~Recuerdos del pasado~
(Espero que disfruten este capítulo tanto como yo disfruté escribirlo)
Nora Arellano.
Después de salir del restaurante nos fuimos a dar una vuelta a toda la ciudad, no teníamos un lugar específico al cuál ir, simplemente nos montamos en el carro y nos fuimos sin rumbo.
Y en este momento nos encontramos en frente de mi casa. Escuchando música mientras disfrutamos de una cerveza. El tiempo con él se me ha pasado volando, miro la hora en mi móvil y veo que faltan quince minutos para las dos de la mañana. Creo que es hora se despedirme. El parece leer mi mente.
—Ya es tarde.
—Si —concuerdo y termino de beberme toda la cerveza que me queda.
—Me agradó mucho estar contigo —murmura.
—Gracias a mi igual.
Su estado de ánimo no ha cambiado y sigue siendo el mismo que hace unas cuantas horas. He tratado de animarlo un poco pero solo lo consigo por segundos. En estos momentos ya no se que decir.
—Espero que puedas ir conmigo a Monterrey.
Había olvidado ese tema, y ahora estoy muy segura de que quiero ir con él.
—Yo también, espero poder ir —sonríe débilmente y yo le devuelvo la sonrisa.
—Buenas noches, Nora.
Antes de bajarme del coche, murmuró:
—Gracias por confiar en mí y platicarme lo de tus padres.
Se encoge de hombros y mira al frente.
—Necesitaba platicar con alguien.
Bebé de su cerveza y yo coloco las correas de mi mochila sobre mis hombros.
—Adiós.
—Adiós, Nora —sonríe y antes de que me baje del auto me da un beso en la mejilla.
***
Tres días, tres días sin hablar con Marc desde esa noche en el restaurante El primer día después de que salí del trabajo me quedé esperándolo hasta muy tarde y el nunca apareció. Se que fue tonto y no había un por qué para esperarlo, aunque debo de admitir que ya me había acostumbrado a que el me llevará a casa que creí que en algún momento el llegaría.
Salgo del aula y me dirijo a la biblioteca hoy la última clase se ha cancelado o algo así, así que aprovecharé la hora para estudiar para el examen de mañana.
Aún sigo con el dolor de cabeza. ¡Dios cuánto durará esto!
Ayer después de salir de la cafetería me fui con Jennifer y Javier a tomar algo y se nos pasaron las copas. No he dormido nada, solo un par de horas.
Ahora sí no vuelvo a probar el alcohol. Se que ya lo he dicho más de una vez, pero aún sigo cayendo en sus redes. Quiero hasta llorar. Me encuentro aquí en la biblioteca de la universidad, intentando estudiar y no puedo concentrarme, ya he tomado una tableta para el dolor de cabeza y no sirve de nada. No me quita el dolor. Golpeó la mesa y las personas que están enfrente de mi hacen muecas y yo las fulminó con la mirada, dejan de verme y me cruzo de brazos sobre la mesa, escondo mi cabeza en estos. Siento que alguien se sienta a lado de mi pero no le doy importancia y sigo recostada sobre la mesa. La persona que se sienta a lado de mi me habla y hace que me sobresalte.
—Sabia que aquí te podría encontrar —esa persona es Marc.
Me quedó como una boba viéndolo, y es que después de tres días sin verlo no se que me pasa. En estos momentos estoy experimentando algo indescifrable, siento una emoción que jamás he sentido.
—Hola Marc, me has asustado.
—Lo siento.
—No te preocupes, ¿Que haces aquí? Jamás te he visto por aquí.
—Si vengo pero no tanto. Y la razón de hoy es que te vengo a buscar.
—A mi, ¿Y para que?
—Guarden silencio —nos dijo una chica frente a nosotros.
Marc le sonríe y ella hace lo mismo, después regresa su mirada al libro. Encarno una ceja al ver eso y el se encoje de hombros.
—Para ir a algún lugar e ir a comer algo. Te apetece ir conmigo.
—Bueno, no lo sé, tengo que estudiar y...
—Lo único que yo se, es que estás muy estresada. Necesitas relajarte. Anda vamos, ¿Si?
—Emm... —hizo un puchero, se ve tan tierno. No puedo decir que no — Está bien, vamos.
La curiosidad de saber dónde ha estado estos tres días se apodera de mí y quiero saberlo. Ya afuera de la biblioteca me atrevo a preguntarle dónde ha estado estos tres días.
—¿Dónde estuviste?
—Amm tuve un pequeño problema personal y no pude comunicarme contigo, lo siento.
Veo que no quiere hablar del tema, así que no insistiré.
—Esta bien, no te preocupes —muerdo mi labio inferior y después esbozo una sonrisa—. Me han dejado ir —me mira confuso—. Que me han dejado ir a Monterrey.
Su rostro se ilumina y me abraza. Dios, no imaginé que está noticia le alegrará tanto.
—Eso es maravilloso.
—Si.
Su emoción es contagiosa que no puedo evitar emocionarme también, ya estoy doblemente emocionada, por volverlo a ver y porque iré con él. Ahora seguimos caminando y el posa una de sus manos en mis hombros y así salimos de la universidad.
Me quedó boquiabierta observando a dónde vamos. Pues estamos llegando al boliche. Y parece que Marc nota mi cara de horror por qué me pregunta:
—¿Que pasa?
—Jamas he estado en un lugar así y nunca he jugando a eso —señalo un letrero que se encuentra al frente del lugar.
—Siempre hay una primera vez.
Muevo mi cabeza de un lado a otro y trato de relajarme, no creo que sea muy difícil esto.
—¡Ahhh! No doy ni una.
Hoy me he dado cuenta de una cosa y es que soy pésima en el boliche. No doy ni una. Soy un asco completamente. Esto no es nada fácil.
—Soy un asco en esto —me quejo mientras miro como la bola solo tira tres pinos.
—No es tan mal, para ser tu primera vez —se acerca a mi con una sonrisa de comprensión.
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Editado: 04.07.2023