Amándote para siempre

Capítulo 6: Aithana

Llevo una hora en una reunión con dos machistas de primer nivel, uno más que el otro. No pasé por alto que uno de ellos me miró demás. Reconozco cuando un hombre intenta mirarme el trasero, aunque le salió mal, no solo porque mi trasero es casi plano, sino que el blazer me lo tapa y no uso blusas con escote desde que me convertí en madre.

Ahora los escucho a ambos hablar de lo inseguros que están que yo esté al lado de Iker en la empresa. Obviamente, ellos no saben que dentro de seis meses me iré con mucho dinero y me dará igual lo que suceda. Eso es entre Iker, el abogado y yo.

Iker les deja claro que él seguirá al frente de todo, yo seré la vicepresidenta y eso me molesta. Odio que me traten como una rubia tonta que no entiende de finanzas y que por ser mujer no puedo estar frente a una compañía.

Me pongo de pie bajo la mirada atenta de los cuatro hombres. Iker me echa una mirada de “siéntate” y yo la ignoro.

—Bueno, caballeros, me toca hablar a mí. Entiendo sus puntos de vista, no confían en mí por ser mujer y una desconocida. Lamento que Lo… mi padre los tomara por sorpresa con su muerte, dejando a sus hijos a cargo de todo, pero les aseguro que Iker y yo haremos un buen trabajo. Ambos estudiamos administración y negocio internacional en la Universidad, además él tiene una maestría en finanzas. Pero nada de los que diga los convencerá porque tienen que ver para creer y eso se verá en los próximos meses. Así que, terminemos con estas idas y vueltas y cada quien a lo suyo. Iker y yo tenemos una empresa que dirigir y ustedes seguramente tienen que volver a sus casas con sus esposas o con las amantes o deben ir a jugar el golf o lo que sea que deban hacer. Vayan y los reuniremos en tres meses, donde les presentaremos un hermoso gráfico detallando los avances de la empresa, le pondremos color para darle un enfoque alegre y les prometo que evitaré utilizar el color rosa para no ofender el ego machista de nadie. Les aseguro que todo irá bien, e incluso mejor. ¿Estamos de acuerdo?

Todos se quedan sorprendidos y me encanta cuando eso sucede porque terminan por comprender que no soy una rubia tonta, si bien en ocasiones utilizo ese papel para mi beneficio. Hoy no es el momento.

Iker se pone de pie.

—Caballeros, ya escucharon a la señorita. Será hasta la próxima.

Los dos inversionistas se ponen de pie, Iker los saluda con un apretón de manos, el abogado hace lo mismo y se arriman a mí.

El hombre mayor, de unos cincuenta años, se acerca primero, me brinda una sonrisa y estrecha la mano.

—Ha sido un placer, señorita Cannon. Me agradan las mujeres con carácter.

—No soy…

—No se va a arrepentir—interrumpe Iker colocándose a mi lado—. No es momento para aclarar nada. —susurra.

El otro inversionista, quien es un poco más joven y tiene cara de haber chupado limón agrio, le sonríe a Tucker y toma mi mano con suavidad.

—Siempre es un placer conocer a una mujer hermosa. Creo que vendré más seguido a París.

Iker se interpone.

—La próxima traiga a su esposa. Es una ciudad muy romántica para un paseo nocturno.

El abogado los acompaña hasta la puerta y la cierra con un hondo suspiro.

—Eso estuvo bastante bien.

—¿Tenemos que soportarlos siempre?

—Yo tampoco los aguanto. El señor Thomas es amable y un profesional, al otro no lo soporto.

—Imagino que el otro es el de cara de limón agrio.

Iker y el abogado ríen.

—Bien, chicos, esta parte está lista, lo siguiente es…

—No me pondré el apellido Cannon. —aclaro.

—No es necesario—exclama el abogado—. Lorenzo dejó todo bien organizado, utilizó tu apellido materno, con eso y la prueba de ADN es suficiente.

—¿Prueba de ADN? —pregunta Iker, desconcertado—. ¿Cómo se la hará? Yo no llevo la sangre Cannon y no hay familiares por parte de él.

—La prueba de ADN se realizó cuando ella era pequeña—abro los ojos con demasía—y está en los papeles. No se necesita una nueva.

—¿Lorenzo tenía dudas de que fuera su hija? —pregunta.

—Me temo que sí.

—Dinos, Paulo, ¿por qué mi padre no le dio apellido a Aithana siendo su hija legítima y la mantuvo apartada? —pregunta Iker y espero la respuesta ansiosa—. Es imposible que no sepas. Mi padre era un buen amigo tuyo, lo fueron desde la Universidad, y trabajaron juntos hasta el día de su muerte. Me cuesta creer que mantuviera a su hija legítima en las sombras, sabiendo que la familia para él era importante.

El abogado pasea la mirada entre ambos, baja la cabeza por un momento y luego niega.

—No puedo decir nada, no es el momento.

—¿Cuándo será el momento? —pregunta Iker.

—Da igual—manifiesto—. Sigo sin querer saber nada. Estoy aquí por mi hijo.

—Lo único que puedo decirte, Aithana, es que Lorenzo te quería y siempre estuvo pendiente de ti cuidándote en las sombras. No sé que te dijo que tu madre, pero no todo es lo que parece. Pronto lo descubrirás.



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En el texto hay: millonario, comedia humor, madre soltera

Editado: 13.02.2023

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