Amanecer de otoño

Capítulo Veinte

Estoy en el aeropuerto completamente nerviosa. Logan quería venir a dejarme, pero no se lo permití. Según Frank me tiene vigilada y aunque no le creo mucho, no quiero ningún riesgo. 

Aún no llaman por los parlantes para abordar mi vuelo y cada segundo que pasa me pongo más nerviosa. Miro la hora en mi celular y eso como si los minutos pasaran lentamente. 

Me vuelvo a sentar luego de haberme parado por unas veinte veces. Los demás me miran raro como si quisieran decir: qué le pasa a esta loca, pero me da igual lo que piensen, si yo no me meto con ellos, que ellos no se metan conmigo. 

«Pasajeros del vuelo 73 con destino a Portland, Oregon, favor de acercarse a la puerta de embarque número 9». Se escucha de pronto. Ese es mi vuelo, así que me dirijo rápido a la puerta de embarque correspondiente. Lo bueno de viajar sola, es que no llevo mayor equipaje que el de mano, y si Dios lo permite, no pretendo estar más de tres días en Oregon, por lo que no necesito más de lo que traigo.  

No quise arriesgarme y traer los dos millones en efectivo, por lo que pudimos pedir un vale vista de la sucursal bancaria que me permita retirarlo en alguna sucursal en Portland. De todos modos, los ejecutivos del banco me tranquilizaron, al decirme que hablaran con los de Portland para tenerlos en conocimiento y así pueda evitarme algún inconveniente. 

Solo espero que estas cinco horas y media pasen rápido, anoche no pude ni dormir de los nervios, por lo que de seguro caeré rendida en el avión. 

—Buenos días, señorita. ¿Me permite su pase para abordar? 

—Buen día, joven, sí, claro. Aquí tiene. —Se lo muestro y me permite el ingreso. 

Camino por el pasillo hasta el avión con los nervios de punta. Tengo toda una mezcla de sensaciones, hace mucho tiempo que no viajaba en avión, por lo que es como si hubiese olvidado todo el procedimiento de cómo abordar un avión, además tengo pánico a las alturas, por lo que puedo desmayarme o vomitar en cualquier momento. Jamás pensé que iba a tener que volver a subirme a uno, mucho menos por tener que ir a rescatar a mi hija. 

Busco mi asiento y me acomodo. Al cabo de unos quince minutos ya se han subido todos los pasajeros, por lo que el vuelo no tarda en iniciar. 

 

****** 

 

—Hola, cariño. Acabo de aterrizar. —Llamo a Logan apenas bajo del avión, como se lo prometí. 

—Qué bueno, preciosa. Estaba preocupado. 

—Tranquilo, ya llegué, recuerda que además el vuelo era bastante largo y además que tenemos la diferencia horaria. 

—Es verdad, lo había olvidado. ¿Qué harás ahora? 

—Primero, ir a buscar un lugar donde comer. No pude comer nada en el avión de los nervios. 

—De acuerdo, preciosa. Hablamos más tarde. 

—Te quiero, amor. Hablamos luego. 

—Y yo a ti, te mando un beso. 

Me despido de Logan y salgo del aeropuerto en búsqueda de un taxi que me lleve al centro de la ciudad. 

Justo hay uno en la entrada, así que saludo al chofer y le indico que me deje en alguna cafetería cercana. Después de unos veinte minutos hemos llegado, le pago el viaje y me bajo. 

Entro al local y me siento cerca de la ventana. 

—Hola, buen día, ¿qué deseas pedir? 

—Hola, qué tal. Vengo llegando de un viaje desde Carolina del Norte. Qué me recomiendas comer para esta hora. Entre el tiempo de viaje y la diferencia horaria, no sé ni qué hora es aquí. 

La chica mira la hora en su reloj de pulsera. 

—Son las 11:30 de la mañana. 

—Estupendo. Entonces configuraré la hora en mi teléfono. ¿Tienes algo estilo brunch? 

—Sí, claro. ¿Qué deseas para beber? 

—Tráeme un café y un jugo de naranja y para comer, lo mejor que tengas para ofrecer, muero de hambre. —confieso con una sonrisa—. Si puedes tráeme el jugo ahora y más tarde si hace falta, te pido un segundo vaso. 

—No te preocupes, ya regreso.  

Mientras espero que la chica vuelva con el jugo, busco en la configuración de mi teléfono el cómo agregar la nueva zona horaria en la que estoy, por supuesto no es complicado y puedo hacerlo sin problemas. 

Justo cuando termino, la chica llega con el jugo y un par de galletitas. 

—Muchísimas gracias. —contesto, entusiasmada por aquel detalle. 

—Que lo disfrutes. Ya pronto te traigo lo demás. 

Se retira dejándome acompañada solo de mis pensamientos. Reviso mi teléfono por si tengo alguna llamada o mensaje, pero no hay nada. Espero que Frank se contacte pronto, porque yo no tengo como hacerlo. Cada vez que ha llamado lo ha hecho con un número distinto. De la policía tampoco he tenido información y no sé si es porque no han descubierto nada o porque sí lo han hecho y no han querido decirme nada. No sé qué pensar con todo esto. 

Como hace mucho tiempo no hacía, reviso mis redes sociales y me sorprendo de ver la cantidad de mensajes que tengo de personas preguntándome si estoy bien y por Lucy, muchos de ellos, los elimino porque son de personas que eran más cercanas a mi ex que a mí y cuando él nos dejó, demostraron de qué lado estaban, por lo que, que ahora pregunten por mi hija es una hipocresía tan grande como ridícula. 

Al cabo de unos minutos llega la chica con todo el brunch que pedí. No sé por dónde empezar porque todo se ve delicioso. 

Mientras voy disfrutando, aunque, a decir verdad, tragando mi comida, se me acerca alguien. 

—Disculpe, ¿es usted la señorita Lauren Collins? 

—Sí, soy yo. —contesto dubitativa porque no sé de quien se trate. 

—Me presento, soy el teniente David Williams. —Saca una placa desde el bolsillo de su chaqueta y se sienta a mi lado—. Hemos dado con usted por petición del capitán Walker de la policía de Raleigh en Carolina del Norte. Estamos al tanto de lo que sucede con su hija y Frank Brown y estamos disponibles y atentos para atrapar al sujeto y reencontrarla con su hija. 




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