~Volviéndonos a ver~
Nora Arellano.
Estaba demasiado nerviosa, quería arrepentirme y salir corriendo. Lo iba a volver a ver, después de dos años sin saber nada de él, hoy por fin lo iba a ver. Y me odiaba por sentirme emocionada por verlo, no tenía por qué emocionarme en lugar de eso tendría que odiarlo y no sentir nada por verlo.
Me removí inquieta en mi asiento cuando vi que nos deteníamos frente a un enorme portón blanco, el cual se abrió cuando Marc le dio a un botón de un aparato. Aquí es como un vecindario, porque hay muchas casas, diferentes pero hermosas. Las puertas se abren y Marc sigue conduciendo. Yo solo me quedo observando boquiabierta todo, los pinos y el jardín que rodea el camino es hermoso.
Abro los ojos como platos al ver la enorme casa que esta frente a mí, es blanca, frente a ella hay una fuente y a lado de esta hay muchos coches estacionados, son cinco, con el de Marc seis.
Nos estacionamos a lado de los coches y yo un me quedo admirando todo. Marc se bajó primero del auto y comenzó a sacar el equipaje. Después me abrió la puerta, asentí en modo de gracias.
—¿Estas listas? —pregunta emocionado y yo solo me limito a sonreír tratando de ocultar mi nerviosismo.
No tengo palabras para explicar cada una de las emociones que siento en estos momentos. Entramos en la casa y lo primero que veo en el centro de un salón inmenso es una gran escalera con barandal de cristal.
Marc me tomo de las manos y nos dirigimos a no sé dónde a otro salón, será. Y si, no me equivoque. Entramos y vi una hilera de personas alrededor de una pequeña mesa. Me aferro al brazo de Marc y busco con la mirada a David. Se que el ya no está a como lo recuerdo, porque yo he cambiado mucho y apuesto a que el aún más. Dejo mis pensamientos a un lado, cuando una mujer, parece ser su tía se acerca a nosotros.
—Hola, tu debes de ser Nora, ¿Verdad? —sonrió amablemente y asiento, antes de que me diera un pequeño abrazo— No sabes cuanto me alegro de conocerte, Marc me había hablado mucho de ti y hoy veo que eres mucho más hermosa de lo que lo eres en foto, es que no sabes, él me ha platicado y...
Marc carraspea interrumpiendo la, me giré a mirarlo y pude notar el color carmesí en sus mejillas.
—Un gusto conocerla, señora Saavedra.
—Oh no cariño, no me llames así, dime Rocío —asentí nuevamente y ella se giró a ver a las seis personas que hay detrás de ella—. Esta es mi familia, él es mi esposo Ronald, mi hija Anne, mi hermana Sara, su esposo John y su hija Brianna. Ah y ella es...
—Y yo Ashley, soy la hermana de Marc —se acerca a mí la chica de cabello rubio, ella es delgada y un poco más bajita que yo.
—Un gusto, Ashley —me abraza—. Bueno, un gusto a todos.
Cada uno de ellos me da un abrazo, a excepción de Ronald y John, ellos son los únicos que me dan un generoso apretón de manos.
—Marc, tal vez deberías de ir a mostrarle la habitación y el resto de la casa, mientras nosotros preparamos todo para la comida y esperamos a que llegue David.
Al escuchar el nombre de David, siento como si me dejaran caer un balde de agua fría. Por un momento había olvidado que lo volvería ver.
—¿Todo bien? —pregunta Marc, mientras carga mi equipaje y nos dirigimos a la salida.
—Ah si, si estoy bien —frote mi nariz—. Tu familia es muy agradable, me agrado mucho tu tía Roció —lo mire divertida observando cómo se sonroja— ¿Es verdad que le has hablado de mí?
—Yo, una, si... —se queda en silencio.
—¿Todo bien, Marc? —encarne una ceja.
—Una vez saliste a la plática —mordió su labio inferior, sabía que lo estaba poniendo nervioso—. Y pues le platique de ti y le mande una foto tuya, porque quería conocerte.
Cogió mi mano entre las suyas y comenzó a acaricio la palma de mi mano. Traza líneas o círculos pasando sus largos dedos de un lado a otro. Yo solo lo observo en silencio, ver su rostro neutro y sonrojado es relajante. Jamás había conocido a un chico así, que lo pusiera nervioso, que se sonroje, que siempre me regale una hermosa sonrisa y que siempre se preocupe por que yo esté bien. Estaba tan tranquila y feliz, lo que había sentido unos minutos antes al escuchar el nombre de David desapareció, pero este maravilloso momento se fue al diablo cuando la puerta de la entrada se abrió de golpe y entro una joven pareja.
—¡Bienvenido a casa, primo! —grito el chico y en ese instante supe de quien se trataba.
Es David, es el. Cierro los ojos negándome a verlo, Marc me suelta de la mano. Aunque hace una semana sabía que este momento llegaría, yo rogaba porque fuera mentira, y que jamás lo volvería a ver, pero no, esto es verdad y ahora está frente a mí. Lentamente abro los ojos y lo veo, veo a esa persona que hace meses creí que no volvería a ver.
El al parecer no se ha percató de mi presencia y así puedo observarlo mejor. Él está más alto, sus facciones están más marcadas y su cuerpo, a través de esa camisa blanca, se ve más corpulento.
—Eh, David —Marc se alejó unos cuantos pasos de mi para ir a abrazar a su primo.
Cuando termine de recorrer a David con la mirada, descaradamente, este cayo a la chica que está a un lado de ellos. Es una mujer muy hermosa, cabello plateado, piel blanca, alta y con unas curvas hermosas. Su vestimenta consta de un vestido corto color rojo y unos tacones altos, demasiado altos para mi gusto, los tacones son color negros. Inconscientemente mi mirada se posa en mis deportivas, no puedo evitar sentirme insegura e insuficiente a su lado, ya que yo solo visto unos vaqueros, una blusa sencilla de manga larga y mis deportivas. Estaba tan concentrada sintiéndome nada a comparación de ella, y no me di cuenta de que los tres estaban frente a mi, sino es porque Marc pasa un brazo por mis hombros.
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Editado: 04.07.2023