¡¿Qué?! De la impresión me caigo del sillón —estaba sentada sobre el brazo del mueble— y suelto el teléfono como si hubiese visto un fantasma.
—¿Estás bien, Lauren?
—S-sí, Max, gracias. Hermana, ¿podemos hablar un momento?
—Sí. claro. Vamos a la cocina.
Tomo mi celular y me levanto, siguiendo a mi hermana.
—¿Qué fue lo que pasó allá?
—Recibí un mensaje de un número desconocido.
—¿Y eso qué? A todos nos pasa de vez en cuando.
—¿Un mensaje como éste? No lo creo, Pam. —Le entrego el celular a mi hermana y su reacción es de risa—. ¿Por qué la risa? —No estoy entendiendo nada.
—Esperaba demoraran en llegarte estos mensajes, pero al parecer me equivoqué. —dice elevando los hombros como si no fuera la gran cosa.
—¿Mensajes? —Interrogo incrédula.
—Pues sí, Lauren. Le diste tu número al menos a cinco chicos.
—¿Qué? ¿Y por qué no lo evitaste?
—Lo intenté cada vez que lo hacías, pero cuando veías que me acercaba solo me ponías mala cara como si fueras a comerme.
—Oh, mi Dios. ¿Qué voy a hacer ahora? —digo agarrando mi cabeza sin creerlo.
—Bueno, primero cálmate y luego ya pensaremos en algo si te siguen llegando estos mensajes.
—No es de mucha ayuda eso, pero creo que no me queda de otra.
—¿Cómo te llegó el mensaje, por texto o WhatsApp?
—WhatsApp... ¿por qué?
—Perfecto. Porque así podrás verle la foto de perfil que tiene, y eso te puede dar algún recuerdo de anoche.
—¡Claro! Qué idiota. No lo había pensado. —Me fijo en la imagen de su rostro, pero de buenas a primera no logro reconocerlo.
—¿No lo recuerdas? —Niego con la cabeza—. Ojalá puedas a medida que sigue el día.
—Lo mismo digo, es horrible no poder recordar prácticamente nada de lo que hice anoche. Gracias a Dios estabas allí para cuidarme.
—Sabes que así será siempre. —Nos damos un abrazo—. Por cierto, necesito de tu ayuda para algo importante.
—Ya me asustas. Qué necesitas.
—Eres la primera persona a la que se lo digo. Max todavía no sabe nada.
—Anda ya, ¡dime!
—¡Estoy embarazada!
Me tapo la cara ya que no me lo creo. Hace tiempo buscaban otro hijo y no se había dado. Mi sobrina ya tiene cinco años y querían darle un hermanito o hermanita.
—¡Felicidades! —Congratulo a Pam sin ser excesiva—. ¿Y cuánto tiempo tienes ya?
—Dos meses. Hace dos semanas fui a médico para confirmar.
—Me alegro mucho por ustedes, hermana.
—Gracias. Te estoy pidiendo ayuda porque quiero darles la sorpresa a Max y las niñas en grande, pero no se me ocurre cómo.
—Bueno, en ese sentido viniste a la persona correcta. Sabes que gracias a mi ingenio se me ocurren muchas ideas.
—Lo sé, Lauren. Amo y envidio tu genialidad.
—Bien. Entonces déjame pensar en algo lindo para todos y te lo hago saber. Ahora debo descifrar qué hago con lo que hice anoche.
—Eso estará difícil si no recuerdas prácticamente nada.
—Eso ya lo sé, no me lo recuerdes. No tengo la mínima idea sobre qué voy a hacer.
—Relájate, antes que cualquier otra cosa.
—Para ti es fácil decirlo.
—Sí, hermana. Pero créeme si te digo que traté de evitar que le dieras tu número a todos los chicos con los que bailaste.
—Te creo, Pam. Sólo espero acordarme de algo pronto.
Mientras conversamos otro poco, al rato me llega otro mensaje.
«Hola, guapa. Fue un placer bailar contigo anoche.»
Apenas lo recibo se lo muestro a mi hermana. Nos damos cuenta que es otro chico el que escribe. Sólo espero que no empiecen a escribirme todos los chicos a los que les di mi número. ¡Por Dios, qué vergüenza, yo no soy así!
—Tranquila, Lauren.
—Pero ¿cómo quieres que me calme?
—Ya pensaremos en algo, ya te dije.
—Esto es desesperante.
Nos vemos interrumpidas cuando entra Max a la sala.
—Las chicas se quedaron dormidas. —Nos avisa—. ¿Qué cotillean tanto?
Tengo tanta vergüenza de decirlo, pero a lo mejor Max, nos puede ayudar a reconocer a alguien.
—Mira, amor. —Pam, le enseña mi celular—. Con las locuras de mi hermana de anoche, le dio su celular a varios chicos. Lo malo es que no se acuerda de ellos.
—Vamos a ver...
Veo a Max analizando las fotos.
—Tienes suerte. A estos dos los conozco. ¿A cuántos les diste tu celular?