Amanecer de otoño

Capítulo Cinco

Me despierto mucho más relajada. Hablar con Pam y Max, me ayudó bastante a sentirme más tranquila, sin tener que preocuparme por el que dirán.

Además, que conversar con este chico me animó bastante. Ahora siento que tengo la esperanza de poder volver a creer en algo. Tampoco hablo que me case ni nada, pero sin duda podría volver a confiar en alguien. Claramente mi ex, ya no volverá. Solo espero que la pequeña tormenta en mi cabeza se disipe pronto.

A pesar de que trasnoché un poco, no tengo problema con despertarme temprano. Con todo lo que dormí después de nuestra salida, creo que ya es más que suficiente.

Estiro mis brazos y me levanto. Lo primero que hago como siempre, es ir a ver a mi pequeña a su habitación, duerme plácidamente, por lo que prefiero no despertarla aún. Es domingo y tenemos todo el día para disfrutarlo en familia como tanto nos gusta.

Vuelvo a mi habitación por algo de ropa y me dirijo al baño para una rápida ducha. Estoy de suerte, al parecer no hay nadie más levantado, por lo que aprovecho de tomar una corta, pero reconfortante ducha.

Solo me toma unos diez minutos en completar la tarea. Me visto con ropa cómoda y me dirijo a la cocina a preparar un gran desayuno para todos. Claramente no tengo los mejores dotes de cocina, en comparación a mi hermana, pero con mis esfuerzos sé que al menos no moriremos intoxicados.

Busco en las alacenas todo lo necesario y comienzo con la labor. Preparo unos omelettes que incluyen verduras picadas, que mezcladas con el huevo harán que sea una delicia y las niñas los disfruten, ya que, como todo niño no son amigas de los vegetales. En el refrigerador tienen muchas naranjas, así que preparo jugo natural. Cuezo unos trozos de tocino, junto con unas vienesas. Al parecer el olor del tocino ha sido fuerte, ya que mi hermana aparece por el pasillo, aún con cara de sueño mientras se refriega los ojos.

—Hola, hermana. —Le saludo mientras termino de preparar el tocino.

—Hola, Lauren. Buenos días, ¿qué significa todo esto?

—Buenos días para ti también. No significa nada en especial. Me desperté temprano y quise preparar el desayuno para todos.

—¿Y eso? ¿Algún motivo en especial? —pregunta acomodándose en la barra de la cocina.

—Ninguno, hermana. Además, que es mi forma de agradecerles a ti y a Max por todo lo que han hecho por Lu y por mí en estos días.

—Mmm… me suena a que hay algo más por ahí, ¿segura que no me quieres contar? —interroga con su cara de investigadora privada.

Estoy dudosa de mencionarle sobre la conversación con Arthur, el fisioterapeuta. Me da un poco de pudor, pero es mi hermana mayor, sabe mi historia y sé que no me juzgará. Decido hacerlo mientras termino de preparar el desayuno.

—A decir verdad, amanecí alegre. Anoche le respondí el mensaje a uno de los chicos y estuvimos conversando por mucho tiempo.

—¿Es en serio? No pensé que lo harías.

—¿Por qué no? Acaso… ¿no soy un buen partido?

—No, tonta, no es eso. Es que ayer te vi tan acomplejada por lo que sucedió en la fiesta que no creí te animarías a hablarle a alguno de ellos.

—Ni yo pensé que lo haría la verdad, pero ya ves, sobreviví y aquí estoy.

—Me alegro por ti, hermana. Ya estás dando pequeños pasos para lograr ser la de antes.

—¿De qué hablas? Siempre he sido yo misma, la única diferencia es que un imbécil me nublo y estuve mal por un tiempo, pero ya no.

—Así se habla, cuñadita. —responde Max, haciendo su entrada a la cocina—. Por cierto, lo que sea que estés preparando, espero en primer lugar que no nos intoxique y en segundo que sepa delicioso, ya que muero de hambre.

—Ya verás que no, Max.

—Ven, cariño, no seas malo con mi hermana y ayúdame a preparar la mesa para todos. —Mi salvadora hermana, lo agarra del brazo y se encargan de la labor mientras observo a mi cuñado con cara de asesina en serie, en forma de juego. Max es como un hermano para mí, por lo que me sigue el juego, a la vez que Pam lo regaña por molestarme. Ese par me da risa, son tan distintos, pero se prodigan amor por doquier, es como si su relación fuera perfecta.

Estoy terminando de cocinar todo, cuando mis ayudantes terminan su labor y las niñas vienen entrando también.

Mi niña me saluda con un gran abrazo como siempre y va a saludar a sus tíos, mientras que mi sobrina después de saludar a sus padres, viene a mi lado y me da un gran beso sonoro en la mejilla. Es tan dulce la pequeña Annie, la adoro, además es mi ahijada y me permito regalonearla como quiero, dándole obsequios especiales de vez en cuando.

Está aprendiendo a leer y estoy terminando de escribir el que será su regalo para su próximo cumpleaños, un libro de fábulas, lleno de relatos. Este libro es el primer proyecto que estoy realizando con temáticas totalmente distintas a las que suelo escribir. Es un proyecto algo ambicioso, pero con el que estoy muy confiada de que resultará, sin embargo, al ser un libro creado solo para ella —y a futuro para mi princesa—. No habrá ejemplares a la venta de este.

Terminamos de dejar todo en la mesa y nos disponemos a tomar desayuno todos juntos. Como ayer no me encontraba en condiciones de hacerlo, quise enmendarme hoy, así que deseo de verdad de que les guste todo lo que preparé. Claramente no cocino tan bien como mi hermana, pero hago mi mejor esfuerzo.




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