que solo fueron unos cuantos segundos, pero a mí me parecieron minutos, él se dio la vuelta y yo solo me quede observando el pasto. 
    
—Te agradezco mucho que me ayudaras en el examen, aunque no era necesario. Y creo que yo tampoco debí de aceptar tu ayuda, pero ... 
    
—¿A dónde va esto? 
    
— ¿Por qué lo hiciste? 
    
—Yo solo sé que este examen era importante para ti y yo solo quería ayudarte. 
    
—¿Y por qué decidiste ayudarme? 
    
—No lo sé, yo solo quise hacerlo. 
    
— ¿Qué es lo que buscas con ayudarme, Nora? 
   
—No busco nada y tampoco quiero nada de ti, solo quería ayudarte. 
    
—Tienes que entender que yo no salgo con nadie —me observa directamente a los ojos—. Y hagas lo que hagas por mi no me hara cambiar de parecer. Yo jamas sentiré algo por ti. 
    
Auch eso dolió. 
    
—Yo- ¡Yo no lo hice con ese fin! —grito desesperada. 
   
Estaba desesperada, desesperada por hacerle entender que mi única intención era ayudarle y no tenía porque decir algo que me lastimé. Se me nubla la vista y dejo de verlo a los ojos, no pienso llorar frente a él, no, no voy a llorar. Parpadeó un par de veces para evitar que las lágrimas caigan por mis mejillas. 
    
Después de algunos segundos observo su rostro buscando algún tipo de expresión, pero nada, su semblante es frío y puedo ver en su mirada una pizca de desprecio. 
    
—Yo solo quería ayudarte —digo nuevamente en un susurro—. No tienes porque-
   
—A ti no te queda claro que no te quiero cerca, ¿verdad? —soltó entonces con algo en su voz que no supe distinguir. 
    
—¿Por qué si no me quieres cerca estás hablando conmigo?
    
—Porque quiero dejártelo claro. 
    
—No hace falta que me hables para dejarlo claro, también puedes hacerlo con hechos. Como lo hiciste ayer, por ejemplo —y con eso me di media vuelta y me fui de ahí. 
    
Estaba molesta y no con él, sino conmigo, molesta porque no importa cuánto daño me haga ahí estaré siempre. Ahora creo arrepentirme de haberlo ayudado, de a verme acercado a él una vez más, que ¿con una vez no me basto? No me basto que el me hubiese humillado una vez. 
    
Por dios, Nora, desde cuando dejas que un hombre te hable así, desde cuando te has dejado humillar por uno —desde que apareció David— me dice mi subconsciente. 
    
Entro en la cafetería y no me doy cuenta, por ir sumergida en mis pensamientos, que ya está vacía. Veo la hora en mi reloj de mano y veo que la clase inicio hace cinco minutos. Y qué bueno que Isa se ha llevado mis cosas o eso imagino. 
   
Entro en el salón, no sin antes que el señor Herrera me hubiese dado un sermón por haber llegado tarde. 
    
***
    
"Trata de no dormirte Nora" me decía una y mil veces más a mí misma. El no dormir bien anoche me está pasando factura en este momento. 
    
—Señorita Arellano, ¿Tan aburrida es mi clase como para que se duerma? 
    
Me sobresalto al escuchar al maestro. Me levantó rápidamente y lo observo frente a mi. 
    
—No, maestro... yo solo... 
    
—Le voy a pedir que salga del aula, cuando le interese mi clase me lo hace saber. 
   
Dios, jamás me habían sacado de una clase y si mi mamá se entera, ¡Me va a matar!
    
—No volverá a pasar.
    
—Señorita, por favor salga. 
    
Observo para todos lados e inconscientemente giro mi mirada a el lugar donde se sienta David y no está, ¿Por qué no está? Nora por favor concéntrate en lo que está pasando en estos momentos. Regreso mi vista a mi furioso maestro y comienzo a aguardar mis cosas. 
    
Me levantó y camino a la puerta, nadie me deja de ver y no puedo evitar el color carmesí en mis mejillas. 
    
—Prosigamos con la clase —escucho por último antes de cerrar la puerta. 
   
¿Y ahora que hago? 
    
Me preguntó cuando me encuentro en medio del pasillo. Y entonces viene una idea a mi mente: ir a la biblioteca. Sonrió débilmente y comienzo a caminar. 
    
Cuando dobló el pasillo me detengo al ver a alguien ahí. Y ese alguien es David, siento algo muy lindo dentro de mi, pero después una presión en mi pecho cuando veo a alguien con el. Es una chica y la está besando. 




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