Amanecer de otoño

Capítulo Diecinueve

La búsqueda de Frank continúa por todo el estado de Oregon, solo anhelo que lo atrapen pronto ya, para volver a estar con mi niña. Ha de esconderse muy bien, porque no hay rastro de ninguno de ellos.  

La noticia de su huida ya salió en las noticias locales y lo más probable es que su familia lo mantenga al tanto, por lo que será aún más difícil su búsqueda. 

Ruego a Dios todos los días que mi niña esté bien. Tampoco ha vuelto a llamarme, lo que me tiene desesperada. De que volverá a pedirme dinero lo hará y lo que sea que pida se lo daré. 

Ya son tres semanas desde que se la llevó. Tres semanas que lloro a diario por extrañarla y no tenerla conmigo. Tres semanas en que estoy sacando mis mayores fortalezas para no decaer. No sé cuánto más pueda soportarlo. 

En este momento estoy en el parque caminando, necesitaba un poco de distracción y ver a tantos niños jugando con sus padres hace que se me rompa el alma de no poder estar con mi niña. 

De pronto suena mi teléfono y me saca de mis pensamientos. 

—¿Hola? —contesto temerosa. 

—Hola, Lauren. 

—¡Frank! ¿Dónde están? ¿Cómo está mi niña? 

—Sí, sí. Ya sabes que no puedo decirte dónde estoy, solo estoy llamándote para saber si ya te decidiste a mi propuesta. 

—De propuesta no tiene nada, pero sí, te daré el dinero que quieras, solo devuélveme a mi hija. 

—Ah, ¿sí? ¿El monto que yo quiera? 

—Sí, lo que pidas. Ya sabes que problemas de dinero no tengo, solo quiero que me devuelvas a mi hija. 

—Bien, así me gusta, eso mismo quería oír. Quiero que me des dos millones de dólares. 

—¡¿Qué?! ¡Eso es demasiado! 

—Dijiste que me darías lo que yo pidiera. 

—Lo sé, y lo mantengo. Es solo que... 

—¿Qué? —me interrumpe gritando—. ¿Acaso es mucho dinero que gastar por tu hija? 

—Ella vale eso y mucho más. Espero que te conformes con eso, porque no voy a darte ni un centavo más. 

—Calma, gatita. Eso lo decidiré yo. 

—Ok. ¿Cuándo piensas devolverme a mi hija? 

—A su debido tiempo, pero deberás venir hasta mí, ya sé que sabes que estoy en Oregon. Deberás averiguar dónde porque no voy a decírtelo. Solo hay una condición. 

—¿Qué quieres ahora? —comienzo a exasperarme con tanto misterio.  

—No quiero a la policía en esto. Si lo haces, tu hija se muere. 

—¡No! —Grito desesperada—. No le hagas nada, por favor. 

—Eso va a depender de ti. Te estaré vigilando, Lauren. Tengo mis métodos. 

No me permite responder porque nuevamente cuelga la llamada. Ahora tengo miedo, de seguro me tiene vigilada. Giro sobre mí misma, buscando y observando por si hay alguien que me esté vigilando, pero no veo a nadie ni nada extraño. Debe ser alguna mentira de Frank para asustarme. 

Le envío un mensaje de texto a Logan avisándole que Frank se contactó y que voy a la estación de policía. Me contacta diciendo que me encontrará allá. 

Salgo del parque en dirección a la calle principal y busco un taxi. Justo es horario punta, por lo que se me hace difícil encontrar alguno vacío. Después de cinco minutos, por fin puedo subirme a uno. Le indico adónde ir y en unos quince minutos ya hemos llegado. 

Me bajo y puedo ver que el auto de Logan ya ha llegado. Como no lo veo en el interior ni esperándome afuera, asumo que ya está adentro. 

Ingreso y veo reunidos a Logan y al capitán Walker. Me acerco a ellos y les saludo. 

—Capitán, buenas tardes. Hola, cariño. 

—Buenas tardes, señorita Collins. ¿Le parece que pasemos a mi oficina? 

—Sí, por favor. 

—Bien, acompáñenme, por favor. —Le seguimos hasta una puerta y entramos—. Tomen asiento. 

—Bueno, imagino ya sabe porque estoy aquí. 

—Así es. Algo nos adelantó ya su novio. 

—Entonces imagino habrán podido rastrear la llamada. 

—Así es. Esta vez la conversación tuvo mayor duración lo que nos permitió dar con una localidad en concreto; Newport, Oregon. 

—Imagino también, que escucharon todo lo conversamos. 

—Efectivamente. Y no se preocupe, haremos todo lo necesario para no ponerla en riesgo. Irá hasta allá, pero siendo escoltada por policías de civil, tanto de aquí como de Oregon. Le ayudaremos a recuperar a su hija, sana y salva. Solo tengo una pregunta. 

—Usted dirá. 

—No me gusta meterme en el bolsillo de la gente, pero está segura de poder pagarle todo ese dinero. 

—Sí, capitán. Por ella, doy eso y más. 

—¿Qué? ¿Cuánto exigió que le des? —cuestiona Logan. 

—Dos millones de dólares. 

—¿Está loco? Es muchísimo dinero. 

—Pienso igual que tú, pero por suerte puedo dárselo. 

—¿Y cuáles son los próximos pasos a seguir? —pregunta mi novio con precaución. 

El capitán nos explica cómo se han manejado con casos similares al mío y que han tenido éxito. Le hago saber mis dudas sobre si no sucede y recuerdo que, según Frank me tiene vigilada. 

Tomamos acción sobre lo que se deba hacer, así que en tres días más vuelo hasta Oregon en búsqueda de Frank y de mi niña. Solo que esta vez, viajaré sola. Mi miedo de que le haga algo a mi niña es tan grande que no permito que Logan o la policía me acompañen, no quiero correr ningún riesgo. Tanto Logan como el capitán dicen entender y que respetan mi decisión, mas tengo claro que de una u otra forma interferirán, solo no deseo saber cómo ni cuando. 

Le prometo al capitán que me mantendré en contacto y que les haré saber cualquier cosa que suceda. Mi novio y yo nos despedimos y salimos de la estación. 

—Cariño, ¿estás segura de esto? 

—No quiero poner a nadie en peligro, Logan. Si debo arriesgarme y viajar sola para recuperar a mi hija lo haré.  

—Es demasiado riesgoso. —comenta mirándome a los ojos a la vez que agarra mis brazos con sus manos. 

—Lo sé, pero no veo otra solución. Mañana mismo iré al banco a hacer una solicitud para retirar ese dinero, solo espero puedan dármela. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.