Amanecer de otoño

Capítulo Trece

—¡Frank! —grito sorprendida. 

—¿Quién es él? —dándose cuenta de que llego alguien.  

Logan reacciona a llevarse los niños a la habitación sin que se lo pida. Solo espero que mi niña no se haya dado cuenta de que llegó su padre. 

—¡Hey, hey! Te dije que no podías entrar. —reclama Max. 

—¿Y por qué no? Si somos amigos. —rebate mi ex. 

—No, no, no. Dejamos de serlo, el día que las abandonaste. 

—¿Qué? Tú también estas con ella. —alega apuntándome. 

—Vete de mi casa, Frank. No eres bienvenido. —Ahora es mi hermana quien habla. 

—Solo estoy buscando a mi hija, y por lo visto la encontré. ¡Lucy! —grita con la intención de que ella le escuche. 

—¡Cállate! Ya te dije que no la verás, ni ahora ni nunca. —vocifero molesta. 

—Frank, vete, ¿de acuerdo? No queremos problemas. —Pide Max, tratando de mantener la calma. 

—No, no, yo quiero ver a mi hija. —Levanta la voz por segunda vez. 

Me acerco a él, tratando de impedir que se aleje por el pasillo al dormitorio de Annie.  

—¡Lárgate! No quiero que estés cerca de MI HIJA. —recalco las últimas dos palabras. 

—No es solo tuya, y lo sabes. —refuta tratando de intimidarme. 

—¡No! Ya no lo es, desde el día que te fuiste y lo sabes. Estuviste meses fuera de su vida y ni siquiera la llamaste o visitaste el día de su cumpleaños. —Le toco el pecho apuntándolo con mi dedo con rabia, como si quisiera enterrárselo como un puñal—. ¿Tienes idea de cuánta ilusión le hacía verte ese día? ¡No! ¡Por supuesto que no! Porque preferías estarte revolcando con esa niñata. 

—No se te ocurra insultarla, porque ya sé para donde quieres ir. 

—Y a mí, ¡qué me importa! —digo rabiosa—. Por esa estúpida abandonaste a Lucy, lo que no tiene perdón. 

Las lágrimas desean salir a gritos y mi hermana se acerca para calmarme. 

—Ya, Frank. ¡Déjalas tranquilas y vete de una buena vez! —Max vuelve a intervenir. 

—¡Ya dije que no me iré hasta poder verla! —grita Frank furioso, golpeando a mi cuñado. Lo que provoca que comience un altercado entre los examigos. 

—Ya regreso, hermana, iré por Logan y me quedaré con los niños, no voy a poner a mi bebé en riesgo. 

—Sí, ve, yo intentaré separarlos, aunque dudo que lo logre. 

Mi hermana se aleja y trato como puedo de separar a Frank de mi cuñado, pero está tan obstinado que solo está entregando golpes por aquí y por allá. 

—¡Aaahhh! —grito de dolor recibiendo un golpe en el rostro justo cuando llega Logan a la sala. Caigo al piso tocándome el rostro tratando de amortiguar el dolor. 

—¡Ahora sí que estás podrido, imbécil! —escucho que dice Logan y se acerca también a golpearlo. 

—¡Chicos, no! ¡Alto! —exclamo intentando separarlos, pero claramente es en vano. 

La pelea se torna entre mi ex y mi actual novio, por lo que le pido ayuda a Max para intentar separarlos. El pobre tiene algunos golpes en la cara y el labio le sangra, espero que no necesite de alguna sutura. 

Max, se pone tras de Frank para tomarlo de los brazos, mientras que yo me pongo frente a Logan para hacerlo reaccionar. 

—¡Cariño! ¡Para, por favor! —Lo muevo desde atrás, tratando de que me mire. No quisiera recibir nuevamente un golpe. 

—¡Frank! ¡Basta! —Forcejea Max tratando de tirarlo hacia atrás—. ¡Así no conseguirás nada! 

—¡Déjame, Max! ¡Voy a terminar con este imbécil! —brama Frank a la vez que da un derechazo 

—¡No te creas mejor que yo! —reclama Logan. 

—¡Cariño! Por favor. —Vuelvo a hablar, intentando de que me mire. 

Luego de un minuto, podemos separarlos. Los observo a ambos y no sé cuál de los dos, se ve peor. Ambos tienen los labios rotos, además de moretones en todas partes. Dejo a Logan sentado en el sofá cuando voy a la cocina a buscar un paño húmedo para limpiarle el rostro. 

Max como puede, lleva a Frank hasta la salida, abre la puerta, empujándolo hacia afuera y dice: 

—No quiero volver a verte. Ya no eres bienvenido en esta casa, así que no vengas a buscar algo, porque no lo encontrarás. 

—Se supone que eres mi amigo, deberías de ayudarme. —reclama Frank, limpiándose unas gotas de sangre que caen por la mejilla, mirándome fijamente a los ojos, con una mirada penetrante que hace temer por lo que pueda pasar. 

—Ya no, hombre. Dejamos de serlo, el día que te fuiste. 

—No puedes estar hablando en serio. 

—Lo hago, así que ahora vete y no vuelvas más. —cierra la puerta y regresa a nuestro lado en la sala. 

—¡Auch! —se queja Logan. 

—Quieto, tengo que limpiarte la herida. —le pido. 

—¿Estás bien, amigo? —consulta Max. 

—Sí, todo bien. Solo un par de moretones. Aunque tu examigo se llevó la peor parte. —comenta en tono burlón. 

—No seas idiota y deja que te limpie las heridas. —pido. 

—No lo defiendas, se lo merecía. Tú, ¿estás bien? Vi el golpe que te dio, por eso me acerqué y lo ataque. 

—Me sigue molestando un poco, pero no es importante ahora. 

—Lauren, después me dejarás revisarte. —solicita mi cuñado. 

—Está bien. —Accedo a su petición. No quisiera que, por dejada, termine siendo algo peor y si con eso, de paso, me lo dejarán de pedir—. Tú, ¿estás bien, Max? 

—Sí, Lau. Para mala suerte de Frank, soy mejor que él peleando, no me hizo absolutamente nada. 

—Qué alegría escuchar eso. 

—Iré a ver a Pam, debe seguir preocupada. —comenta dejándolos solos en la sala. 

—Sí, por supuesto, ve. Ahora, tú, permitirás que te siga limpiando esa herida. 

—¡Auch! —Vuelve a quejarse. 

—Ya, no seas niño, estoy por terminar. 

—Qué bueno que lo dices. Lo malo de todo esto, y no hablo de la pelea, es que arruinó un lindo día familiar, con tremenda sorpresa de Pam. 

—Es verdad. Es una pena por ella, estaba tan ilusionada de contarle a Max. Recuerdo que estaba tan nerviosa el día que me lo contó.  




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.