Amándote para siempre

Capítulo 4: Aithana

—Te voy a extrañar. —dice mi amiga Ava.

—No me iré indefinidamente.

—Eso dices ahora, pero si un hombre como ese pedazo de adonis viniera a buscarme, le diría que sí sin pensarlo dos veces y dejaría que me hiciera lo que quisiera.

Miro a Iker de pie al lado del vehículo hablando por teléfono. Al parecer no se confiaba con que apareciera y decidió pasar él por mí. Bueno, su chofer, pero él iba en el vehículo.

—Él solo está interesado en no perder la compañía. Mi hijo y yo le damos igual. Y si fue criado por mi padre biológico…

—No te quejes. Mi padre biológico se largó y jamás mandó ni un peso para nosotros. Pudiste ir a la Universidad, de lo contrario dudo mucho que hubieras podido pagarla.

—Aun así, no lo justifico… Y ya deja de mirarlo como si fuera un filete.

—Con esos pompones que tiene por detrás, quisiera hacer más que mirarlo.

Suelto una carcajada y abrazo a mi amiga por última vez.

—Ven a visitarme a París.

—Claro, niña. Si tú pagas. Aprovéchate del dinero del papá muerto.

Iker termina de hablar por teléfono en el mismo momento que nos acercamos.

—¿Lista? —pregunta.

—Sí.

Reviso a mi hijo que duerme plácidamente en su silla, Ava lo saluda y mira con hambre a Iker, quien la observa con el ceño fruncido.

—¿Por qué tu amiga me mira como si fuera su cena? —musita en voz baja Iker.

—Te quiere de cena. A ti y a tus pompones traseros.

—¿Mis qué?

Reímos y le señalo con la mirada su trasero. Este pone los ojos en blanco y me pide que suba de una buena vez.

—Sigo deseándolo—confiesa mi amiga—. Llámame cualquier cosa que necesites. Si él quiere un poco de Ava, solo dime.

—Gracias.

Se arrima a Iker y este pone distancia.

—Tranquilo, no te voy a comer, a menos que tú quieras.

—Estoy bien. No quiero causarte indigestión. 

Mi amiga se encoge de hombros y yo ahogo una carcajada.

—Tú te lo pierdes. Lo único que te digo es que cuides de mi amiga o querré asesinarte y darte de comer a los gusanos en vez de comerte. Tengo por regla general primero las amigas y luego los adonis con forma de hombre. Estás advertido.

—No te preocupes. Fue un gusto.

Subo al vehículo, Ava le tira un beso a Iker y este le devuelve el gesto saludando con la mano. Al menos no es un amargado al que le molestan las bromas. Si bien Ava no estaba bromeando por completo, ni en la parte de querer comérselo, ni en la de asesinarlo. Si Iker le daba pie, ella se le tiraba encima sin pensarlo dos veces.

A ella es a quien voy a extrañar. Es la única amiga verdadera que tengo y no quiero perder contacto con ella.

En los momentos malos te das cuenta quienes son tus verdaderos amigos. Podría culpar a mi madre y a mi padrastro de muchas cosas, pero no tiene sentido. Si las personas que me dieron la espalda hubieran sido mis amigos, me habría ayudado como lo hizo Ava.

Sacudo la cabeza y miro a Iker, quien está concentrado mirando por la ventana.

Es un hombre guapo, alto, de cabello castaño espeso, se nota que está en buena forma física, pero no parece de los obsesionados por el gimnasio, y sus ojos azules me recuerdan a los zafiros. 

El primer día que apareció en mi casa tenía el rostro afeitado por completo, ahora tiene una leve barba que lo hace lucir un poco más mayor de lo que realmente es.

—¿Qué edad tienes? —me atrevo a preguntar, él me mira—. Sabes muchas cosas sobre mí.

—Treinta años.

—Un año menor que yo. ¿No tienes esposa, hija, novia, novio o amante?

—Nada de nada, ni siquiera una mascota.

—¿Por qué no?

—¿Un interrogatorio?

—Se trata de conocernos, pues vamos a estar trabajando juntos un par de meses y no quedaría bien ante los hombres que tenemos que ver que seamos dos desconocidos. Tú me mandaste a investigar. Yo no y no puedo hacerlo porque no conozco a ningún investigador y no tengo el dinero para hacerlo.

—He tenido otras cosas en mi mente que han ocupado mi tiempo. No quiero tener una relación simplemente por tenerla o por no estar solo. Mi padre, nuestro…

—Llámalo tu padre o dile Lorenzo, no hagas referencia como si fuera el mío.

Él suspira.

—Estoy seguro de que habrá alguna explicación razonable del por qué se mantuvo apartado de ti. Era un buen hombre.

—¿Lo dices porque te acogió aun no llevando su sangre?

—Lo digo por todo. Fue un hombre justo, compasivo y cariñoso. Conocía cada nombre de cada empleado y eso que son muchísimos. No importaba que tan ocupado estuviera, siempre se hacía tiempo para acompañarme en mis partidos, en mis presentaciones de violín y en cualquier estúpido evento escolar. También estaba siempre para mi madre. Nunca lo escuché hablar de otra mujer ni mirar a otra.



#531 en Otros
#183 en Humor
#1375 en Novela romántica
#474 en Chick lit

En el texto hay: millonario, comedia humor, madre soltera

Editado: 13.02.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.