Amanecer de otoño

Capítulo Nueve

Mis ojos se abren poco a poco y la luz de la mañana me llega de golpe, al mismo tiempo que el olor a café recién hecho. Miro a mi alrededor y el otro lado de la cama está completamente desordenado y vacío. Sonrío al rememorar lo sucedido anoche, todo se sintió perfecto, como si lo que ocurrió fuese lo correcto.

Me levanto arropada con la sábana y me dirijo al closet para buscar una polera ancha, me la pongo y dejo caer la tela al suelo. Saco una pantaleta del cajón de la cómoda y me la pongo.

Ahora es el turno del olor a pan recién tostado el que se hace presente, por lo que me dirijo a la cocina para chequear a mi cita.

―Buenos días. ―saludo al llegar.

―Buenos días, hermosa. ―me da un beso en los labios―. ¿Cómo dormiste?

―Perfectamente. ―contesto coqueta―. ¿Y a qué debo este honor?

―Discúlpame por invadir tu casa, pero quería darte una sorpresa. ―comenta sonriendo, con esa mirada que me encanta.

―Descuida, me encanta. ¿Te ayudo en algo?

―Solo a poner la mesa, ¿te parece? Estoy casi listo.

―De acuerdo.

Me dispongo a buscar las cosas y de pronto siento que me golpea una nalga.

―¡Hey! ―me quejo.

―Lo siento, no pude evitarlo. ―pone cara y actitud de inocente.

Sigo en mi labor para montar la mesa y ahora es el turno del otro de los huevos revueltos el que manda.

―Contigo voy a engordar de seguro. Todo huele delicioso.

―Como te dije quería darte una sorpresa. Además, después de lo de anoche, mereces reponer fuerzas. ―dice y me sonrojo, haciendo que Logan se acerque a mí―. Eres hermosa cuando te sonrojas. ―agrega acariciando mi rostro. Toma mi rostro con ambas y me mira directo a los ojos antes de besarme.

Sus labios son tal y como los recordaba, dulces y tan apetecibles como adictivos. Con pesar nos separamos.

―Será mejor desayunar o se enfriará la comida.

―Tienes razón.

Terminamos de arreglar lo que falta y nos sentamos a comer.

Lo hacemos entre risas y bromas, es increíble como se sienta tan natural, como si fuera una más de las ocasiones que compartimos juntos, y es tan sólo la primera vez que tenemos este tipo de cercanía. Los coqueteos entre ambos no desaparecen y debo reconocer que me gusta esta faceta escondida de Logan.

―Todo está delicioso. Gracias.

―Me alegra que te haya gustado, me encanta cocinar.

―Pues tienes muy buena mano. No puedo decir qué me gusta más, si los pancakes con miel o las tostadas con mermelada, sin mencionar que el café cargado era justo lo que necesitaba.

―Bueno, si me lo permites, podré prepararte más desayunos como éste y mejores. ―comenta haciendo una promesa implícita.

Me mira y siento que me carcome con la mirada, lo que hace que me ponga más nerviosa de lo que ya puedo estar.

―Te tomaré la palabra. ―Es lo único que puedo decir.

―Eres única, ¿sabías? ―Arrugo los ojos y le pregunto.

―¿De qué hablas? ―agarro otro trozo de mis pancakes y lo llevo a la boca.

―Eres adorable cómo te pones nerviosa después de todo lo que vivimos desde ayer en la cena hasta ahora.

―Ya te dije. ―carraspeo un poco―. Hace tiempo no tenía la compañía de un hombre y me siento algo extraña.

―Y yo te dije que conmigo no tendrías que estarlo, me encanta tu compañía y conocerte más.

―Siento como si estuviera soñando. No pensé que podría conocer un hombre como tú.

―Gracias por lo que me toca.

―Todo estuvo delicioso. Gracias.

―Es un placer.

Damos por terminado el desayuno y comenzamos a levantar la loza para asearla. Esta vez, le digo a Logan que es mi turno ya que el preparó la comida. Luego de un minuto de regateo, finalmente acepta con la condición de repetir un próximo desayuno juntos.

Dejo todo listo y ordenado, le comento a Logan que voy a cambiarme de ropa, por lo que puede esperarme en la sala mientras regreso. Le doy un beso y me encamino a mi habitación.

Elijo la ropa que me pondré y me dirijo con ella al baño. Abro la llave de la ducha para aclimatar el agua, justo al momento que escucho cuando comienza a sonar un poco de música en la sala. «Probablemente encontró el reproductor», pienso.

No quiero demorarme tanto, por lo que me doy una ducha corta. Salgo y me preparo nuevamente. Al cabo de unos cinco minutos ya estoy lista, por lo que voy a la sala nuevamente.

―Estoy lista. ―digo al llegar y ver a mi acompañante mirando por la ventana. Se gira y acerca a mí para darme un nuevo beso.

―Preciosa. ―toma mi cintura para que no me escape.

―Gracias por el halago, ―sonrío a la vez que le abrazo por el cuello―, pero será mejor que vaya por mi hija. No suelo dejarla por tanto tiempo.




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