Pensaba llamar a la señora Petrosky para hablar con ella, pero preferí pasar por la casa de Tucker. Es mejor si Aithana y Brennan la conocen en persona. De paso ver a mi pareja amiga y saludar a mi ahijada.
Aithana baja del vehículo y sostengo la puerta mientras saca a Brennan de su sillita, luego nos dirigimos juntos hasta la puerta de la casa de mi amigo y toco el timbre.
Jennifer es quien abre y nos recibe con una sonrisa. Me alegra que ella se encuentre en casa porque a Aithana le vendrá bien una amiga como ella.
La futura esposa de mi amigo es divertida, inteligente y con un gran sentido del humor que te hace reír aunque no quieras.
Jennifer me saluda con un abrazo, a ella le gusta abrazar a las personas con quien tiene confianza, un hecho que me sorprende de una inglesa.
Luego saluda a Aithana y al pequeño Brennan. Ella está al tanto de todo, por lo que nos ahorramos de explicaciones innecesarias.
—Pasen. Si hubieran llegado unos minutos antes me encontraban en la ducha. Bueno, no es que me fueran a ver en la ducha porque está en el baño y ustedes no entrarían al baño mientras estoy yo… Ya me hice lío. Ignórenme sin culpas.
Suelto una carcajada y tomo asiento en el sofá. Aithana lo hace a mi lado manteniendo la distancia y sienta a Brennan sobre sus piernas.
—Tu francés es casi perfecto—sonríe, orgullosa. Ha estudiado mucho—. ¿Cómo va el negocio de juguetes sexuales?
—Está comenzando, pero diría que bastante bien. Los franceses son bien ardientes.
Aithana arruga el ceño y le explico que Jennifer es dueña de una tienda de juguetes sexuales.
—Interesante.
—Puedes ir cuando quieras. Te regalaré un moxie para que los pruebes. Hablo del vibrador y no del gato de mi ahijado que tuvo la mala suerte de llamarse como un vibrador.
Aithana la mira con los ojos abiertos y ríe con discreción.
—No estoy muy incursionada en ese mundo.
—No te preocupes. Yo te incursiono sin problemas—suspira—. Tucker está por llegar e iré por la mandona tajeada. Si escuchan algún ruido, es el fantasma de la difunta esposa de mi futuro esposo. Tranquilos, es inofensiva y somos buenas amigas. Iker, tú eras amigo de ella también.
Se aleja y le explico que la mandona trajeada es la niñera. Matilda le dice así y Jennifer se acostumbró a decirle igual. Con la diferencia que ella se lo dice en la cara.
—Me agrada Jennifer. Parece una mujer divertida y muy segura de sí misma. Lo del fantasma es raro.
—Oye, tú hablas con un Dios invisible mirando el techo.
Pone los ojos en blanco.
—No es lo mismo.
—Para mí sí. Ambos inexistentes.
No agrego nada porque la voz de Matilda me interrumpe. Tarda dos segundos en saltar sobre mí y abrazarme por el cuello.
No hay dudas de que Jennifer ha influenciado mucho en ella. Antes apenas se acercaba. Eran muy estrictas con ella y me alegra que ya no sea así.
Le devuelvo el abrazo y le presento a Aithana y a Brennan. El niño la observa con los ojos muy abiertos y Matilda acerca su rostro, inspeccionándolo.
—¿Eres un bebé bueno o bebé llorón? Mi amiga Safi dice que su hermanita llora mucho.
—Depende del día—responde Aithana y lo deja en el piso—. Se llama Brennan.
La perra Freya aparece corriendo y alborotada, otra que también se ha visto bajo la influencia de Jennifer.
El bebé, al ver a la perra, se enloquece moviendo sus piecitos y la señala queriendo acercarse.
Matilda extiende la mano hacia el niño, este la agarra y se va con ella sin problemas con tal de acariciar a la perra.
Jennifer presenta a Aithana con la señora Petrosky y le comentamos la situación. Ella acepta de inmediato, pues desde que Matilda va a la escuela se aburre un poco y está acostumbrada a mantenerse activa.
Jennifer le pide que no sea muy estricta con el niño como lo fue con Matilda y ella afirma con la cabeza haciendo una pequeña sonrisa.
¿Sonrió? Nunca la vi sonreír. Llegué a pensar que no tenía dientes o los tenía manchados y resulta que no es así.
Jennifer es como un ángel encantador de personas, hasta encantó el supuesto fantasma de la esposa muerta de mi amigo. O eso dice ella, nadie ha visto el fantasma, ni siquiera Tucker.
Aithana le hace algunas preguntas a la señora Petrosky. Preguntas típicas de mamá preocupada por su hijo.
—En caso de que mi hijo sufriera convulsiones, ¿qué haría?
—Llamar a emergencias y rezar el ave maría. No soy religioso, pero en emergencias es lo que hacen la mayoría. —respondo.
—La pregunta no era para ti, Iker. —señala Jennifer y me encojo de hombros.
—Lo colocaría en el piso, de costado, con algo suave debajo de su cabeza para evitar que se haga daño, esperaría a que se le pasara y luego lo llevaría al hospital en taxi mientras la llamo a usted por teléfono—Jennifer y yo nos miramos—. No se debe agarrar a un niño cuando está convulsionando porque puede empeorar la condición y ponerlo de costado es correcto para ayudarlo a respirar y evitar que se ahogue con su vómito o saliva en caso de que haya. Emergencias puede tardar mucho. —responde la señora Petrosky.