Maratón 2/3
Nota: He vuelto a publicar el mismo, al final dejo la explicación. Pero lo cambie, cambie el final y agregué algunas cosas.
Espero y este les guste. Gracias.
~Odio tu actitud~
Nora Arellano.
Froto mis ojos con unas de mis manos mientras salgo de la habitación. Tengo demasiado sueño, anoche no pude dormir nada. Para dejar de pensar en todo lo que ha estado en mi cabeza las ultimas hora me puse a ver una serie y me quedé embobada viéndola toda la noche.
Cuando empiezo a caminar, escucho que se abre una puerta. Me giro, por curiosidad, y creo que no debí de haberlo hecho.
Todo lo que había sentido ayer por la noche vuelve a mí. Siento un nudo extraño y demasiado desagradable en el estómago al ver salir a Paulina de la habitación de David, y el detrás de ella. Todo lo que sentía aumento cuando vi que ella lleva la camisa de él y el la sujeta por la cintura. En estos momentos el sonido de sus risitas es como una tortura para mis oídos.
Pero ¡Ahhh! no debería de sentirme así, no tengo por qué. No debería.
Llegan hasta donde me encuentro y trato de enfocarme solo en Paulina e ignorar a David, pero claro: es imposible. Mi mirada se encuentra con la de él y... ¡Por Dios! Se ve muy emocionado como si estuviese muy enamorado, ¡Ja! como si eso fuera cierto. «Por dios, Nora, deja de pensar idioteces y cosas que a ti no te incumben» me riñe la vocecita de mi cabeza.
—Hola Nora —Paulina me da un pequeño abrazo y su cabello empapado rosa mis mejillas.
—Hola, Pau.
Me centro en ella e ignoro a David. Pero obviamente él no pensaba dejarlo así.
—Buenos días también para ti, Nora.
—Hola, David.
Ensancha su sonrisa y niega varias veces con la cabeza. Lo fulmino con la mirada, lo cual no le bajo esos humos, sino que aumento la diversión en su rostro.
—Oye Nora, podríamos hablar para lo de —señala a David con sus ojos— el fin de semana.
—Amm, si —antes de poder terminar de hablar, nos interrumpe una canción.
—Oh lo siento, tengo que contestar —dice antes de contestar y llevar el celular a su oído.
Me pongo demasiado nerviosa al verla desaparecer del pasillo e ingresar a la habitación, y también al ver qué los únicos que han quedado ahí, son David y yo.
El me observa fijamente, y puedo notar una pizca de emoción al verme juguetear con mis manos y el saber que estoy demasiado nerviosa. Es que en verdad podría asegurar que él puede leer a las personas con solo verlas unos segundos.
Me muerdo el labio inferior y me doy la media vuelta para irme. Sin embargo, me detengo en seco al escuchar sus palabras:
—Así que —escucho una risita— anoche tuviste una cita con Marc.
Inhalo y exhalo intentado poder tranquilizar mi respiración, lo cual es inútil.
—No —ni se te ocurra decir que no—, bueno sí.
Relame sus labios y niega con la cabeza, divertido. Lo que odio es que tenga esa maldita sonrisa en su rostro, cuando intento estar molesta. O por lo menos actuar molesta.
—¿Pasa algo con eso? —encarno una ceja y le dedicó una mirada de pocos amigos.
—No, no pasa nada.
Pongo los ojos en blanco al ver qué sigue con su misma expresión nefasta. Me estás colmando la paciencia David, «¿Eso o te está poniendo nerviosa, Nora?»
—Puedes dejar de reírte —lo señaló con mi dedo índice. El tiempo y todo a mi alrededor desaparece cuando el me coge de la muñeca.
—¿Hay algo de malo?
«No, pero con esa sonrisa y tu tacto revuelves todas mis emociones. Al igual que me molesta que seas así».
—Suéltame —trato de soltarme de su agarre. Sin embargo, lo único que consigo es que el me jale hacia él y quedó a centímetros de su cuerpo—, David suelta me —mi voz tiembla y se escucha más baja de lo que esperaba.
Nuevamente intento alejarme de él, y no obtengo nada.
—¿Por qué? —su voz suena ronca.
—Por... Porque sí.
Siento que un escalofrió recorre mi espalda y pierdo la lucha contra mí de alejarme de él, cuando coloca su mano en mi cintura. Sus dedos juegan con mi blusa y un suspiro largo abandona mis labios al sentir su tacto frío contra la piel de mi cintura.
—¿Quieres que me aleje? —me acerca más a él.
«No»
Obviamente no responderé eso.
—David —su nombre sale de mi boca en un susurro.
Puedo sentir que se me sale el corazón. Con cada segundo que pasa el aire comienza a faltarme, mi respiración es un completo desastre, al igual que la de él.
Mi cuerpo choca contra el suyo y suelta mi mano para colocarla en mi cintura. Mi mirada se dirige a sus labios entreabiertos que se encuentran a centímetros de mí. Mis manos se posan sobre sus brazos definidos y marcados por el ejercicio. Nuestras miradas se encuentran y lo que veo en sus ojos es como si me estuviera preguntando si quería que me besara. Y si, lo quería, así que sin pensarlo y sin saber que, mi cabeza se mueve asintiendo.
Mis manos se aferran a sus brazos, al igual que las de el a mi cintura. Cuando nuestros labios están a punto de unirse la voz de Paulina se escucha en la habitación y en seguida se escucha que la puerta se abre. Me alejo de David tan rápido como puedo y quedó donde estaba antes de que ella se fuera. David maldice en voz baja.
—David, necesito que me acompañes a casa de Karla —dice cuando llega hacia nosotros.
David me ve a mí y la ve a ella, y repite lo mismo un par de veces más.
Con el corazón latiéndome con demasiada fuerza que temo que alguien pueda escucharlo, sé que eso es imposible, me doy media vuelta y me alejo de ahí. Aun lo que sentí hace unos minutos permanece en mí, puedo sentir el calor en mis mejillas y en todo mi cuerpo.
Jamás me imagine que podría estar tan ansiosa por besarlo. Deseaba que sus labios se unieran a los míos, joder lo necesito.
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Editado: 04.07.2023